Capítulo XIII

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—¿Consiguió la información de los guardaespaldas del presidente? —Nox había interceptado a Noah mientras él estaba bajando las escaleras.

Noah Valente lo miró con cansancio, me llegaba a dar hasta pena aquel hombre. Nox podía ser bastante molesto cuando se lo proponía y, en aquel momento, se propuso molestar a aquellos cuatro hombres que eran la causa de que estuviéramos allí.

Nos habíamos mudado el mismo día que nos enteramos de mi nueva "familia", habían pasado unas cuantas semanas de eso... un mes, mejor dicho.

Nox se encargó de crear un plan para nuestra más reciente víctima de ese momento. Primero debíamos vigilarlo, saber absolutamente todos sus horarios.

Con la ayuda de Allan pude infiltrarme entre su gente fácilmente, mi nuevo trabajo era ser su asistente personal, aunque tomó dos semanas que tuviera la libertad absoluta de su agenda y la confianza de dicha víctima.

Noah se ofreció a ayudarnos para así, según él, poder acercarse a mí y conocernos mejor para construir una relación sana de hermanos. Una idiotez gigantesca, pero a fin de cuentas era útil y gracias a él conseguimos información sobre sus guardaespaldas; la frase "el dinero todo lo compra" estuvo bien implementada ahí.

Nuriel se ocupó de conseguir todo nuestro armamento, Carlo lo ayudó con eso. Al parecer al pequeño violento del trío le gustaban mucho, demasiado, las armas; no importa de qué clase sean él tenía conocimiento absoluto de todas y cada una de ellas.

¿Para qué negarlo? Esos dos fueron realmente de ayuda.

Blaise, en cambio, sólo se ocupó de mirarnos fijamente desde lejos y no decir ni una palabra; cosa que era extraña teniendo en cuenta su reacción el primer día que nos conocimos. De todas formas, no le di mucha importancia al comportamiento del pequeño Valente.

—No puedo verlo pero cada vez que siento algún escalofrío sé que ese idiota está mirándonos de lejos —Susurró Nuriel.

Y, efectivamente, Blaise estaba a espaldas de Nuriel, en la puerta de la cocina mirándonos sin disimulo alguno.

—¿Se te perdió algo? —Dije de manera brusca.

—Estoy en mi casa, puedo entrar a cualquier lugar que quiera, hermana —Sonrió con miedo.

El idiota me tenía miedo pero jugaba al valiente.

—Mi nombre es Lilith, no hermana.

Me baje del asiento y rodeé la isla de madera hasta dar con Nuriel, lo tomé de la mano y lo lleve conmigo fuera de ese lugar.

A pesar de ocultarlo bien podía ver la incomodidad de Nuriel por estar en aquella casa. Nox lo estaba manejando bien, pero Nuriel era otro tema completamente distinto. No podía dejarlo solo, me preocupaba que pudiera tener algún ataque y golpear las cosas a su alrededor.

—¿Llevas al niñito a qué se distraiga en el jardín? —Preguntó con burla Blaise, nos seguía de cerca.

Nuriel se tenso, ejerció presión a mi mano y estuvo a punto de detenerse pero logra estirar de él con más fuerza y llevarlo conmigo.

—Es mejor que cierres la boca, pequeño Valente, o perderás aquello que, biológicamente, te hace hombre —Lo amenace sin parar mi caminar y sin mirarlo.

Deje de escuchar sus pasos detrás de nosotros, nos había dejado de seguir, apostaba lo que sea a que se había orinado encima del miedo. Imbécil.

No sé qué tenía en contra de mis chicos, en especial de Nuriel, pero si creía que iba a quedarme viendo cómo se burlaba o los provocaba estaba completamente equivocado; Nox y Nuriel eran perfectamente capaces de defenderse pero, en aquella casa, era mejor no correr riesgos, después de todo sabíamos que yo podía quemar la casa entera y ellos no abrirían la boca, me necesitaban y, además, seguían insistiendo con la idea de "ser familia".

Llevé a Nuriel a la habitación en la que dormíamos; porque sí, compartíamos habitación, no iba a permitir que nos obligarán a dormir separados, nunca lo hicimos y no lo haríamos.

Hice que Nuriel pase primero a la habitación y, luego, cerré la puerta detrás de mí.

—Lilith —Susurró con voz ronca.

No dejé que hablara, lo empuje a la cama haciendo que entrara en ella y yo me senté sobre él. Tomé su cara en mis manos y lo obligue a que no apartará la mirada de mí.

—Tienes que calmarte, cariño —Susurré cerca de sus labios.

—Lo siento —Me respondió suavemente.

Sus manos acariciaron mis piernas hasta detenerse en mis caderas y apretarlas, en ningún momento apartó la vista de mí.

—Sabes que no puedes hacer ningún berrinche aquí —Llevo su cara a mi cuello, su respiración hizo que la mía se entrecortara—. Nuriel, te estoy regañando, no me distraigas —Me quejé.

Pude sentir como en sus labios crecía una sonrisa, maldito idiota.

—Lo siento, prometo portarme bien la próxima —Empezó a repartir besos por mi cuello mientras que sus manos en mis caderas me llevaban en un lento balanceo de atrás a adelante.

—¿Por qué siempre termino haciendo lo que tú quieres? —Solté con resignación.

Mis manos fueron hacia sus hombros y mi cabeza fue hacia atrás, dándole mayor acceso a mi cuello. Él siguió chupando, mordiendo y besando toda la piel que tenía a disposición.

—Eres mi maldito paraíso personal, demonios —Soltó con suspiros.

—Es irónico, teniendo en cuenta que mi nombre es en honor a un demonio que expulsaron del infierno —Dije con burla.

Me moví, lentamente, en círculos sobre él. Ahora fue el turno de Nuriel de dejar caer su cabeza hacia atrás y mi turno de besar su cuello.

Me tomó con fuerza de las caderas y en un movimiento rápido nos giró, tirándome en la cama y dejándolo a él sobre mí.

—Está bien... —Dije con una sonrisa— pero no le digas a Nox que me encanta que me domines.

—Es un secreto nuestro —Susurró en mi oído.

Poco a poco se deshizo de mi ropa y de la de él, entre besos, lamidas, mordiscos y chupones. Agarré una de sus mejillas y lo admiré detenidamente, el hombre frente a mí era realmente hermoso. Sus facciones y el cabello despeinado, sus ojos y esos labios que me pedían a gritos que los bese y muerda.

—Nuriel —Supliqué y él solo asintió.

Ya sabía lo que quería, y es que con él todo era tan fácil, era mi seguridad completa, al igual que Nox, los dos lo eran.

Sin hacerme esperar, bajó lentamente hasta estar entre mis piernas y allí se puso a hacer trabajar su lengua, mis gemidos llenaron la habitación por completo; sentí como puso una de sus manos en una de mis piernas y la otra mano que tenía libre la puso en mi abdomen, dejándome inmovilizada.

Llevé ambas manos a su cabello y lo empuje todavía más hacía mí, si es que eso era posible. Cuando menos lo esperé fue cuando mi orgasmo llegó, haciendo que tiemblen mis piernas y que tomará fuerte los cabellos del hombre que tenía allí abajo.

Nuriel salió de allí con una sonrisa triunfal y un brillo en los ojos que decía que me esperaba una larga tarde.

—No me mires así, idiota —Dije con diversión—. Espera que me recomponga y será mi turno, no vas a poder levantarte de esta maldita cama.

—Eso espero —Se mordió el labio.

Con rapidez, lo tomé de los hombros e intercambié lugares, dejándolo a él debajo de mí.

—Luego no quiero quejas —Lo besé.

La vida de Lilith (Borrador)Where stories live. Discover now