Keep a secret

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30 de mayo, 202 ...

―Es complicado. Entiendo lo que quieres hacer, pero sabes que no puedo. Lo siento, Nam.

Namjoon se soba el puente de la nariz con las yemas de los dedos. El dolor de cabeza se ha fundido con la persistente molestia en su pecho, justo en el costado, y por más que quiere no puede evitar sentirse de mal humor al escuchar la negativa de Jackson.

―¿Te sientes bien? ―Wang pone una mano sobre su hombro y lo mira preocupado. ―Te ves pálido y cansado.

No, definitivamente Namjoon no se siente bien, en lo absoluto. Física y mentalmente está agotado, pero teme que si lo admite en voz alta estaría dictaminando su comportamiento con base en esa afirmación. No puede predisponerse a darse por vencido, no tiene el privilegio de hacer una cosa así. Incluso cuando sabe que es muy probable que esta vez no puede ganar.

―Todo bien, es sólo que...

―Yo sé que esto debe estresarte demasiado, de verdad lo entiendo y lo siento mucho ― se disculpa el hombre mientras se acomoda nerviosamente el reloj caro en la muñeca izquierda ― pero lo que me pides es antiético y hasta ilegal, Namjoon. Podría perder mi empleo.

El doctor Kim inhala y el dolor se intensifica, se encoge en sí mismo levemente hasta que la punzada molesta cede un poco, una gota perlada de sudor escurre por sus sienes. Por un segundo, odia a Jackson Wang y su maldito "código de ética laboral", lo odia a él y su traje a medida, su reloj de Cartier y zapatos de Prada, su estúpido empleo en la tonta universidad privada más reconocida del país.

―No es cosa del otro mundo, sólo necesito la lista de asistentes de las últimas conferencias que di en Yonsei ― replica el moreno tratando de controlar su voz para no sonar demasiado exigente. El vaso de agua que ha pedido un minuto antes llega a la mesa y lo toma con prisa, buscando en su bolsillo la píldora que le traerá alivio hasta que la encuentra y la mete a su boca antes de beber del vaso. ―Sabes que no te pediría algo así si fuera importante...En verdad lo necesito, amigo.

Por unos segundos Jackson lo mira como si mirara a un loco, luego parece sopesar la petición en silencio mientras los sonidos de la cafetería en el centro de la ruidosa Seúl.

Hace calor. Namjoon no recordaba el calor ni el ruido de la capital. En ese viaje que se ha alargado dos días, a su parecer, innecesariamente, también descubre que no extraña ni un poco vivir ahí, ni su vida en ese lugar, luciendo y viviendo como el hombre que tiene sentado frente a sí.

Jackson se rasca la barbilla y suspira.―Ah, Namjoon, estamos hablando de darte acceso a datos personales de alumnos de Yonsei y de otras personas, podríamos meternos en serios problemas y todo por un mocoso que apenas conoces...Mira, Hoseok me lo ha contado y al igual que él creo que estás cometiendo una estupidez muy severa―el tono de Wang se vuelve condescendiente y eso irrita a Kim, de verdad que lo molesta mucho.―Puede que estés cruzando por un estrés postraumático derivado del accidente y creas que ayudar a ese muchacho es tu responsabilidad, pero Namjoon, tu única responsabilidad eres tú, deberías de estar viendo por tu salud y...

―No vine aquí por terapia, Wang―interrumpe Namjoon poniéndose de pie visiblemente molesto. El ceño fruncido y la barbilla adelantada delatan su enfado. ―En vista de que no vas a ayudarme, será mejor que me largue de aquí...tengo cosas que hacer.

Y sin esperar a que se diga otra cosa, deja dinero sobre la mesa y sale del lugar.

En la acera una distraída muchacha que tiene prisa choca con él y el dolor es tan fuerte que Nam entiende porque en las caricaturas se les ponía a ver estrellas. Tiene que tomarse unos minutos para recuperarse, la chica apenada se disculpa una y otra vez, pero él no la toma en cuenta, sólo quiere que se vaya, que siga su camino y lo deje en paz continuar con el suyo.

La noche de las luciérnagas ―NamMin°Minimoni―Donde viven las historias. Descúbrelo ahora