#𝟘𝟛

369 48 1
                                    

Jihyo's Point of View

Todo era tan diferente a lo que había imaginado alguna vez. Nada de lo que nos rodeaba me recordaba a la Nayeon de años atrás, cuando la conocí en su etapa más feliz de la vida.

Tal vez mucha gente me creía muy odiosa o molesta por el simple hecho de estar contenta casi siempre, a decir verdad no me interesaba. En algún momento, mi felicidad era fácil de contagiarse a Nayeon, también a Mina. Las tres habíamos sido sonrientes y bobas hace mucho. Aunque busque y busque, no puedo ver exactamente cuando fue que la única que reía era yo.

Era tan triste, apagado, sin color. Todo había perdido su brillo excepto yo, y no sabía por qué. Tal vez porque siempre fui muy distraída.

O tal vez era el destino, nunca había creído tanto en él, pero por algo pasaban las cosas. Buenas o malas, así eran.

— ¿En qué tanto piensas? — me preguntó Nayeon.

— En nada, ¿por qué?

— Siento que quieres preguntar algo, adelante.— asintió. Lo único que hice fue mirarla, siempre la miraba igual, buscando a su pasado. Buscando a la chica que conocí. No podía aceptar que se había ido.

— ¿Quién era la mujer a la que todas empezaron a mirar y saludar? — cuestioné insegura.

Por alguna razón, mi amiga puso los ojos en blanco soltando un suspiro, señal de que mi pregunta la había molestado. Me apené un poco, pues, el humor de Nayeon estaba muy cambiante esa noche y no sabía cuáles frases eran las adecuadas para decir, y cuáles no.

— Sana.— contestó con simpleza.— No, perdona.— se aclaró la garganta.— ¡Minatozaki Sana, la talentosa y preciosa compositora de Twice! — añadió con una exagerada emoción.

— Por alguna razón, creo que no te cae bien.

— No, qué va. Es como mi mejor amiga, la adoro.

Estaba usando mucho sarcasmo, pero no podía descubrir sí era buena o mala señal. Me limité a asentir y seguir mirando a la gente de la habitación.

Ese mundo no era para nada igual al mío, sin siquiera una pizca de parentesco. Me sentía en otra dimensión, incluso en otro cuerpo. No podía negar que me seguía incomodando mi atuendo, y el hecho de que atrapé miradas de más de una mujer. No me sentía molesta, era más bien, muy observada. Por más que intentase camuflarme, cualquiera vería que yo sobro allí.

Siendo ya mayor la gente llegaría a la conclusión de que había hecho cosas como estas antes, pero la realidad es otra. Fui criada como hija única, teniendo todo lo que pedía y siendo cuidada de todo peligro. Aunque ahora mismo fuera madura, consciente de muchas cosas, seguía viva en mí la niña de siempre. Aunque tampoco tan inocente, no soy estúpida.

Los años de universidad lejos de mi familia me mostraron otros lados de la vida, esos que no querían que viera. Mi primer beso había sido un desastre, mi primera vez muy incómoda. Incluso fui capaz de casi llegar al punto de probar todo tipos de drogas, claro que no lo hice. Ni siquiera bebía alcohol.

Pero de eso hace ya muchos años, cuando conocí a Nayeon y Mina volví a ser una niña que solamente quería estar con sus amigas.

Divertirme, eso me gustaba hacer.

Y es lo que necesitaba hacer estando con Nayeon, no pensando en cosas del pasado.

— ¿Cómo conoces a Sana, sí a la baterista la viste hace unas semanas?

— Larga historia.

— Aún falta para que inicie el concierto, ¿sabes?

— No vas a parar de preguntar hasta saberlo, ¿verdad?

If you want love  Ꞝ  SahyoWhere stories live. Discover now