8. Desconozcámonos

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      Los días pasaron de a micro pasos. Cuando Esteban traía a Miri yo la cuidaba y él salía a tomarse un café o quedarse en su casa. El lunes le tocaba ir al bar, pero no podía. Decía que estaba tan nervioso que se le revolvía el estómago, y las manos le transpiraban así que nos quedamos los cuatro juntos en mi departamento a pasar la tarde y cenamos juntos.

      Lo mismo pasó el miércoles y el viernes y yo no iba a presionarlo. Decidí que se queden después de la cena y que cuando los nenes duerman nos tomemos unos tragos para relajarlo.

      Saqué el whisky de la alacena, gaseosa de lima limón y me puse a hacerle mi trago favorito.

      —Quién hubiera pensado que tenías whisky en la alacena…

      —Y es que soy fina ¿viste?

      Nos reímos y ya íbamos por la tercera copa, cuando yo paré porque me iba a poner en pedo.

      —¿No hay más? —Preguntó.

      —Para vos, las que quieras, para mí, no.

      —¿Solo tres aguantas?

      —Sip.

      —Débil… —Se burló.

      —No te burles, que no puedo ponerme en pedo, con mi hijo en la otra habitación.

      —Hoy es para disfrutar, además ya está acostado. Tomate una más conmigo y ya me voy. Necesitaba esto.

      … Bueno, un trago de más no me va a matar…

      Me lo serví y le hice el otro a él, pero con más whisky así ya termina también.

      —Ey, al mío le echaste el doble. Haces trampa. —Se quejó.

      —Es para emborracharte y aprovecharme de vos.

      Nos reímos, brindamos y nos lo tomamos.

      —Tenías razón que este trago está bueno. —Me dijo y me reí.

      —Obviooo, siempre tengo razón.

      —Estás en pedo. —Afirmó.

      —Obviooo.

      Se rió y yo también. Guardó el whisky en la alacena y yo guardé la gaseosa en la heladera. Pero la heladera se sentía tan fresca, que dejé la cara ahí y no la cerré.

      —No, no. Salí de ahí. —Me retó.

      Me agarró de la cintura para echarme hacia atrás y con la otra mano cerró la heladera. Quedamos enfrentados, con su mano ya fuera de mi cintura, pero la tensión se*xual entre nosotros era demasiada, para ignorarla.

      No sé quién se movió primero, pero unos segundos después, ya estábamos besándonos y fregándonos. Metió su mano en mi pantalón y sin previo aviso, me metió dos dedos adentro, mientras yo gemía contra su boca. Yo no tardé en tocarlo por arriba del pantalón y darme cuenta de que estaba duro. Esto es bueno…

      Se lo desabroché y se lo bajé un poco con su calzoncillo, para tocarlo directamente, mientras él no paraba de meterme los dedos con fuerza. Cuando lo toqué gimió y le tapé la boca con mi otra mano. Seguimos así hasta que yo fui la que gimió, al sentir su tercer dedo y él me la tapó a mí.

      Tiene los dedos muy largos… y parece que saben lo hacen…

      Se sentía muy bien… Y espero que él también lo sienta, porque estaba muy duro. Cuando vi que ya no gemía y podía sacarle mi mano de la boca me toqué el clíto*ris, para poder llegar y lo hice a los segundos. Él empezó a maldecir por lo bajo, así que me saqué su mano de la boca, le tapé la boca besándolo y mientras sentía como se acababa en mis manos.

Romeo & yo [+18] ✔Where stories live. Discover now