¡No estamos solos!

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Anne dejó que las llaves tintinearan contra el cenicero del recibidor. Había sido un día largo en la oficina del fiscal. Estaba segura que al menos iban a poder retrasar la ejecución de la sentencia pero le habían rechazado el recurso. Con un suspiro se descalzó, dejando los zapatos de tacón perfectamente alineados en el armario. El desahucio seguía adelante, daba igual que fueran a dejar a familias con críos pequeños en la calle.

El comedor estaba aún en penumbra cuando la figura sentada completamente inmóvil en su cocina la pilló por sorpresa. La capucha de una sudadera roñosa le cubría el rostro pero incluso a contraluz aún era capaz de reconocer el porte de su ex-prometido.

–¡No me des esos sustos! –Anne encendió la luz del comedor. Eddie tenía un aspecto horrible. Las ojeras le ensombrecían la mirada y tenía el cabello grasiento aplastado contra la frente–. Nos tenías preocupados. –Anne puso a calentar el agua y sacó su taza favorita del armario, intentando mantener la calma aferrándose a sus pequeños rituales diarios. Estaba segura que las manchas oscuras eran sangre reseca.

–Eddie –susurró al darse cuenta que el hombre parecía encontrarse muy lejos–. ¿Qué ha pasado?

–Necesitamos desaparecer por un tiempo. –La voz de Eddie parecía carente de cualquier emoción–. Sabían quienes éramos. Estaban preparados contra Ve.

Por un instante, Anne no entendió lo que Eddie le estaba contando.

–¿Sabían? ¿Quiénes? –La tetera empezó a pitar pero no le prestó ninguna atención. La taza quedó abandonada encima de la encimera.

–No lo sé, Anne, pero no es seguro estar cerca de nosotros. –Eddie se levantó–. ¿Podrías rescindir mi contrato de alquiler?

–¿En qué estás pensando? –Anne lo forzó a volver a sentarse en el taburete tras la barra americana–. ¿Qué crees que vas a conseguir solo?

–¡No estamos solos! –Venom rugió indignado. Seguía siendo muy bizarro ver el rostro de Venom materializarse como de la nada.

–¡Ve! –Eddie intentó empujar el rostro del simbionte hacía el interior de su sudadera–. Ya sabes a que se refiere. –El hombre volvió a dirigirse directamente a Anne, ignorando por un momento a Venom, que parecía decidido a no desaparecer bajo la piel de su huésped–. Nos atacaron en casa, a plena luz del día. No vamos a arriesgarnos a que os hagan daño. Anne, por favor –suplicó.

–Vas a hacer lo que quieras, da igual lo que piense. –Anne suspiró derrotada, dejándose caer en el taburete junto a Eddie.

***

Era extraño pensar en cómo la vida lo iba abocando a esas situaciones. Eddie tenía más dinero del que jamás hubiese soñado poder llegar a ganar y sin embargo, con su cuenta bloqueada, sin poder volver a su apartamento y habiendo renunciado a sus últimos vínculos con su antigua vida, volvía a encontrarse intentando sobrevivir en la calle. Al menos esta vez no estaba solo. Ve ronroneó bajo su epidermis.

–Al menos ya no tenemos que preocuparme porque me despidan –suspiró. Eddie andaba con la cabeza gacha, la sudadera ocultándole el rostro y las manos en los bolsillos–. ¿Cómo te encuentras, Ve?

"Estamos bien, Eddie" Ve contestó en un pensamiento. Eddie notó el tacto frío de los filamentos del simbionte rodeándolo bajo la ropa. "No nos gusta haber tenido que huir".

–Nos pillaron desprevenidos. –Eddie le dio una patada a una lata tirada en medio de la acera–. No volverá a pasar. –Eddie notó la sonrisa depredadora aún sin ver el rostro de su simbionte–. Oye, Ve... ¿Qué opinas de Nueva York?

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