Amor

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Eddie miró el anillo en la palma de su mano. El diamante centelleaba reflejando la luz amarillenta de su habitación. Eddie recordaba perfectamente el día en que lo había comprado, creyendo que Annie era su pasado, su presente y su futuro. No hacía ni un año pero parecía haber sucedido en otra vida. A veces se preguntaba dónde estaría ahora mismo si Jack no le hubiese ofrecido la entrevista con Drake. Quizá el anillo seguiría en el dedo de Anne.

–O estaríamos todos muertos –Eddie musitó cerrando el puño alrededor del anillo.

"Te arrepientes de habernos encontrado" la voz de Ve susurró interrumpiendo sus pensamientos.

–¿Qué? ¡No! –Eddie se sobresaltó. El anillo se le resbaló de las manos, cayendo con un leve tintineo al chocar contra el suelo–. ¿Por qué

La echas de menos –Ve replicó sin darle tiempo a terminar de hablar. Los filamentos azabache se escaparon de sus hombros formando el rostro extraño del simbionte. Sus ojos opalinos lo miraban fijamente.

Eddie suspiró sin tener muy claro que esperaba Ve que contestara. Eran uno. Ve sabía todo lo que Eddie sabía. Era evidente que echaba de menos a Annie, como echaba de menos su antigua vida. Había algo reconfortante en la simplicidad de lo "normal" . Pero la normalidad ya no existía para Eddie. Ser Venom lo había cambiado todo.

–Es nuestro normal, Eddie –Ve contestó molesto. Era fácil identificar las emociones del simbionte cuando resonaban en su interior.

–Me gusta nuestro normal. –Eddie alargó el brazo acariciando la masa viscosa y se deleitó en el ronroneo placentero de Ve–. Nada de lo que pudiera tener con Annie puede compararse con nosotros, amor.

El rostro de Ve desapareció formando decenas de tentáculos que los envolvieron en un abrazo. Con la mente completamente en blanco, se dejó perder en la sensación de Ve contra su piel. En esos momentos era difícil dónde terminaba Eddie y dónde empezaba el simbionte. Daba igual cuán rara fuera su vida, todo valía la pena por instantes como aquel.

***

El Otro tenía claro que iba a ser un día extraño, como la mayoría de días en los que Eddie se despertaba con un regusto amargo de ansiedad. Envuelto alrededor de su corazón, el Otro observó. Era sábado y no tenían planes pero Eddie seguía parado delante del armario debatiéndose entre dos camisas distintas.

–¿Cuál prefieres, Ve? –preguntó observándose con el ceño fruncido.

"¿Qué tienen de malo las sudaderas?" Eddie sólo se ponía camisa cuando iban a comer con Annie y Dan.

–Supongo que nada. –Eddie se encogió de hombros dejando las camisas sobre la cama todavía deshecha. Sin mucha ceremonia se enfundó en una camiseta negra y su sudadera gris y salieron.

La mañana era tranquila. Eddie hundió las manos en los bolsillos de la sudadera intentando encogerse en sí mismo.

"Eddie, estás nervioso. ¿Por qué?" El Otro dejó que algunos tentáculos negros se formaran debajo de la ropa cuando ya llevaban demasiado rato en silencio.

–¡No lo sé! –Eddie resopló intentando no hacer aspavientos con sus manos en medio de la calle –Es una tontería.

"Eddie, no tenemos secretos" gruñó ante la falta de respuesta. El simbionte volvió a hundirse, rompiendo el abrazo.

–¡Pero no tienes ni idea de adónde vamos! –La ansiedad de Eddie estalló en un ataque de ira–.¡Sólo quería comprar un estúpido anillo! –Eddie se dio cuenta demasiado tarde que estaba chillando a la nada–. Mierda –musitó intentando evitar las miradas de la gente.

"¿Cómo el de Annie?" El Otro preguntó con un hilo de voz sin tener muy claro lo que aquello significaba.

Eddie se sentó en un banco, derrotado.

–No, no como el de Annie. –Eddie intentaba distraerse jugueteando con las mangas de la sudadera–. No es como si fuéramos a poder casarnos pero... Te he dicho que era una tontería. –El hombre rió sin humor.

"No somos una tontería, Eddie" Ve ronroneó alegre, dejando que sus tentáculos los envolvieran en un abrazo.

–Lo sé. Te quiero, Ve.

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