6. Sentimientos.

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Siempre he pensado que el amor de niños es un muy distinto al de los adultos. Amor real, quiero decir –ese que vemos en las películas de romance. Los niños son mas inocentes y tienden a querer a todos. Pero aun así, a un niño le llaman la atención algunas cosas distintas a las de un adulto. A mi me gustaba la habilidad de Annie con los dibujos y su agudeza. Sin embargo, cuando uno es adulto, incluso un adolescente, se fija en otras cosas. Ya sabes, el físico y eso.

Y yo era un niño –nueve años y un poco mas– cuando, quizás, empece a sentir cosas mucho mas fuertes por Annie que cualquier niño. No estoy muy claro de cuando comenzó, pero si recuerdo un dia perfectamente.

Nos habían prohibido acercarnos, pero durante los recreos, nos reuníamos en la parte de atrás de la escuela y conversábamos y compartíamos nuestra comida. Uno de esos días, en septiembre u octubre, esperaba a Annie sentado en el pasto. Yo había salido unos minutos antes, cuando el profesor se vio obligado a dejar la clase antes de lo previsto –solo unos minutos– porque el director lo necesitaba con urgencia.

Estaba ansioso por verla porque no nos habíamos visto en el fin de semana y quería contarle que había atrapado todos los goles en el partido que había jugado con mis vecinos, y que cuando jugué, había hecho uno.

Unos minutos después, mientras secaba mis manos en el pantalón del uniforme, Annie apareció, con un par de coletas. Llevaba su lonchera en una mano y cuando me vio, me sonrió ampliamente. En ese momento, sentí que el estomago se me retorcía en cosquilleos raros y me dolió un poco el pecho.

—¡Hola!—me saludo Annie, dándome un beso en la mejilla al igual que todos los días, desde el dia en que nos conocimos, y sin embargo, mi corazón salto como loco en mi pecho.

Yo la salude de vuelta y volví a secar mis manos en el uniforme. Por alguna razón, no podía dejar de mirar su cabello. Estaba brillante, demasiado, y cuando ella se movía un poco, daba un leve destello que me hacia mirarlo con aun mas fijeza. Annie no pareció notarlo, o estaba demasiado ensimismada comiendo su sándwich como para darse cuenta. De cualquier forma, ella comenzó a hablar y yo le contestaba –no recuerdo lo que hablaba porque eso fue hace mucho– y le hablaba también. De hecho, yo le conté mi azaña, también. Y ella me sonrió y rió de mis anécdotas.

Me gustaba oír su risa. Era suave y armoniosa, y se le marcaban unos pequeños hoyuelos en sus mejillas que la hacían lucir aun mas linda. Además, sus ojos se entrecerraban un poco, y sus cejas se alzaban también. Siempre me había gustado la risa de Annie, pero ese día, además de mirar su cabello como idiota, también me quede estancado al oírla reír.

Mi corazón saltaba rápido contra mi pecho cuando lo hacia, y Annie en mas de una ocasión me pregunto si algo malo me ocurría, pero ni yo lo sabia en ese momento, así que simplemente le decía que estaba feliz y luego soltaba una risa.

—Ayer, Lucas me pregunto por ti—me dijo Annie, mientras masticaba su sándwich, cubriéndose la boca.

Lucas era su hermano pequeño. En esos momentos tenía unos cuatro años y según me ha contado Annie, era un hablador. Yo no lo recuerdo mucho cuando él era pequeño, porque la verdad es que cuando estaba en la casa de Annie, yo siempre estaba con ella, y Lucas siempre estaba con su madre.

Fruncí un poco las cejas, pensando en el día en que nos obligaron a separarnos. —Me dijo que extrañaba tus bromas—agrego, después de masticar el trozo de pan en su boca.

—Todo el mundo me extrañaría—comenté, con ese tono descarado que siempre he tenido.

Annie comenzó a burlarse de mi, haciendo morisquetas e imitándome con una voz extraña, mientras decía lo mismo que yo. Siempre era así. Cada vez que yo salía con mi enorme ego de hermano mayor y chico listo, Annie comenzaba a burlarse de mi. Supongo que esa era una de las cosas que mas me gustaba de ella –que fuese muy similar a mi.

Cuando la campana sonó, ambos nos levantamos de un salto y guardamos la basura en las cajitas de plástico que nos mandaban con la colación. Luego, con un fuerte abrazo, nos despedimos hasta el próximo receso.

Lo mismo hicimos al siguiente receso. Nos reunimos a conversar y a burlarnos de nuestros compañeros, mientras esta vez bebíamos nuestro jugo –el mio de zanahoria– y compartíamos un par de galletas. Antes de separarnos, cuando sonó el timbre, le di un apretado abrazo y no me separe durante unos segundos de ella.

—Annie—murmure, con el rostro acalorado y la respiración acelerada—, te quiero mucho. Mucho.

Annie me sonrió ampliamente, mientras nos separábamos y me dio un sonoro beso en la mejilla. —Yo también te quiero mucho, Lou.

Aquel día durante la salida, vi a lo lejos correr a Annie hacia su madre, con su mochila agitándose en su espalda por su trote. Mi corazón volvió a saltar fuertemente en mi pecho y me quede mirando el lugar por donde ella había desaparecido de mi vista durante muchos minutos, hasta que mamá comenzó a gritar mi nombre asustada por mi quietud.

El te quiero que le dije esa vez no tenia nada que ver con el te quiero que le decía a diario, antes de separarnos. Ese te quiero era mucho mas profundo de lo que podría sospechar. Ese te quiero era mucho mas grande que el de amigos. 

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El capitulo es mas corto de lo que normalmente los hago y es porque no estaba planeado. Estaba escribiendo el que si iba ahora, pero pensé que quedaba un enorme vació con lo que ocurría. El capitulo siguiente lo publicare en el fin de semana, tal vez. Es lo mas seguro.

Muchísimas gracias por leer! <3

Edit: bitch donde está quien escribio esto?

childhood memories; l.t auWhere stories live. Discover now