7. Espacio.

293 52 4
                                    

Cuando tenía diez años, mas o menos, después de un año de amistad a escondidas con Annie, sus padres se enteraron de que nos encontrabamos a escondidas. 

No había ocurrido ningún incidente, pero por alguna razón, su padre estaba empeñado en separarnos a como de lugar. La razón la supe un día en el que ambos estábamos parados bajo el techo de la entrada de la escuela, porque llovía muy fuerte.

Mamá se había enterado de nuestra relación a escondidas a mediados un par de meses antes, cuando nos encontró conversando en el parque cerca de mi casa. Ella sabia lo horrible que seria separarme de Annie y lo comprendía, así que no nos interrumpió. Ella misma iba por nosotros ese día, puesto que la mamá de Annie no podía.

Y allí estábamos ambos Annie y yo, en la escuela prácticamente vacía, esperando a que mamá llegara.

—Lou—me dijo Annie, rompiendo el extraño silencio en el que había estado todo el día.

Me había parecido extraño verla a lo lejos y notar que no estaba conversando con alguien, cuando siempre lo hacia. Y también había querido ir donde ella estaba y abrazarla mucho, pero no podía. Si lo hacia, probablemente la hubiesen sacado de la escuela y yo no quería eso.

—¿Qué pasa, Annie?—pregunte, inclinando la cabeza un poco, buscando sus ojos.

Ella había estado mirando al horizonte, pero de un momento a otro me miro, con una extraña  sonrisa en sus labios. —Tengo dos cosas que decirte—dijo ella, con un extraño brillo en sus ojos—. La primera es algo que las niñas han estado hablando mucho.

Entonces, ella se sonrojo por completo y volvío a mirar a otro lado. Yo no tenia ni idea de que era lo que le estaba haciendo ponerse así de roja ni menos sentirse así de incomoda, pero tampoco me atreví a preguntarle, porque tenia el leve presentimiento de que eso también me iba a incomodar. —Ellas están hablando de besos. Dicen que tengo que dárselo a alguien, pero yo insisto en que no es necesario.

Me quede callado donde estaba, mirando mis pies, ligeramente azorado por lo que mi amiga había dicho. Yo podía solucionarlo, a pesar de que no tenia ni la menor idea de como dar un beso. Solo sabia lo que sabia porque era lo que veía en las películas —mamá adoraba ver Titanic— y por la misma fuente de información de Annie, mis compañeros de clase. Todas las niñas estaban vueltas locas con ese nuevo descubrimiento y Molly estaba totalmente empecinada en darme un maldito primer beso, pero yo no estaba ni un poco interesado en eso.

Hasta que Annie lo dijo.

Era extraño que ella dijera ese tipo de cosas, porque ella no solía hablar de lo mismo que las demás niñas. No es que fuese algo así como un pequeño niño con ropa de niña, pero las cosas que solíamos hablar no eran ni de niños ni de niñas. Nosotros hablábamos mas bien de dibujos, planeábamos algún tipo de maldad o incluso de nuestros sentimientos hacia algún tipo de situación —la llegada de Lottie, por ejemplo, había sido un tema de conversación que habíamos explotado bastante.

—¿Y si yo te doy un beso, dejaran de molestarte?—pregunté, acalorado repentinamente.

Annie parecio sonrojarse aun mas y me miro fijamente a los ojos por un par de segundos. Sin si quiera darme cuenta, estábamos chocando nuestros labios inocentemente. Fue tan rapido que no creo recordar que fue lo qué sentí, ademas de vernguenza, probablemente eso no contaba como un beso real, pero habia pasado. Annie podia descanzar tranquila sabiendo que no estaba atras de su grupo de amigas.

—¡Fuchila!—exclamó Annie, riendo, mientras ambos nos pasábamos en antebrazo por la boca. Era una extraña sensasion, eso es lo que recuerdo. Ahora que lo pienso, quizas fue un poco mas humedo debido a nuestra inexperiencia. 

childhood memories; l.t auWhere stories live. Discover now