#𝟘𝟙

947 83 2
                                    

Fue curioso conocerla en una habitación donde el humo de cigarrillos a penas sí te dejaba abrir los ojos.

— ¿Nombre?

— Park Jihyo.

Pero así fue.

— Adelante.

Habían sido hace algunas semanas, sin saber nadie con exactitud cuántas, cuando una de sus mejores amigas había caído.

No tenía que esforzarse para darse cuenta de que estaba comenzando a sonreír, tampoco tenía que pedirle abrazos pues ella sola se los daba sin mencionar una sola palabra. Jihyo se sentía plenamente feliz de verla avanzar en la vida. Hasta que llegó al departamento oliendo a vodka y con los ojos rojos, que no estaban así sólo por lo que haya sido que fumaba. Después te tanto tiempo volvió a verla rota, llorando y rogando a los cielos que las cosas dejen de salirle mal.

— ¿Qué sucedió, Nayeon?

— Me dejó, Jihyo. Se fue para siempre.

El apartamento nunca había estado tan triste en Navidad a pesar de los intentos de Jihyo en hacerlo ver bello. El frío de la nieve era nada con el frío en el alma de Nayeon. Y Mina no ayudaba tampoco, siempre había detestado la vida y todo lo que tuviera que ver con ella.

— Siempre te he dicho que era una perra, Nayeon.

— Cállate, idiota.

— No peleen chicas, ¡vamos a ver una película y nos vamos a reír!

Realmente detestaban compartir espacio una con la otra, pero algo decía que detestaban más no hacerlo. Siempre se veían esos pequeños detalles en ellas. Cuando Mina deja el último puñado de palomitas para que Nayeon lo agarre o cuando ésta misma le comparte de su manta. Estaban enamoradas y ciegas, o tal vez lo veían pero ninguna de las dos quería iniciar algo que podía traer el caos completo.

Ninguna de las dos tiene un buen historial con el amor, ninguna sabe lo que es amar y que todo salga bien en el proceso de conocer lo que es un corazón enamorado. A pesar de las indirectas de su amiga, ellas seguían pensando que era normal besarse a escondidas de ella en la terraza creyendo que no las veía. Seguían pensando que las amigas normales se miran con tanto amor.

Y para Jihyo estaba bien, porque para ellas estaba bien.

Pero Nayeon seguía siendo un desastre. Jihyo no recordaba exactamente cuántas veces se ha quedado a su lado sosteniendo su cabello mientras vomitaba todo lo que había consumido, pero habían sido muchas. Mina también ignoraba eso, el hecho de que el amor de su vida se estaba derrumbando. Jihyo aprendió que Mina también estaba asustada, porque Nayeon lo estaba, e incluso ella misma. Tenían miedo de que ese piso con más de seis años haciendo que estuvieran unidas un día pudiera volverse el más doloroso rincón del infierno.

Porque era normal enamorarse, era normal pelear, era normal irse. Y ninguna quería hacerlo. La única solución era ignorar el amor, ignorar lo que estuviera pasando y seguir con la venda puesta con tal de no perder a nadie.

Cada una lo ignoraba a su manera, Jihyo sonreía y les deseaba un buen día cada vez que cruzaba la puerta. Mina criticaba las malas decisiones de las personas sabiendo muy bien que la suya no es ejemplo para nadie. Nayeon bebía vodka, fumaba cigarros y salía a clubes toda la noche. No todas las personas llevamos las cosas por el buen camino. Y, aunque suene cruel, en el fondo Jihyo agradecía que Nayeon no hubiera encontrado otra forma de lidiar con un corazón que ama. Pues sí tan sólo se hubiera quedado en casa, sí hubiera rechazado las llamadas de sus otros amigos, no hubiera querido conocer su mundo.

— ¿Para qué quieres acompañarme? — gruñó soltando el humo de su cigarro. El balcón era el único lugar donde se le permitía fumar, en el fondo su amiga creía que había hecho caso nada más por sentir que se lo debía.

If you want love  Ꞝ  SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora