XVII

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_"Señor, ¡oh Señor!, hoy vuelven las lágrimas a caer, como perlas al vacío, por la perdida de aquel que fue hermano queridísimo, amigo fiel. Pero nuestro amor es tan grande hacia tí que no cuestionamos nada. Está contigo, tú le cuidaras como le cuidaríamos, aquí en la tierra. Mientras en nuestros corazones siga viviendo, solo su cuerpo se habrá marchado."_

Fueron algunas de las últimas palabras del sacerdote antes de que el féretro sea sepultado.
Un hombre en sus cincuenta y tantos se acercaba a los deudos. _Mi más sentido pésame,_ dijo rodeando en un abrazo a la hermana del difunto y luego palmeó el hombro del que en vida del fallecido había sido el prometido. _Era un gran hombre, siempre lo recordaremos._
Y dicho aquello, se alejó, no queriendo presenciar más, salió recorriendo los pasillos del cementerio de guerra de Kanchanaburi-Tailandila.

_Me desagrada venir a poner mi cara en estos eventuchos,_ gruñó mientras sacaba un pañuelo del bolsillo de su pantalón y se limpiaba las manos.

_Tenía que hacerlo señor, aunque haya sido solo una muerte sin importancia, era un héroe de guerra, el venir aquí hará que usted sea bien visto entre los ciudadanos,_

_ Bien dicho mi eficiente asistente, pero concentrémonos en lo importante, ¿ya está listo el vuelo a Zadornil?,_ sacó los lentes oscuros del bolsillo interno del saco y se los puso.

_Sí señor, pero la señorita no ha llamado para confirmar si el trabajo estaba realizado, he llamado pero no obtuve respuesta,_ el asistente caminaba unos pasos atrás para no incomodar el espacio personal del contrario.

_Déjala, debe estar metiéndose al estómago algún tipo de bicho raro,_
rió al decir aquello y esperaba que la puerta del auto le fuera abierta para ingresar. _¿Qué sigue en mi agenda?,_ cuestionó ya posicionado en el asiento trasero.

_Regresaremos a Bangkok, a las dos de la tarde, se tendrá una reunión con los diferentes ministros del país,_

_Bien y consígueme algo de comer, por venir a esta idiotez no probé bocado alguno,_

_Como ordene, Señor Lawel,_ contestó el asistente, poniendo en marcha el vehículo.
Richard Lawel no tenía chófer, el asistente era el único cercano a él, contaba con el mínimo de personal para evitar que cualquier tipo de información importante se filtre.
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Jueves - 11 a.m. - Departamento de policía de Bangkok-Tailandia.
Una llamada a la línea privada de la oficina principal fue atendida.

_Buenos Días, oficina del departamento de policía de Bangkok._

_Disculpe señorita necesito comunicarme con el General Natouch,_ se escuchó al otro lado de la línea.

_El general está en una reunión, déjeme sus datos y se le contactará después,_ la señorita tenía un protocolo estricto que seguir.

_No puedo esperar, podría comunicarme con mi padre, por favor._

Al escuchar aquello, la señorita ni siquiera lo pensó, _Esta bien, espere en línea por favor._ Sabía muy bien sus funciones, la única situación por la cual el general dejaría que fuera interrumpido, era si se trataba de una emergencia. El hijo del general claramente calificaba como una.
La puerta de la sala de reuniones se abrió.
_Disculpe General._

_Que parte, de no interrumpir no se entendió,_ contestó el general bajo la atenta mirada de varias personas en el salón.

_Lo siento señor, tiene una llamada,_

_Solo agéndela,_ contestó el jefe de policía.

_Es su hijo, Señor,_

_Señores, me disculpan un momento, tengo que tomar esta llamada,_ el general no lo pensó dos veces y salió de la sala de reuniones, _transfiera la llamada, la tomaré en mi oficina._

Novios Al RescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora