6.

108 10 1
                                    

Me levanto muy temprano, intentando no hacer ruido con Emma, he dormido muy poco y he vuelto a llorar, pero me siento mejor, sé mi decisión ha sido la correcta y necesaria.

Estoy dejando todo en la puerta cuando veo que Emma se queda en el umbral de la puerta luego de ver lo que dejé, se aproxima a mí.

—¿Qué estás haciendo?

—Maletas, me voy unos días de la ciudad.

—¿Te vas? ¿A dónde? —no quiero hablar y menos decir que no he acudido a mis citas como le prometí, así que solo le extiendo la tarjeta—. ¿Por qué esta decisión?

Suspiro y miro el reloj, tengo un par de minutos, me siento y le pido que haga lo mismo.

—Ayer Roberto me llevó a mi límite Emma, se enojó conmigo porque su departamento según su criterio estaba sucio, me dio varias cachetadas, me hizo sentir como la peor de las mujeres, de nuevo me doble e hice lo que él quería, otra vez termine siendo suya a la fuerza, me violo, me volvió a violar y ya no puedo permitir eso, tengo que amarme a mí misma, sino nunca podré amar a nadie.

Emma me ve fijamente y sin dudarlo me abraza lo más fuerte que puede, siento su apoyo y me hace sentir fuerte por un minuto.

—Me alegra que estés tomando esta decisión, pero quiero que te quede algo claro que no estás sola —Emma se separa de mi y sale corriendo a su cuarto trayendo consigo una maleta—, y yo me voy a ir contigo, no importa lo que pase.

Me paro de inmediato y niego, no puede, no.

—No hace falta, estoy bien, quiero hacer esto por mí.

—Y para cualquier cosa me tendrás a mí, no vas a hacerme retractar de mi idea, yo voy a ir contigo, no quiero dejarte sola en este proceso, necesitarás contarle a alguien.

—En eso tienes razón, pero tranquila, ya me siento mejor, siento aunque sea una poca más de fuerza, pero ahí, ahora soy consiente que necesito a alguien que me ayude a hacerle entender a mi cerebro que soy más fuerte que él, que puedo estar sola, salir a la calle, volver a amar, sobre todo eso Emma, volver a amarme.

Emma por primera vez me felicita, sé que le alegra escucharme hablar de esta manera y saber que existe una salida. María la señora que ayuda en mi casa, me ayuda a terminar de hacer mis maletas, mientras me decido a notificar a las 3 personas que debo, mis pares e Irene.

Le pido una y otra vez a María que no le diga nada a Roberto por más que le pregunte, de hecho ni siquiera le he dicho a dónde voy, solo que me iré. Apenas dan las 8 de la mañana y por primera vez siento que he logrado mucho. Cuando estamos ya en camino al aeropuerto Irene responde a mi mensaje diciendo que tome tiempo que necesite, solo que en cuanto llegue le confirme, no necesita mi dirección, solo saber que estoy bien. Irene siempre ha sido muy atenta conmigo, preocupándose y ocupándose de mí. Es como una tía, una persona a la que quiero demasiado.

Apenas puedo respirar y sentirme un poco tranquila cuento la primera llamada de Roberto entra, en un segundo mi realidad me da un golpe fuerte y entiendo que esto apenas comienza, Roberto ni en sueños se va a quedar tranquilo, no pensará simplemente que me fui y después me reportaré, no habrá excusas para él. Bajo la velocidad de manera inconsciente, ya que el miedo comienza a apoderarse de mi, trato de manejar lo mejor que puedo y evitar que Emma note este cambio, pero es imposible, me lo hace notar cuando de manera tranquila me pide que pare en una gasolinera, es claro que no requerimos gasolina, pero no digo nada, lo necesito, de verdad que lo necesito.

Un despachador se acerca, Emma pide el tanque lleno, me dice que bajemos y vamos hacia la tienda del lugar. Apenas nos alejamos sostiene mi mano y me sujeta fuerte por el brazo, siento su calidez, su cercanía. Como siempre.

Obsesiones ©Where stories live. Discover now