Mi pesadilla🔥😈

Regresa junto a mi

*Hermione*

- Tienes los ojos hinchados... ¿no dormiste bien? – levante la mirada un poco, mis mejores amigos me sonreían un tanto nostálgicos, era natural ya que esa era nuestra despedida definitiva de aquel maravilloso lugar, donde habíamos crecido tanto física como mentalmente. Peleamos, amamos, lloramos y reímos ahí. Yo, apenas había logrado descansar un poco, las voces habían desaparecido más rápido de lo que llegaron, pero eso no calmo mi corazón, solo lo inquieto mucho más. Respire hondo y asentí a la pregunta que segundos antes realizo Harry – nosotros tampoco dormimos mucho, es difícil irnos... - comento. Asentí de nuevo, no tenía muchas ganas de hablar, además de que el nudo en mi garganta crecía más y más. No debía llorar.

Los tres nos despedimos de Hagrid, quien siempre acostumbraba decirnos adiós en la estación, justo después subimos al tren para buscar un cubículo vacío. Preferí adelantarme, ellos se quedaron platicando con Dean y Seamus. Camine con tranquilidad por el pasillo, no prestaba atención a lo que me rodeaba y ni siquiera al camino, baje la mirada y solo hasta que tropecé con alguien más me digne a levantar la mirada para disculparme por mi distracción, tal fue mi sorpresa encontrarme con Malfoy de pie frente a mí, la disculpa se atoro en mi garganta, en la espera de escuchar algún insulto por su parte, uno que jamás llego.

Podría ser cierto, nuestro último encuentro como estudiantes y él... ¿ni siquiera aprovecharía el momento para hacerme sentir mal? Lo mire a los ojos, había algo extraño pero al mismo tiempo tan familiar.

- ¿No piensas moverte? – pregunto después de unos minutos observándonos, tarde en reaccionar pero en cuanto pude me hice a un lado. En cuanto paso, un sentimiento de vacío me rodeo. Extraño... - Suerte, Granger – escuche en un simple y vago susurro. ¿Lo había imaginado o en verdad lo había dicho? Me pregunte, mientras veía como se alejaba. Draco Malfoy, aquel chico de Slytherin que intento hacerme la vida imposible en el colegio, uno que no dudaba en hacerme sentir mal cada vez que nos encontrábamos, pero que al mismo tiempo fortaleció mi amistad con Ron y Harry, ese rubio con ojos grises de actitud arrogante y superioridad... quien diría que hasta el final, él no diría ningún insulto más.

Permanecí en el mismo lugar, hasta que el tren comenzó a moverse. Con rapidez camine en el pasillo hasta encontrar un cubículo vacío, entre y me senté cerca de la ventana, solo en la espera de mis amigos. Poco a poco las casas del pueblo Hogsmeade se fueron alejando, no creí que esa vista llegara a ser tan nostálgica.

- Tengo hambre – escuche después de unos minutos de silencio - ¿tardara mucho en pasar la señora del carrito de dulces? – sonreí divertida, desvié la mirada y vi a Ron ponerse cómodo en el asiento frente a mí, Harry ocupo el lugar a mi derecha.

*Draco*

Llegue a un cubículo vacío, por fin... después de darle unas cuantas vueltas al tren, encontraba un lugar solo para mí, necesitaba con urgencia disfrutar de la soledad, mis pensamientos requerían de silencio, para ponerse en orden. Me recosté en los asientos y cerré mis ojos. El movimiento del tren era muy buen estimulante del sueño, apoye mi antebrazo derecho sobre mi frente como para evitar que los rayos del sol que entraban por la ventana me dieran directo a los ojos.

- ¿En qué momento piensas guardar silencio? Tu llanto comienza a sacarme de quicio... - dije con tranquilidad. Segundos después sentí un ligero peso en mi pecho y aquellos sollozos disminuyeron con una rapidez que apenas logre asimilarlos – por fin paz... - susurre.

- ¿Me escuchas? ¿Puedes verme? – las preguntas apenas lograron salir de esa boquita y ser entendibles, abrí los ojos y la mire, tan pequeña como siempre había sido, esos largos cabellos que poseía le caían por el rostro, que estaba casi en su totalidad humedecido por las lágrimas, sus manitas presionaban contra mi túnica - ¿en serio puedes verme o solo hablaste por hablar? ¡Responde! – exigía con cierta desesperación, yo no hice ningún movimiento que pudiera darle a entender la realidad. Era cruel, lo sabía a la perfección.