Biología alienigena

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El día había sido un despropósito pero al fin estaban en casa. El Otro seguía abrazado al corazón de Eddie, en lo más parecido al sueño que el simbionte conocía. La rabia al oír la palabra parásito en los labios de Carl había sido tan repentina y absoluta que lo habían dejado exhausto en una forma que no sabía que fuera posible.

"Eddie, tenemos hambre" El Otro gruñó cuando la sensación se volvió tan insoportable que parecía embargarlo por completo. No hubo respuesta.

El sonido del agua al golpear los azulejos resonaba en todo el baño. No sabía cuánto rato llevaba Eddie allí pero las gotas escocían al chocar contra la piel achicharrada de su espalda. El Otro reparó la piel sin mucho esfuerzo y cerró el grifo. El vapor había empañado el espejo y el agua se había condensado empapando hasta los azulejos más lejanos.

"Eddiiiiiie, tenemos hambreeeee" gimoteó lastimoso. "Queremos chocolate negro con cacahuetes"

El Otro adoptó su forma serpentina. Sus enormes ojos opalinos observaron el pecho de Eddie moverse al ritmo de su respiración. El hombre estaba hecho un ovillo y con la mirada completamente perdida.

"¿Eddie?" murmuró asustado. "Eddie, hemos cumplido nuestra promesa. Sólo le hemos roto la nariz." El Otro se acurrucó contra su hombro. "Se recuperará".

Centímetro a centímetro, el Otro fue recubriendo el cuerpo de Eddie en su masa viscosa. El hambre resonaba cada vez con mayor intensidad. Otras veces, poder verlo y sentirlo contra su piel lo había ayudado cuando la ansiedad conseguía sobrepasar a Eddie.

"¿Eddie?" El Otro siguió esperando una respuesta pero nada parecía conseguir sacar a Eddie de su estupor. Culpó al hambre por no haberse dado cuenta antes, pero el regusto de ansiedad que los había acompañado todo el día había desaparecido.

Era como si Eddie nunca hubiese estado allí.

"Eddie, por favor" suplicó angustiado sin atreverse a volver a tomar el control del cuerpo de Eddie. El Otro había sentido el terror de Eddie, pero nada era más importante que hacer pagar a Carl Brock. Por un instante se había dejado perder de una forma tan absoluta en la ira que había perdido el mundo de vista mientras Eddie se desmoronaba encerrado en el cuerpo de Venom.

Tenían demasiada hambre. Sus niveles de feniletilamina estaban por los suelos. La piel de Eddie parecía arder contra el tacto frío de sus tentáculos. Necesitaban ayudar a Eddie pero tenían tanta hambre. Los riñones parecían estar llamándolo y era incapaz de recordar por qué no debía comerse los órganos de su huésped. El Otro se aferró al riñón derecho, su masa viscosa absorbiendo los nutrientes. El móbil de Eddie descansaba sobre el lavamanos. El Otro alargó uno de sus tentáculos y con esfuerzo llegó hasta el contacto de Annie.

–¿Diga? –la voz de Annie sonaba lejana.

–Ayuda –el Otro gritó desesperado.

–¿Venom? ¿Qué ha pasado? –las palabras no parecían tener sentido.

–Hambre –el Otro gimoteó. Tenían demasiada hambre para poder pensar en nada más.

–¿Venom? ¿Dónde está Eddie? –la voz al otro lado del teléfono seguía hablando pero el Otro se había hundido de nuevo en su huésped como una masa negra y viscosa rodeando todos sus órganos y dándose un festín.

MALA VIDAWhere stories live. Discover now