18

29 6 0
                                    

Es extraña la sensación de tener esta libertad, no puedo negarlo, es extraño todo pero ahora sé que es lo que necesitaba, aunque tengo una pequeña preocupación que después abordaré, no deseo otra cosa que ir a decirle a Octavio lo que me acaban de comunicar y que podamos tomar decisiones. Al llegar le pregunto a Claudia si alguien se encuentra con él, me confirma que no, así que toco y cuando me da paso me doy directa a sus brazos

—Perdón por interrumpirte, es que no podía decírtelo por llamada o por zoom.

—¿Estás bien? —Pregunta un poco preocupado.

—Sí, sí lo estoy, es que me marcó Iván, me informó que detuvieron a Roberto, estaba en Tamaulipas, cometió una infracción, pero no se cuido y ya había orden de captura, así que ya lo tienen, están por trasladarlo a Ciudad de México y me informaron que tengo que presentarme mañana.

Suelto todo en prácticamente un solo aliento, sí, estoy confundida, entusiasmada, asustada y todo, pero estoy aquí, buscando soluciones para enfrentarme a la persona que de una u otra manera me trajo a este punto.

—Amor, respira, vamos por el inicio, estás... ¿cómo es que llegaste aquí?

—Manejé yo sola. Sé que Emma no debe de tardar, pero vine sola, lo necesitaba, es que ya no está libre Octavio, ¡ya no lo está!

Él me abraza, sabe perfectamente que estoy teniendo un cumulo de emociones que de primera instancia no sé explicar y que no sé como lidiar, pero que aún así necesitamos darle un rumbo mucho mejor encaminado.

—¿Necesitas regresarle la llamada a Iván? —Pregunta ahora que estoy más tranquila.

—Sí, por eso vine hacía acá, tenemos que hablar bastantes cosas y particularidades.

—¿Te llegó algún citatorio? —pregunta, dándole forma a todo lo que le acabo de explicar.

—No, llegará, pero no lo ha hecho, Iván no compartió la dirección de tu casa y no se les dará la mía por seguridad general y para que así no aten cabos donde no corresponde.

—Bien, eso fue una buena estrategia, ¿es por ello que tienes que ir a Ciudad de México?

—Sí, para que llegue a mi casa y sea ahí dónde yo lo reciba.

Octavio me mira, tengo el celular en mano para poder hacer la llamada, pero le da más importancia a lo que está teniendo en frente y es a mi cumulo de emociones, así que se centra en ello, sé que ya le ha notificado a Theo para que venga a acompañarnos.

—¿Cómo te sientes? —suelta directo y sin anestesia.

—¿Honestamente? —él asiente—. Estoy pensando demasiadas cosas, en todo lo que pasó, en lo que no, en sus decisiones. En las mías, en mis momentos de debilidad, pero también en las fortalezas y en todo lo que estos meses de terapia me han traído, me siento como a un niño pequeño que le acaban de dar 2 kilos de chocolate.

Octavio sonríe y estira su mano, la tomo sin dudarlo y me voy a sus brazos, me acomodo para sentirme mejor, pero unos gritos afuera me interrumpen. De pronto la puerta se abre para darle paso a una persona que no solo tira el momento que estamos viviendo, sino que cambia el ánimo de ambos.

—¿Por ella es que no me quieres atender Octavio?

Volteo de manera inmediata, Claudia está pidiendo ayuda afuera y puedo escuchar, pronuncia su nombre y ahora sé que tengo a la ex-novia de Octavio frente a mi.

—¿Qué haces aquí? —pronuncia Octavio tranquilo, no me está quitando de en medio de los dos, por el contrario, me está protegiendo y dando mi ligar al mismo tiempo.

Obsesiones ©Where stories live. Discover now