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No es secreto que todos quieren tener mi vida "perfecta", una aventura diaria, como le llaman, una vida llena de cámaras, de lujos, con una persona que aparentemente da todo por mí, con una familia unida, que sabe afrontar los problemas de la mejor manera. Pero yo no, a pesar de que me ha sido llegar hasta el lugar en el que estoy y que la vida me ha llenado de bendiciones, también me ha dado golpes muy duros, comenzando por irme a otra ciudad para lograr mi sueño de ser la conductora de televisión.

—Gracias por sintonizarnos el día de hoy. Nos veremos mañana de nuevo en esto que es... ¡Alegría de vivir!

—Corte —el director de cámaras nos avisa que ya hemos salido del aire—. Muy buen trabajo señores, por hoy se acabó, hasta mañana —Pedro voltea conmigo para darme un recado—. Michelle, te busca Roberto en tu camerino

Su cara de desagrado se hace presente, es más que claro que Roberto no le cae nada bien.

—Gracias Pedro, en un momento estoy con él —lo miro dudosa, pero intento no mostrar mi propia preocupación.

Roberto es mi novio y es el hombre que tan feliz me hizo antes, pero que ahora solo me pone muy nerviosa, más aún cuando me visita en el canal. Es un hombre guapo y fornido eso no lo puedo negar, impone solo de tenerlo de frente, y no solo eso, también derrite a cualquier mujer que lo mire, por toda la testosterona que emana. El tema aquí es que a mí no me derrite, a mí solo me causa dolor, aunque no estoy del todo consiente de ello, es algo presente, pero no tan evidente.


* * * * *

Voy casi corriendo al camerino, ya que cuando Roberto me visita no debo de hacerlo esperar, ya que solo está ahí por dos hipótesis; estaba celoso o enojado pero quiere hablar, por eso va por mi, para tener el espacio para que me diga todo lo que siente, o lo que le hizo mal. Esto no es algo mutuo, esto es solo un momento para que él diga lo que necesita decir.

—¿Por qué tardaste tanto Michelle? —fue su primer comentario, ni siquiera me saluda—. De seguro te estabas dejando toquetear por uno de los camarógrafos ¿no? —Roberto me toma del brazo y me acerca a él.

—Claro que no, ellos son muy respetuosos y solo me quitan el micro y el apuntador, no tienes por qué ponerte así Roberto, es mi trabajo, solo lo estoy haciendo como se debe —no dice mucho, en realidad nunca lo hace, solo viene y pega su cuerpo con el mío.

—¿Qué no entiendes amor? No quiero que se roben a mi mujercita —Roberto se acerca y cierra la puerta para así poder apretarme más sintiendo así lo evidente, una erección completa de su miembro— Ven, quiero llevarte a un lugar —intento separarme de él y recobrar mis estribos.

—No puedo, ya te lo había dicho desde hace un par de días, quedé de ir con mi hermana a ayudarla a terminar de mudarse, me está esperando.

Roberto me mira y se acerca, sabe que no puede montar aquí un escándalo así que baja mucho la voz.

—Te dije que vamos a ir, en ningún momento te estoy preguntando.

Toma mis cosas, mi mano y sin decir más palabras me lleva directo a su coche para poder llegar a su departamento. Pero para mi suerte tardamos en llegar, ya que algunos fans se acercan al salir para que le dé unos minutos, además de la foto y autógrafo. Puedo ver la cara de Roberto, sé que no es la mejor de todas, me apura una y otra vez, pero no tengo prisa y no puedo ser descortés. Puedo decir que me estoy convirtiendo en masoquista, aunque viéndolo desde otra perspectiva, no es así, es simple protección personal, y es que en más de una ocasión he pensado e intentado terminar con él, pero siempre amenaza con matarse o peor, con matarme si eso pasa, así que desistí millones de veces en hacerlo, soportando así todos sus malos tratos. Cada día solamente logro tenerle más miedo además de ya no verlo como novio si no como mi verdugo, como una persona con la que solo estoy por protegerme de él mismo.

—No entiendo por qué tanta gente te sigue, saben que tienes dueño —indudablemente agache la mirada ante su comentario.

—Roberto por favor no digas eso. Tú no eres mi dueño, yo no soy una mascota.

Roberto para en una tienda de conveniencia, pero no para comprar algo, sino para comenzarme a gritar.

—Mira Michelle, estoy harto de que me contestes de esa manera, porque no terminas de aceptar que tú eres mía.

—Porque no soy de tu propiedad, siempre te lo he dicho, no me gusta que me trates como tu trofeo.

Roberto voltea y toma el cinturón para apretarme más al asiento y evitar que no lo mire. En muchas ocasiones así, o la gran mayoría de ellas, le sale su otra personalidad, la que yo tanto odio, en la que habla y expresa que me entiende, pero después todo termina peor, y los maltratos más grandes se hacen presentes, su reacción es dependiente a lo que yo conteste o no conteste.

—Tienes razón, me equivoque, pero entiende que no quiero perderte —suelta el cinturón y frota mi cuello y mejilla en señal de arrepentimiento—. ¿Verdad que tú tampoco quieres que me aleje? —temerosa le asiento—. Bueno, entonces vayamos a festejar, vamos a pasar un momento juntos, al rato salgo de gira y quiero llevar algo de ti.

Llevar algo de mí. Odio cada que él pronuncia esas palabras porque implica una sola cosa, de nuevo tengo que mantener intimidad con él a fuerzas, de nuevo tengo que fingir orgasmos, ya que aquello no lo disfruto, me duele, me hace sentir mal, Roberto ya no se preocupa de mi, ahora solo me lastima a cada momento del acto, tanto emocional como físico. Sé lo que está haciendo en mí, pero no encuentro salida, me siento en un laberinto, siento que no puedo comentarlo con nadie, no podía hacerlo con mi familia, no con mis padres no quiero meterlos en esto, no quiero que las cosas se salgan peor de control y lamentar algo por no haber puesto un alto cuando todavía había remedio, un maldito alto cuando era tiempo y no ahora que todo me gana, él, las circunstancias, la presión social, todo, ya no tengo respuestas a todas mis preguntas.


* * * * *

Me paso todo el camino sin decir una palabra, no sé que decir. Mirar por la ventana me ayuda a recordar lo bueno de nuestra relación, a lo que la mitad del tiempo me aferro, a ese hombre que tanto ¿amo? Ahora sinceramente puedo decir que amé. Es difícil poder entender porque pasa una situación de esta naturaleza, que hice mal para que se convierta en una relación dañina, es algo que duele. Roberto no fue así conmigo siempre y yo tampoco fui tan cobarde, supongo que las circunstancias me transformaron, recuerdo mis buenos momentos con él, fue una de las mejores relaciones que tuve, después... después todo cambio.

Obsesiones ©Where stories live. Discover now