Capítulo V

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¿El primer asesinato que se hizo conocido? Es difícil recordar, pero estoy casi segura de cuál fue.

Tenía una profesora, no recuerdo exactamente de qué materia era pero sí recuerdo que era una completa perra mentirosa y manipuladora. Hacía creer que era una persona encantadora pero a tus espaldas podría apuñalarte si tuviera la oportunidad.

Siempre la veía fumando en una de las terrazas vacías del edificio del colegio, en una de esas terrazas a las que nadie iba, en esos momentos era en los cuales se sacaba su careta y mostraba lo que era realmente.

La espié, sí. Por mucho tiempo lo hice. Era mi secreto disfrutar su pequeño momento de sinceridad, cuando nadie la veía, o bueno, cuando creía que nadie la veía.

La tenía tan estudiada que incluso me sabía sus horarios de memoria, a qué hora comida, a qué clases debía ir, su hora de descanso o cuando se tomaba tiempos para escapar de los alumnos.

Cuando les hablé de ella a Nox y Nuriel no se entusiasmaron, ni siquiera mostraron interés. No les importó. Me desilusionaron e incluso lograron hacer que pierda un poco de interés en ella, pero la pequeña obsesión seguía allí.

Pensar en ella en este momento me trae al cuerpo las viejas sensaciones, los sentimientos que tenía por aquel entonces hacen que se me erice la piel. Pensarla me hace temblar.

Nox y Nuriel no quisieron ayudarme en ese momento, creían que esa mujer no valía la pena y que era mejor buscar a alguien más, alguien que cumpliera con tontos requisitos que querían. Además, Nox estaba muy ocupado tratando con distintos hombres de poder que querían contratarnos, ya sea como sus sicarios, sus matones o sus guardias personales.

Estuve, por primera vez en mi vida, planeando y llevando a cabo una muerte sola.

Ya tenía un poco de experiencia, gracias a todas las muertes en los últimos tres años. Aprendí cómo debía actuar para atraer a la víctima y a limpiar todas mis huellas para no dejar rastros.

En menos de dos semanas logré planear todo, sin dejar ningún cabo suelto, pero esta vez quería algo diferente, quería que supieran que estaba ahí, que todo había sido por mí.

A la profesora la interrumpí en uno de sus muchos descansos, en aquella terraza. Al principio se mostró sorprendida de encontrar a una alumna allí, luego puso su sonrisa más amablemente falsa y yo hice lo mismo, fue ahí donde empecé mi juego.

Me tomé el trabajo de entablar una conversación, cada día, durante dos semana, conseguí crear un vínculo y ganar su confianza. Se soltó, pudo ser ella misma conmigo y ese fue su error.

La pequeña obsesión se esfumó tan rápido como apareció. Cuando la conocí realmente, cuando se abrió a mí y supe hasta sus miedos, fue en ese momento en el cual perdí el interés que tenía en ella. Y es que cuando alguien obsesionado consigue tener su motivo de obsesión, esa obsesión deja de tener sentido, lo vemos tal y como era desde el principio, algo completamente simple y aburrido por lo que tuvimos un periodo de fascinación excitante.

En la semana cuatro la invite, le dije que sería mi cumpleaños y anhelaba que ella estuviera allí, al principio se negó pero no bastaron más que palabras para convencerla. Algo favorable que estuvo conmigo fue la relación profesora-alumna que teníamos, eso hizo que no le hablara a nadie de mí ni del lugar en el que estaría aquella noche.

Apareció en mi puerta, con una sonrisa radiante y un regalo en sus manos. Su perfume barato es lo primero que viene a mi mente si pienso en ese momento, tenía un vestido carmesí y los labios del mismo tono, su cabello caía en cascada en su espalda y un abrigo blanco que cubría su pecho descubierto.

La vida de Lilith (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora