4. Bicicletas.

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Me encanta la primavera, sobre todo porque Doncaster es un lugar con bastantes parques y áreas verdes. Todo durante la primavera esta lleno de color y de vida, incluso cuando la mayoría de los días están nublados. 

Mamá estaba embarazada de Lottie cuando Mark un día llego con una bicicleta de paseo azul eléctrico. Lo que mas me emocionó en ese momento fue que tenia una campanilla –de esas que uno mueve una palanca y la cosa hace Tilin. Yo no tenia idea de como usar la bicicleta, por lo que los primeros días intentaba mantener el equilibro sobre ella sin moverme. Y hacia un montón de ruido con la campanilla.

El papá de Annie estaba ausente en esa época. Si no me equivoco, estaba en Escocia haciendo algunos papeleos, por lo que ella, para estar con su mamá, no salía mucho de casa y si lo hacia, ambas salían juntas. Eso a mamá no le molestaba, porque ella era consciente de que yo debía tener a alguien vigilándome y con un botiquín enorme, sobretodo cuando Annie y yo estábamos juntos. Así que cuando salíamos Annie, Marie-Jane y yo en el fin de semana era junto a su madre.

Cuando por fin pude mantener el equilibro en la bicicleta, salí a las calles a intentar andar. Al principio, no daba mas de dos pedaleos y ya estaba tirado en el piso, con los codos y rodillas magullados, pero con el pasar de los días –y una gran parte porque Annie me empujaba- pude avanzar lo suficiente para darme energías y seguir intentándolo.

Mi amiga ya sabia andar en bicicleta porque su papá le había dado una para la navidad anterior –yo había recibido una pelota de fútbol y unos guantes de arquero- y se había quedado empolvada en su cochera porque ella decía que no le gustaba que yo me quedara mirando y ella disfrutara de su bicicleta.

Una tarde, cuando mamá estaba tomando un poco de aire –ella lo había dicho– por su embarazo, saque mi bicicleta y comencé a intentarlo de nuevo. Las primeras cuatro veces avanzaba un par de metros, pero a la quinta, pude dar la vuelta entera al parque en el que estábamos.

—¡Mamá!—grite, cuando llegaba junto a ella sobre mi bicicleta. —¡¿Has visto eso?! ¡Le he dado la vuelta al parque!

Me baje de la bicicleta, dejándola tirada en la arena, a unos pasos de mamá, y fui corriendo hasta ella. Mamá me recibió con los brazos abiertos y me apretó contra su enorme estomago, murmurando orgullosa que le hacia sentir y que me iba a preparar un jugo de naranjas con zanahorias en casa.

—Me siento muy orgullosa de ti, Boo-Bear—murmuraba—. Tu hermanita y yo estamos realmente orgullosas de ti.

Ahora que lo pienso, se sentía orgullosa de mi perseverancia a la hora de querer lograr algo. De seguro cualquier madre se sentiría orgullosa de que su hijo supiese andar en bicicleta, pero siempre he pensado que mamá se sentía orgullosa de mi, no solo porque supe dar unos pedaleos sin caerme.

Cuando llegamos a casa, yo sobre la bicicleta, corrí al teléfono y llame a la casa de Annie. Su mamá me contesto y me hizo llamarla en una media hora después, puesto que ella se estaba bañando. Me bebí el jugo que mamá me preparo mas inquieto y bullicioso por eso, y estoy seguro de que si mamá no me hubiese dicho que le dolía la cabeza, yo no me hubiese callado.

Cuando el silencio cayo en la cocina, el teléfono sonó y yo corrí a contestar al ver el rostro de mamá.

—Lou, mami ha dicho que me buscabas.

Sonreí ampliamente al oír a Annie al otro lado del teléfono, y me permití hacer el mismo comentario de siempre, cada vez que hablas por teléfono. —¿Lou? Usted esta hablando con el cementerio.

Sabia que el cementerio era donde la gente que moría era enterrada, pero nunca le tomé real peso a eso porque simplemente me parecía gracioso cuando la gente se escandalizaba y colgaba. Pero con Annie había hecho la broma tantas veces que ya no resultaba. —Callate, feo. Me he salido de la tina rápido y el agua estaba rica.

childhood memories; l.t auWhere stories live. Discover now