#𝟘𝟟

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Vi a Sana trece días después de enterarme que Nayeon se iba a ir.

Sí soy honesta conmigo misma, tengo que decir que casi había olvidado por completo lo que habíamos acordado. Nayeon escuchaba una canción de Twice en la radio cuando llegué a casa de hacer las compras de la semana, estaba simplemente recostada en el sillón, tenía los ojos cerrados y una calmada respiración. Me acerqué a ella y toqué su hombro.

— ¿Qué quieres?

— Nada, sólo estaba comprobando sí seguías respirando. — tragué el nudo en mi garganta y dejé las bolsas sobre la mesa, comencé a ordenar todo.

— Pronto ya no, no te preocupes. — la oí decir.

La melodía pasaba por mis oídos y me resultaba familiar, demasiado, así que pregunté.

— ¿Qué escuchas?

— Twice, ¿ya las has olvidado? Creí que Sana no salía de tu cabeza.

Parte de ello era verdad, no había dejado de pensar en Sana los primeros días, pero supongo que la angustia me había obligado a dejar todo de lado.

— Me sentiré culpable por eso toda mi vida. — admití sin que ella escuchara, haciendo referencia a ese día en el que preferí estar con una desconocida que con mi mejor amiga.

La tarjeta con el número de Sana parecía estar hecha de fuego y no papel, quemaba las puntas de mis dedos, instalaba un calor en mis mejillas que no salía ni con agua fría. Era como si supiera, muy dentro de mí, que algo cambiaría a partir de entonces. O quizá ya había cambiado desde que la curiosidad me picó, porque definitivamente no era la misma persona que hace un mes, cuando mi ingenuidad me mantenía en una burbuja que ya explotó. Hasta mis pijamas parecían haber perdido el color rosa por uno gris, no sabía cómo.

Me senté en medio de mi cama, sintiendo el colchón hundirse y mis peluches caer contra mí. Mi celular, encendido, temblaba junto a mi mano, junto a mis nervios. Tal vez no reconocería mi voz, tal vez ya ni siquiera querría una canción. Mas no sabría nada de ello sí no lo intentaba, ¿qué más tenía que perder?

Con el paso de los días perdí mi color, estoy perdiendo a mi mejor amiga y la otra parece ya estarlo, probar algo que jamás habría hecho de seguir siendo una ignorante no cambiaría nada.

O tal vez sí.

— ¿Sana?

Fueron dos segundos, dos largos segundos, los que esperé impaciente a que me respondiera una voz dulce y amable como la que recordaba.

— ¿Sí?

— Soy, soy yo, Jihyo.

— ¿Jihyo?

Cerré los ojos recostando mi cabeza sobre la almohada, por supuesto que no me recordaría tan lucidamente.

— Hablamos sobre pijamas una vez.

— Oh, ¡Jihyo! — su voz dio un salto, al igual que yo por tan inesperado tono. — Ya estaba por rendirme contigo, ha pasado tiempo y no me habías llamado.

— Lo siento por eso, tenía algunas cosas que atender y olvidé por completo nuestro acuerdo.

— No te preocupes por eso. — me calmó. — Me gustaría verte hoy.

— ¿Hoy? — cuestioné dudosa, mordiendo ligeramente mis labios, no esperaba verla, no aún, y no sabía por qué.

— Sí, hoy, ¿tienes algo que hacer?

— Realmente no.

— Bien, bueno, te esperaré en el club. — solté un suspiro inaudible. — No hace falta que entres, habla con el de la entrada y dile que vienes por mí, ¿te parece bien?

If you want love  Ꞝ  SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora