1. Cinco Años

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Todo comenzó cuando tenia cinco años y unos pocos meses, cuando mamá tiraba de mi para que entrara a la escuela. Eso podría haber ayudado a que ahora fuera un poco mas alto, por cierto, pero sigo igual. Bueno, como iba diciendo, mamá tiraba de mi para que entrara a la escuela. Soy un niñito de mamá y siempre lo he sido, así que tener que separarme de ella durante toda la mañana y parte de la tarde era simplemente mas horrible que descubrir que el coco esta bajo tu cama.

En ese momento, la pequeña reja de metal era mi mejor amiga, mi aliada. Pero la cosa se estaba soltando poco a poco, por la fuerza que ejercía mamá al tirarme de los zapatos, que por cierto, se estaban saliendo de su lugar. Cuando salio uno, mamá me agarro de mi pantalón, y este comenzó a deslizarse.

—Vamos Louis, tienes que ir la escuela—decía mamá con voz estrangulada por el esfuerzo—. Volveré por ti, lo prometo.

Lo decía porque entre mi mar de lágrimas y mocos yo chillaba "Mi mamita no me quiere" repetidas veces. Y como era tan tonto yo no le creía. Hasta que llego una mujer que salio de la nada.

—¿Tienes problemas con él niño?—pregunto la mujer.

Al oír su voz, deje de gritar desde lo mas profundo de mi alma, y sorbiendo mis mocos e hipando, la mire.

—Dios, si, nunca pensé que me iba a costar tanto dejarlo aquí—contesto mamá.

Notando que yo dejaba de hacer fuerza, mamá me tomo del torso y me apego a su pecho, como si de un bebe se tratase. Mirando desde esa altura, note que la mujer tenia una niña pequeña de coletas tomada de la mano. Ella también había llorado, porque tenia las mejillas sonrojadas y un camino de lágrimas por ellas.

—Dime guapo, ¿Por qué no quieres ir a la escuela?—pregunto de nuevo la mujer.

Entre hipos y sorbeteos, le conteste: —Quiero estar con mi mami.

Con una enorme capacidad de persuasión, la mujer me dijo que tenia que ir a la escuela para que mamá pudiese ir a trabajar, y que si entraba allí, Santa vendría y me dejaría un montón de regalos para navidad, que si me portaba bien, mamá me permitiría comer una galleta mas y un montón de cosas mas, pero ahí una que era realmente importante.

—Ademas, guapura, mi pequeña aquí puede ser tu amiga, ¿no quieres tener amigos, Louis, y jugar con tus autos?

Sorprendido por su propuesta, mire a la niña que ella tenia tomada de la mano. En su mano libre, tenia una muñeca de trapo con cabellos negros de lana. Su cabello era tan negro como el de su muñeca, atado en dos pequeñas trenzas que terminaban en una cinta roja cuidadosamente atada. Sin quitarle la mirada de encima a la niña, sacudí la cabeza a modo de asentimiento.

—Por cierto ella es Anne, pero todo el mundo le dice Annie. Saluda cariño—.La niña me tendió la mano que su madre tenia momentos antes tomada y yo le apreté un poco.

—Yo soy Louis—conteste, con voz ronca por mis gritos.

Mire a mamá y ella se incó frente a mi. Me levanto mi sombrero, acomodo mi flequillo, ubico mi ropa y luego, de manera suave, me dio un beso en la frente. —Mi Boo-Bear, volveré por ti e iremos a comer helado, lo prometo—dijo, estrechándome contra su pecho.

Asentí, sintiendo que me largaría a llorar otra vez, pero entonces, la niña volvió a tomar mi mano y me sonrió.

Si unos cinco minutos antes me desagradaba la idea de separarme de mamá hasta llegar a compararlo con el coco, en ese momento en lo único que podía pensar era en porque ella tenia una muñeca en su mano cuando a mi no me habían dejado llevar un juguete.

Al llegar a la entrada, una mujer enorme, gorda y con mas bigote que un perro –eso es lo que pensé en ese momento; recuerda que tenia solo cinco años– nos recibió a ambos con un fuerte "Hola" de su parte. Luego se dirigió a alguien atrás de nosotros y hablo con mi mamá y la de Annie unos momentos, antes de que mamá se volviera a despedir de mi con la promesa de un helado.

—Bueno, pequeños, vamos a su salón.

Las cosas que pasaron después no las recuerdo con claridad, pero si la hora de recreo.

Ambos  fuimos, tomados de la mano, hasta la caja de arena, donde había un niño intentando sin mucho éxito hacer un castillo, y nos sentamos allí.

—¿Tu tienes papi?—me pregunto Annie, mientras tomaba la pajita de su caja con jugo con la boca. —Yo no tengo papi.

En esos momentos, Mark recién estaba llegando a mi vida, por lo que no lo consideraba del todo papá. Sin embargo, le conteste: —Tengo uno, pero no es mi papá de verdad. Mi papá de verdad no me quiere.

Annie hizo un pequeño morrito y sus ojos se le llenaron de lágrimas. —Mi papi murió en las minas, donde sea que este ese lugar. Mami siempre me lo dice. Él me dio esta muñeca, por eso la llevo conmigo—me explico ella.

—Él te esta cuidando desde el cielo—dije, intentando alegrarla un poco, nuestras manos aun tomadas.

—Si eres mi amigo, también cuidara de ti ¿Vas a ser mi amigo?

—Sere tu amigo si me das un poco de ese jugo.

Annie movió rápidamente la caja de su boca y me la tendió, con una mirada expectante. Con una sonrisa, le di un pequeño sorbo y ella me sonrió ampliamente. —Ahora ya somos amigos —acorde.

—Mejores amigos si me das de esas galletas.

Asi fue durante las semanas –bueno, menos lo de mamá tirándome de la reja para que yo entrara.

Todos los días, Annie me esperaba con su caja de jugo y Marie-Jane –la muñeca– y ambos entrabamos de la mano a la escuela. Conversábamos de todo y de nada a la vez, o al menos, de lo que nuestros cortos cinco años nos permitían.

Entonces, el primer indicio de la promesa llego.

Un día en que hacia mucho frió y que recuerdo que mamá me coloco un montón de abrigos y chaquetas, Annie me recibió con las mismas cosas, pero con los ojos rojos por el llanto y su madre afligida a su lado. No se que es lo que hablaron mamá y ella, porque yo estaba muy preocupado por Annie.

—Annie, ¿Qué ocurre?—le pregunte.

—Mami se va a casar con un señor que no me gusta. Yo quiero a papi—. Annie comenzó a llorar en silencio y yo me desespere completamente. La muñeca la tenia apretadísima contra su pecho y su pequeño cuerpo comenzó a temblar. —¿Tu no le darías otro papi a tu hija, cierto?

—Claro que no—respondo rápidamente.

—¿Si te casas conmigo, no te volverías a casar con otra niña si yo me voy al cielo?

—Nunca.

—Juralo por el dedito pequeño—rogo, alzando su dedo meñique.

—Juro por el dedo mequiñe que si me caso contigo no me volveré a casar—replique, con vehemencia.

—Yo juro por el meñique que si me caso contigo no me volveré a casar—dijo ella, de la misma manera.

En el salón de clases, ambos lo escribimos  en un papel con letras enormes y algunas al revés, pero lo hicimos, con firma y todo.

Es gracioso el hecho de que dos niños pequeños, que no saben nada de la vida, juren no volver a casarse si algo pasa, sobre todo cuando –al menos yo– me había dicho a mi mismo nunca casarme, lo que fuera que fuese aquello. Pero digamos que después de aquello, las cosas no volverían a ser la mismas, ni en casa ni en la escuela, con Annie y Marie-Jane.

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~N/A~

Bueno, aquí esta el primer capitulo, algo asi como un adelanto de la historia. Como dice en la descripcion, voy a comenzarla en el 2015 (quizas en enero) 

Espero que les guste mucho! Saludos!

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Hello my babes, hablo desde el futuro. Iba a editar este cap pero en realidad me gusta mucho. Stay tunned. Love ya!

childhood memories; l.t auWhere stories live. Discover now