VI

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_¡Señor!, no sabía que estaba acá, lo solicitan en el Ala Este.

_¡Donde demonios crees que estaría! y ¿Quién requiere mi presencia?._  contestó el jefe del lugar a James, uno de sus hombres.

_No le pregunté y dudo que me lo hubiera dicho, solo mencionó a los especiales._ Contestó mirándo como su jefe supervisaba que todo estuviera bien con las congeladoras antes de que fueran enviadas. _También le quería decir que aún no regresa la pelirroja y nuestros hombres tampoco._ finalizó James.

_Bueno, esa mujer la envío Lawel, de seguro no tarda y con respecto a los imbéciles esos, manda a más hombres a verificar que pasó._ contestó.

Luego ambos dejaron el Ala Oeste, recorriendo el amplio pasillo para ir a recibir al visitante.

_¿Y los prisioneros especiales?._ preguntó James.

_¡¡¡Ni me lo recuerdes, no me lo recuerdes!!!, esos, solo hacen que me duela la cabeza, ¡¡¡camina!!!, veamos quién es ahora_

El encargado no estaba para nada preocupado, fuera quien fuera la visita, sabía que no sería algún enemigo, solo el personal a las que Lawel aprobaba, tenía acceso directo a ingresar ahí y nadie más.
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FLASHBACK

Nuevamente se escuchaban pasos y el mismo sujeto que se había retirado horas atrás, había regresado, al entrar solo vió como los cuatro tenían la cabeza mirando al suelo y no se movían. El hombre parado frente a ellos comenzó a mirarlos, los prisioneros se veían exahustos, tenían hematomas, cortes en los brazos, en las piernas, en sus muñecas y en el cuello una especie de collar, era el mismo que servía como identificación para todo aquel que llegaba ahí. Todos tenían claros signos de que habían sido maltratados pero no al punto de lo irreconocible, aún se podían ver las facciones delicadas en sus rostros, el sujeto tenía que reconocer que aquellos no eran para nada como los otros prisioneros, estos eran apuestos. El seguía mirándolos, caminando de un lado a otro en la habitación, hasta que habló:

_¡¡¡Vamos, despierten señoritos!!!. Mi Jefe vendrá en la noche  y quiere verlos personalmente, la verdad no sé para qué, si fuera por mí, ya los hubiera matado, pero órdenes son órdenes._

Aquel sujeto al ver que todos seguían mirando al suelo y no le prestaban atención, tomó agua del gran balde de la esquina de la habitación que anteriormente había traído y les tiró encima, al ver que aquellos cuerpos empezaron a sacudirse por el agua helada, haciendo una sonrisa burlona comenzó a decir:

_¡¡¡Agradezcan que están ahí sentados y no como los demás, ustedes tienen suerte, ni siquiera los hemos tocado, ya saben a lo que me refiero!!!_

_¡¡¡Calla tu malita boca y agradece que estoy atado aquí, pero solo espera que no será por mucho animal !!!_  gritó uno de ellos que en ese instante levantó la mirada hacia el hombre gordo y feo con barba desaliñada.

El jefe solo miró con enojo al desafiante prisionero pelinegro, el más irritante y grosero de los cuatro.

_Ehmm ¿quisiera saber como se llama el mamú?._ ahora era el prisionero al otro extremo de la habitación quien habló.

_¡Ohh vaya tienen agallas!._ gritó el gordo, mirando del pelinegro y luego al más bajito de los prisioneros al otro extremo, el que siempre se reía por todo y el que era el payaso de los cuatro.

Él venía a revisarlos de vez en cuando para que no intentarán escapar, por eso los trajeron ahí, porque a ese lugar se podía entrar pero no salir, estos prisioneros solo lo sacaban de quicio y no podía matarlos, no por ahora, solo le habían dado la orden de tenerlos ahí hasta que el jefe llegara, así lo estaba haciendo pero esto ya lo estaba cansando y nada que venía el manda más.

Novios Al RescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora