Familia

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Su mente no hacía más que dar vueltas al mensaje en su contestador. No esperaba volver a oír la voz del viejo. Las cosas no habían terminado lo que se dice bien entre ellos.

"Eddie, te sientes culpable. ¿Por qué?" la voz de Ve retumbó en su cabeza haciéndole perder el hilo de sus pensamientos.

–Es complicado. –Eddie suspiró encogiéndose en sí mismo y escondiendo su rostro tras las palmas de sus manos–. Hacía años que no tenía noticias de Carl y no lo sé

"Siempre podemos comernoslo" La naturalidad con la que Ve hablaba de devorar gente aún lo dejaba fuera de juego algunas veces.

–Estaría bien –Eddie rió desesperado y se dejó caer contra el respaldo del sofá–, pero no sé si califica como mala persona.

"Como quieras, Eddie" Ve ronroneó deslizándose justo debajo de su piel dónde Eddie podía notarlo como una leve caricia.

El coche derrapando al girar la esquina a demasiada velocidad resonó en toda la calle. Tumbado boca arriba, Eddie observaba el techo de su habitación en medio de la oscuridad más absoluta. Hacía horas que intentaba dormir pero era inútil. Carl no se merecía su ayuda pero quería pensar que en algún sentido era mejor que su padre.

No sabía a quién intentaba engañar. No era más que un fracasado que arrollaba con todo lo bueno en su vida.

"Salvamos el mundo por ti, Eddie" los filamentos de lodo viscoso recorrieron su piel despacio hasta envolverlo en un abrazo. Todo su vientre y gran parte de sus muslos no eran más que una masa de un negro brillante e intenso. "No le debes nada".

–Le destrocé la vida, Ve– su mano lo acariciaba distraído. Era reconfortante poder sentir a su simbionte de nuevo contra su piel. –Y es sólo dinero.

"Lo que tu digas, Eddie". Ve gruñó hundiéndose de nuevo en su cuerpo. Eddie intentó capturar los tentáculos que se deslizaban desapareciendo de nuevo bajo su piel.

–Sigue siendo mi padre. –Eddie se acurrucó en la cama intentando hacerse lo más pequeño posible. Odiaba cuando Ve se hundía hasta sus entrañas dónde apenas podía notarlo–. No espero que lo entiendas.

***

El Otro se acurrucó contra el corazón de Eddie, dejando que los latidos lo sumergieran en un estado de letargo en el que la rabia no existía. Era difícil asumir que había cosas de las que no podía protegerlo. Carl parecía ser una de esas cosas.

Sus niveles de dopamina estaban de nuevo por los suelos. La última vez había estado demasiado cerca de perderlo. El Otro conocía el sabor de Eddie cuando se sentía culpable. Pensar en Annie aún seguía teñido en ese sabor ácido y algo desagradable. Los recuerdos de Carl eran amargos. Cuando Eddie pensaba en Carl había culpabilidad pero también ansiedad y miedo.

El Otro nunca había deseado tanto notar el cráneo de alguien estallar contra sus dientes y sentir la sangre aún caliente bañando su lengua y pegada contra el paladar. Se deleitaba en la idea de oler cómo se meaba encima de pánico, implorando por su vida, de rodillas entre la basura. Nadie que les hiciera daño merecía otra cosa. El Otro no entendía qué hacía tan distinto a Carl pero Eddie no quería que le pasara nada malo. Su muerte sólo podía significar más culpabilidad que no necesitaban pero nadie había dicho que no pudieran asustarlo un poco...

MALA VIDAWhere stories live. Discover now