Jimin, el chico de los colores [pjm + jjk]

Capítulo 8

Jeon Jungkook era despistado.

Muy despistado. Pocas personas eran tan olvidadizas como él, pero incluso así era capaz de que algo raro pasaba con Park Jimin. Y no, no era sólo la forma en la que estaba vestido aquel día, pero en serio se veía... diferente. 

Más apagado.

—¿Qué miras tanto? —Preguntó Namjoon a su lado.

—A Jimin —Respondió sin titubear.

—No me extraña, pero dejame preguntarte, ¿por qué?

Jungkook apartó la vista del chico que estaba casi al otro extremo del jardín de la universidad.

—Hasta un tonto podría darse cuenta, hyung —Rodó los ojos.

—Sí, bueno, ¡yo no tengo tu vista de lince! ¿Te recuerdo que tengo la misma capacidad visual que un topo? —Bufó.

—Jimin está visitendo una sudadera amarillo pollito —Terminó por aclarar, frunciendo el ceño.

—¿Eso qué tiene de raro? —Namjoon lo miró extrañado.

—Jimin casi nunca viste de colores —Negó.

—Quizás hoy quiso cambiar —Argumentó.

—Esa es la cosa, ¿por qué tan de repente? ¿Qué ha hecho que quiera cambiar cómo se viste tan de repente? ¿Crees que pase algo con él, Namjoon hyung? 

Namjoon no respondió al instante, se quedó pensando un momento.

—¿Por qué no vamos y se lo preguntamos?

El castaño lo miró como si estuviera loco, pero el mayor sólo se levantó sin decir nada más y sacudió su ropa antes de empezar a caminar. Jungkook se apresuró a recoger su libreta y sus útiles de pintura y los tiró dentro de su mochila para apresurarse a seguir a su mejor amigo.

—Esto es muy mala idea, ¿lo sabes, no?

—Pero aún así me has seguido, Jungkookie —Se burló sacándole la lengua.

—Cállate —Gruñó.

Con los labios apretados en una fina línea, Jungkook siguió los pasos del mayor hasta donde se encontraban Jimin y Seokjin hablando. Ambos les dirigieron la mirada cuando los escucharon llegar y, mientras Seokjin se volvía mucho más brillante a ojos de Jungkook cuando sonrió, Jimin se apagó un poco más.

Sus colores se estaban yendo, ¿por qué?

—Hola, Jinnie —saludó Namjoon con total confianza mientras el chico le dedicaba una amplia sonrisa.

—Hola, chicos —Sacudió su mano con energía, mirando a Jimin que había dado un paso lejos de Jungkook.

—Am... Sí, hola —Respondió el castaño, cohibido.

Jimin intentaba alejarse tanto como podía de Jungkook sin que se notase que intentaba alejarse de él. Aunque probablemente, por la mirada que estaba recibiendo de Seokjin, no lo estaba haciendo muy bien.

No tenía ganas de mirar al menor. Se sentía avergonzado, se sentía como un desperfecto en su vida.

A veces, sólo a veces, despertaba con pocas ganas de mirar a su alrededor y procesar que su vida no era un sueño; que efectivamente sus ojos seguían defectuosos. Hoy era uno de esos día donde se sentía decaído y sin ganas de hacer nada.

Había tomado del armario aquella sudadera que reconoció como la que le había regalado su abuela, y fue hasta que Seokjin le dijo que el amarillo le quedaba bien que confirmó que se trabaja de ella. Quizás quería verse más colorido para el resto, quizás quería que Jungkook lo mirase y pensase que era hermoso por estar lleno de colores.

¿Siquiera lo estaba consiguiendo? El menor lo miraba con tristeza. ¿Era lástima? No quería su lástima. Quería ser brillante y colorido, quería ser amado, y sabía que con su defecto en los ojos la gente no lo querría.

—Jimin —La dulce voz del castaño lo trajo de vuelta a la realidad.

Lo miró, en silencio. Procesando que le estaba sonriendo sólo a él, que lo estaba mirando sólo a él. Una sensación cálida se extendió en su pecho, como si hubiera pasado demasiado tiempo desde que sintió ese gris tan abrumador de su entorno un poco menos pesado.

—Te queda bien el amarillo.