Analgésico

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26 de mayo, 202...

Imágenes que vienen y van. Sombras, luces que se encienden y apagan. Sueños que a veces saben más a pesadilla.

Namjoon le había entregado un sobrio cuaderno negro el lunes antes del desayuno y le había pedido que escribiera cada vez que recordara algo, o que creyera recordar, no importaba. Seguramente a raíz de escuchar que Jimin tenía nociones del accidente, Nam pensó que podría obtener recuerdos de alguna otra cosa y que con ayuda del diario sería un poco más fácil que pudiera recuperar la memoria gradualmente.

Sin embargo, por mucho que Jimin quisiera obtener algo más de su memoria simplemente no podía. No podía retroceder al tiempo antes del accidente y todo lo que conocía era después del mismo. Así que el diario mantuvo sus páginas en blanco, muy a pesar de las intenciones de Namjoon.

De todas formas, no es que aquel aburrido cuaderno le pareciera muy agradable al rubio. Lo encontraba simple y demasiado formal como para vaciar sus recuerdos, si tuviera alguno, ahí. De todas formas lo mantenía cerca junto con un lápiz sólo por si llegara la oportunidad de usarlo.

Había notado en esos días que Namjoon pasaba más tiempo en el departamento, aunque aún huía constantemente de su compañía. Quería tomarlo con indiferencia como lo había hecho antes, pues ya comenzaba a entender un poco la dinámica de convivencia del doctor Kim: básicamente no había convivencia. Al menos no con él, porque lo había visto pasar horas al teléfono y escuchado algunas charlas casuales con los vecinos o con Jin, así que Jimin entendió y dedujo con base en la observación que el problema de esa dinámica era justamente él y no el castaño.

Las ideas que habían nacido en su cabeza sobre el tipo de relación que tendría con Kim Namjoon volvieron a acecharlo, más aún cuando su ansiedad por obtener respuestas había aumentado a razón de un álbum de fotografías que se reía con su presencia en el librero de la sala de estar.
Debido a la constante del hombre en el departamento, sus planes de fisgonear de nuevo en el álbum se habían visto ligeramente retrasados. Estuvo tentado en un par de ocasiones a levantarse de madrugada y robarlo en medio de la noche, pero pronto descubrió que en su estado era más fácil despejar un cohete a la luna que llegar en silencio con su silla de ruedas hasta la sala sin despertar a Namjoon.

―Carajo―murmuró entre dientes Jimin cuando intentando vestirse la parte superior se pegó en el codo con el reposabrazos de la silla.

Unos pasos en el pasillo anunciaron la cercanía de Jin y Jimin se apresuró a terminar de vestirse antes de que llegara. No es que tuviera pudor de que lo viera desnudo, al contrario, ya había perdido toda vergüenza con Jin después de que lo hubiera bañado, vestido, alimentado, aseado y todo, era más bien que le gustaba demostrar que no era un inútil después de todo.

Jin había insistido en que su recuperación iba bien y, de hecho, pronto tocaría que la prótesis que mantenía los fragmentos de su hueso fuera retirada y se iniciara con otro proceso para recuperar la movilidad de su extremidad. Bendita sea la medicina. Así que quizá, muy pronto dejará de necesitar de esa maldita silla.

―¿Por qué hay una dosis de menos en tus medicamentos?―preguntó el enfermero al entrar a la habitación, en las manos llevaba el pastillero donde cuidadosamente guardaba todas las medicinas de Jimin para la semana. ―¿Te estás dopando sin autorización, Jimin?

―¿Qué? ¡No, cómo se te ocurre!―respondió el muchacho llevándose una mano al pecho con indignación. ―¿Por quién me tomas hyung? Yo nunca me drogaría con medicamentos bajo prescripción...sin invitarte―añadió en tono pícaro con una sonrisa.―Ya en serio, no he tomado medicinas de más.

Jin lo miró con los ojos entrecerrados, como cuestionando su palabra, pero al final decidió creerle.

―Está bien, pero...¿me dijiste "hyung"?

La noche de las luciérnagas ―NamMin°Minimoni―Donde viven las historias. Descúbrelo ahora