500cc

129 27 3
                                    

Tenía seis llamadas perdidas de Anne y al menos otras dos más de Dan en los últimos diez minutos pero Eddie no se sentía demasiado culpable por ignorarlas. No pensaba suicidarse, al menos no mientras Ve siguiera en su cuerpo, y no necesitaba oír cuantas cosas no funcionaban como debían en su cabeza.

El único ser con el que quería hablar compartía su mismo cerebro pero prefería permanecer mudo. Eddie abrió el armario rebuscando entre las camisetas buscando la blanca de manga corta que le entallaba los brazos y hacía contrastar sus tatuajes tribales.

–Podrías haber salido a cazar, no es tan distinto a cuando estoy dormido –Eddie comentó sin esperar una respuesta. Por más vueltas que le diera seguía sin entenderlo.

La camiseta le quedaba algo más estrecha de lo que recordaba pero aún le quedaba bien y con la chupa de cuero encima daba un poco igual que quizá fuera algo más corta de lo que le hubiese gustado. Mirándose en el espejo, mientras se peinaba no dejaba de pensar que estaba cometiendo una locura pero no podía soportar más el silencio en su cabeza.

El motor de 500cc rugió en el silencio de la noche. Eddie no se molestó en ponerse el casco. Las calles estaban tranquilas a esas horas de la madrugada. Sus botas militares pisaron el acelerador hasta que las farolas no eran más que líneas de luz en el horizonte. Hacía mucho tiempo que no salía de noche pero aún recordaba dónde estaban algunos de los mejores garitos y no era demasiado difícil conseguir algo de farlopa sabiendo a quién preguntar. En el pasado le había servido para acallar sus demonios cuando estar encerrado en su cabeza se hacía insoportable.

Eddie seguía siendo capaz de vender su aspecto de chico malo, la cadena plateada colgando del bolsillo de sus pantalones oscuros. Eddie dejó atrás locales con hileras de gente esperando para entrar. Era como si le hubiesen subido el volumen al mundo, la gente chillaba y reía. Eddie aparcó la moto con un último rugido del motor antes de apagarlo y bajó, las manos en los bolsillos de la chupa y una sonrisa depredadora en los labios.

La música reverberaba incluso desde la calle y Eddie notó como se le revolvía el estómago. Estaba convencido que esa sensación no era suya pero si Ve tenía algo en contra bien podía probar a utilizar palabras. El interior era oscuro y el flash de las luces le daba un aspecto psicodélico. Eddie se acercó hasta la barra, demasiado sobrio para su gusto, y se pidió un vodka con lima y no tardó demasiado en pedirse el segundo. Sin prestar atención a su alrededor se dejó perder entre la marea de gente a su alrededor. El ritmo se clavaba impidiéndole pensar. Sin darse cuenta, estaba bailando con un grupo de chicas, todas ellas sonriendo y haciendo turnos para tener su atención. Eddie se divertía besándolas en el cuello y haciéndolas reír cuando las dejaba comprobar si la tableta era de verdad.

–Nunca me había liado con un tío casado. –La chica rió entre gemidos. Eddie los ahogó con sus labios. Lo último que necesitaba era pensar en Ve mientras empotraba a una total desconocida contra la puerta de los lavabos de la discoteca. Quizá era el color de los ojos, pero la chica le recordaba a Annie.

–Si quieres, podemos largarnos. –La chica sonreía mientras se subía las bragas y se colocaba bien la falda.

Eddie se quedó paralizado un momento sin entender lo que estaba haciendo. Sólo quería desestresarse y olvidar pero sólo podía pensar en Ve. La vergüenza le atenazaba el estómago. Ve ni siquiera era humano. ¿Por qué tenía la impresión de haberle puesto los cuernos?

–Tengo que irme. –Eddie huyó desesperado por notar el aire frío de la noche contra sus mejillas.

No tenía ni idea de qué hora era cuando se encontró tumbado en el banco de un parque. Alzó el brazo y estiró sus dedos, mirando las estrellas a través de ellas y preguntándose qué coño estaba haciendo. La alianza centelleó en su dedo. Eddie se cubrió los ojos con sus manos intentando esconder las lágrimas.

–Soy patético, Ve –su voz sonó entrecortada–. Supongo que al fin te has dado cuenta.

Dos pequeños filamentos se escaparon de su dedo corazón abrazándose al anillo de oro blanco. Entre sollozos, Eddie apretó los dedos contra sus labios.

MALA VIDANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ