CAPÍTULO 16

82 8 2
                                    

-Recuérdame por qué estamos aquí.

-¿Porque eres una amiga genial?

-Char, haciéndome la pelota no vas a conseguir que cambie mi respuesta.

-Vamos Noa, sé que te hace ilusión.

-Me hacen ilusión muchas cosas, pero esta no es una de ellas.

-¡Solo es un rato! Lo prometo.

-Eso dijiste la última vez que vinimos y acabamos volviendo a casa a las diez de la noche.

-¡Noa! ¡Por favor!

-¡Charli, que no pienso subirme ahí!

-¿Por qué?

-¡Porque no me gusta! -Chillé ya cansada. Llevábamos media hora discutiendo sobre eso.

Mi mejor amiga había decidido que debíamos pasar un día juntas, algo que yo apoyé con rapidez. El problema fue cuando llegamos aquí y descubrí que habíamos venido a uno de los sitios que menos me gustaban del mundo...

El parque acuático.

Poniéndoos en situación, Charli llevaba bastante tiempo intentando convencerme para que subiera a una de sus atracciones favoritas, la cual era el tobogán más grande del parque.

No me malinterpretéis, pero no me habría montado ahí ni aunque me pagasen. Aprecio demasiado mi vida como para arriesgarla, y sé muy bien que si me hubiera tirado por el tobogán habría muerto de un ataque al corazón.

Unos minutos después, ella se dio por vencida, entendiendo por fin que no iba a convencerme.

-Ugh, de acuerdo, iré sola. -Dijo enfurruñada-. Aburrida.

-Sensata, más bien. No quiero morir del susto.

-Tú te lo pierdes. -Le saqué la lengua.

-Pásalo bien, Char. Te espero aquí.

-Vale, enseguida vuelvo.

La vi alejarse, y cuando me aseguré de que llegaba bien a la cola para el tobogán, procedí a tumbarme en la toalla.

Habíamos dejado ambas al sol y aquel día soleado era perfecto para broncearse.

No pasó mucho tiempo hasta que decidí que era buen momento para ir a por un granizado de fresa, mi favorito, para refrescarme un poco.

Llegué a la cola que vi formada en el puesto de granizados y esperé pacientemente durante unos minutos hasta que el dependiente me atendió.

-Buenas tardes señorita, ¿qué desea?

No pude evitar mirarlo, y a juzgar por el vistazo que me echó, tampoco pasé desapercibida para él.

Sin embargo, yo solo tenía ojos para una persona, que volvía de Texas en unas horas después de haber visitado a su familia aquella semana.

-Un granizado de fresa, por favor.

Comenzó a prepararlo de forma rápida y decidida, se notaba que llevaba tiempo trabajando en aquel sitio.

Cuando terminó, lo dejó encima del mostrador para que pudiera cogerlo y llevármelo.

-¿Cuánto es? -Pregunté sacando el dinero del bolsillo.

-2 dólares y tu número, si no es mucho pedir.

-Lo siento mucho...

-Henrie. -Completó por mí, entendiendo que quería llamarlo por su nombre.

Whatever It TakesWhere stories live. Discover now