𝔽𝕚𝕟𝕒𝕝

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Mentí a Jihyo una vez, dos veces, y lo haría una tercera.

Junté mis manos entre mis rodillas y miré al cielo. Ni una nube. El clima cálido del verano me rozaba con un poco de viento. El anillo en mi dedo, las pulseras en mis muñecas, mis uñas pintadas de negro.

Estaba abrumada.

Mi cabeza pensaba mucho estos días, incluso sí nuestra boda fue hace dos meses.

Tomé aire lentamente, tratando de sacar este sentimiento de culpa de mí. Pero era imposible.

Nuestra casa era tal como yo quería. Jihyo la decoró a su estilo; colorido pero ordenado. La habitación extra estaba vacía, a veces una de las dos abría la ventana y dejábamos la puerta abierta. Limpiábamos el piso, nos sentamos en el medio y soñábamos sobre el futuro. Pensábamos que Nayeon sería buena niña porque sus madres eran las mejores.

A veces, en mi estudio, lloraba porque no era cierto.

Una vez alguien me dijo que así como la tristeza, las mentiras no duran

Lloré en la banca de la plaza. Sólo dejé las lágrimas caer, no sollozaba ni hipaba. Sólo caían. Jihyo decía que cuando pasaba, mis lágrimas parecían diamantes en mis ojos.

Una vez le prometí a Jihyo que estaría con ella en cada clima, pasamos por todos ellos. Pero ahora había algo nuevo; truenos y rayos.

Jihyo ahora era gerente de la tienda de música, Sooyoung renunció, así que la reemplazó Jungeun, una rubia que no me conocía como artista en sí, pero amaba las viejas canciones que alguna vez hice.

Someone like me, la canción que escribí en aquella biblioteca, sonó cuando bailamos primera vez como esposas. Porque Jihyo jamás recibiría más amor que el mío, aquel que late con prisa, aquel que le gusta las cosas cotidianas, aquel que hace el amor sin el deseo.

Y esa fue la primera vez que canté mi propia canción.

A veces miraba las noticias, Twice estaba arrasando, eran conocidas internacionalmente. Sonreía por ellas, a veces hablaba con Momo, pero nuestro lazo estaba roto.

Durante mis años en la disquera pude escribir canciones que estaban primeras en las listas de música, mi nombre era más conocido, no tanto, pero sí lo suficiente para tener una reputación entre otros compositores.

Me levanté de mi lugar y caminé al auto estacionado en una esquina. Jihyo me miró y me senté como conductora.

— ¿Te ha servido?

— No lo sé, sigo un poco angustiada.

— Ya pasará, vida. Es sólo momentáneo.

Yo sabía eso, también sabía que Jihyo no lo soportaría.

Mi secreto era tan grande que sólo lloraba en las noches, Jihyo se despertaba y me abrazaba, besaba mis mejillas y mis hombros. Nunca decía nada, no preguntaba porque quería darme mi espacio. Yo se lo diría pronto.

Y eso aterraba.

Me puse a conducir hasta llegar a nuestra casa, Jihyo decía que no sería un hogar hasta que Nayeon estuviera ahí.

Llegamos y fui a mi cuarto, tenía uno especial para estar escribiendo. Tenía un teclado y una guitarra, tenía una computadora de escritorio y una ventana que daba a nuestro pequeño patio. Era mi lugar.

Lloré de nuevo, los papeles en mi escritorio manchándose con gotitas de agua salada. Me sostuve la cabeza tratando de calmarme, pero me faltaba el aire. Respiraba pero mis pulmones no funcionaban. La angustia apoderándose de mí.

If you want love  Ꞝ  SahyoWhere stories live. Discover now