#𝟘𝟠

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" y necesito que sepas que estamos cayendo tan rápido.
estamos cayendo como las estrellas, estamos enamorándonos.
y no tengo miedo de decir esas palabras, contigo estoy a salvo."

— falling like the stars - james arthur

Dejé de sentir culpa cuando salimos del hospital, y eso tampoco me hizo sentir culpable. Creí que me merecía un descanso, Nayeon no mejoraría o empeoraría en mi ausencia, o al menos eso me gustaba creer.

Sana no dijo a dónde íbamos, y por alguna razón no me importó pensar que la seguiría a cualquier lugar. Quizás, algo dentro de mí, comenzaba a pensar que sentía algo por ella, algo muy pequeño.

Quizás me estaba enamorando.

Suspiré ante ese pensamiento, Sana me miró por un segundo pero no dijo nada. Yo me sentí tonta.

— ¿A dónde vamos? — me atreví a preguntar después de diez minutos.

— A ningún lado, ¿Por qué? — sonaba tan despreocupada que sentí envidia. Me gustaría no preocuparme de las cosas.

— ¿Sólo estamos caminando?

— Exactamente.— asintió.— Mira.

— ¿Qué cosa?

— Todo.

Pero mis ojos jamás se apartaron de ella.

Sostuve el aire en mis pulmones cuando Sana tomó mi mano. Su expresión seguía siendo serena, a pesar de que sus ojos estaban rotos. Me di cuenta.

Me daba cuenta de muchas cosas últimamente que tenían que ver con ella. Acepté que quizás nos estábamos enamorando.

Caminamos por horas, los pies me dolían, pero ella seguía queriendo caminar. Estuvo en silencio mucho tiempo, pero me había hablado de tantos lugares a los que fue. Sentí admiración, ella viajaba haciendo algo que le gustaba, no dormía por días y luego nadie la despertaba.

Estaba oscuro cuando decidió que ya estaba bien. Nunca soltó mi mano.

— ¿Ya sabes suficiente?

Lo pensé un momento, miré el cielo, la luna nos hacía compañía, las nubes guardaban nuestros secretos.

— Creo que nunca lo sabré.— admití.

Ella volteó a verme, la farola de la calle se reflejaba en sus ojos, haciéndolos ver brillantes. Su cabello se movía con la ligera brisa de la noche.

Sana era hermosa.

— Yo creo que es mi turno de conocerte.

Un segundo después, ella me besó.

No lo comprendí al principio, no entendí qué estaba pasando. Ella me estaba besando despacio, como sí temiera un rechazo. Le correspondí unos segundos después, cuando el movimiento de sus labios me atrapó por completo.

— Quiero saber quién eres cuando nadie está mirando, quiero saber quién eres a las cuatro de la madrugada y estás sola.— susurró cuando el beso terminó, pero sin alejarse de mí.— Quiero saber quién eres en verdad.

Después de eso, ella me volvió a llevar al hospital. No dijimos nada en el camino, no creí que fuera necesario.

Nos despedimos cuando llegamos, le dije que la vería al día siguiente, y esta vez sí que lo haría.

Pero de nuevo, no lo hice.

Nayeon había dejado de respirar por la mañana, Mina no dejó de llorar en silencio mientras esperábamos afuera de la sala. Estuvimos quizás horas, quizás un par de minutos, no podía saberlo.

If you want love  Ꞝ  SahyoWhere stories live. Discover now