#𝟘𝟞

335 33 1
                                    

La vida de Nayeon era un desastre mucho antes de haberla conocido de esa forma tan inusual en una cafetería.

Lo recuerdo a la perfección, pues ese día hacía frío, mis manos estaban congeladas a pesar de estar cubiertas por guantes de lana. Mis mejillas estaban frías y rosadas, sentía mis labios partirse con cada ráfaga de viento, definitivamente era un día de esos en los que prefieres quedarte bajo las mantas de tu cama bebiendo una taza de chocolate caliente y mirando tu serie favorita. Esa fue la primer idea que tuve al apagar la alarma de mi teléfono y ver en la pantalla el clima frío que me esperaba, mas no podía hacerlo, no cuando debía ir a la biblioteca por unos libros que me ayudarían en mis exámenes próximos.

No tuve tiempo de desayunar, era domingo y los domingos la bibliotecaria cerraba al medio día. Me tomaba un par de horas llegar, no estaba precisamente cerca de mi residencia, y de tan solo pensar que no podría estudiar y no aprobar ya me dejaba mal sabor de boca.

Para mi gran suerte, o quizás el conocido destino, llegué a tiempo. Pero no tuve el mismo resultado al volver a la parada de autobús, lo vi pasar justo antes de que estuviera cerca de tomarlo. Volvería a pasar dentro de una hora y media, mas no tenía ganas de quedarme allí temblando y esperando. Aprovechando que en la vereda de en frente, justo en la esquina, había una cafetería y yo no había comido nada, entré a matar el tiempo.

No podía desayunar porque ese horario había terminado, así que me pedí una comida simple que no tardase mucho en hacerse, no quería perder el siguente autobús también. Dejé algunos de los libros sobre la silla a mi lado, tomé el que estaba arriba de todos en la pequeña pila y lo abrí en la página 87, página que debía aprenderme.

— Sí me preguntas a mí, creo que la biología es la materia más aburrida que haya existido.— comentó alguien. Al bajar el libro y levantar mi mirada de este, vi a una chica sentada frente a mí hablando tan distraídamente como sí fuéramos amigas de toda la vida.

Si, Nayeon me había dejado sin palabras desde el primer día. Me hablaba y hablaba sin parar sobre temas al azar, por ejemplo, lo mucho que le gustaba visitar ese lugar, lo mucho que adoraba sentarse en esa misma mesa todos los días y mirar a través del vidrio, lo mucho que le inspiraba inspeccionar la vestimenta y forma de caminar de la gente.

Y vi pasión en sus ojos al hablar de sus historias.

Pasión al hablarme de un amor ficticio desigual, de una aventura que existió nada más en su cabeza, de un problema que ella misma creó. Y para cuando el siguente autobús pasó, yo seguía escuchando atentamente como me relataba su más reciente escrito sin acabar.

Sonreía todo el tiempo, incluso diciendo que sus libros jamás habían sido publicados. Sonreía diciendo que nadie más que ella los había leído.

Volví a casa con un libro de más, el primer libro que Nayeon escribió. Pues le había prometido leer todos y cada uno, sin importar de qué tratasen.

Así pasaba mis domingos ahora, visitando la biblioteca primero y luego volviendo a la cafetería para hablar con ella de lo mucho que me habían gustado sus relatos, o lo poco que entendía de estos.

Escribía de una forma particular, algunas veces no tenía sentido, algunas veces las oraciones no coincidían, algunas veces el final era el inicio o al revés, pero eso lo hacía interesante. Tenía una historia que desarrollaba, pero dentro de ésta escondía sus experiencias y sueños propios.

Supe a partir de su tercer libro que su madre había fallecido tres horas después de haberla traído al mundo, y su padre no era más que una sombra que solamente veía en sus pesadillas. Una sombra en un rincón que ni siquiera tenía luz.

If you want love  Ꞝ  SahyoМесто, где живут истории. Откройте их для себя