20. Suficiente

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Jimin gimió cuando el castaño mordió suavemente su cuello. Su mente perdida en el calor de la habitación, en las manos fuertes que lo sujetaban, en el roce de sus cuerpos y en la áspera voz que susurraba en su oído. Extendió su mano intentando jalar su rostro más cerca, sediento por un beso, por algo que lo trajera de vuelta solo un momento. El castaño acarició sus labios delicadamente mientras volvía a empujar en su interior, arrebatándole un jadeo antes de besarlo profundamente. Todo estaba lleno del mayor, podía sentir sus manos en todas partes, en sus muslos, en su cadera, en su pecho, en su nuca tirándolo más cerca. Él nunca había sido bueno diciéndole que no a Yoo, nunca había sido bueno poniendo un límite con él. Y sin embargo no podía sentirse culpable, porque se sentía tan bien, tan lleno y seguro cada vez que el mayor se deslizaba encima de él y luego solo eran sus cuerpos juntos en una nube de deseo y sudor.

Se corrió sujetándose con fuerza del castaño, sintiendo como todo se volvía borroso y distante, todo dentro de él caliente y suave. En algún momento habían dejado de estar recostados y Jimin podía sentir como sus muslos y los del mayor se apretaban entre ellos, él sentado encima del castaño. Y entonces los besos de Yoo esparciéndose por su cuello y clavícula. Volvió a sentir como algo tiraba de su ingle cuando el mayor volvió a dejar mordidas sobre sus clavículas y su hombro. Mierda. Era bueno, pensó inclinando la cabeza hacia un lado permitiéndole un mejor acceso. Yoo sonrió sobre su piel y volvió a besar ahí donde el blanco comenzaba a tornarse rojo. Jimin balanceó sus caderas inconscientemente y el mayor siseó deslizando su mano hasta la espalda baja del menor para poder sujetarlo adecuadamente. La piel de Jimin erizándose bajo el toque. Tal vez él podía tenerlo cerca un poco más, solo un poco más. Tal vez él podía ser suficiente.

Tomó el rostro de Jimin para mirar su rostro. Los ojos del rubio brillaban, sus mejillas sonrosadas, sus labios hinchados y entreabiertos. Jimin se inclinó para unir sus labios, un beso ansioso y desesperado mientras se balanceaba hacia adelante y hacia atrás. Gimoteó aferrado al cuello de Yoo cuando el mayor empezó un vaivén de estocadas que presionaban en todos los lugares correctos. Terminó estremeciéndose, sobre el abdomen del castaño manchado con el líquido pegajoso y cálido. Cuando el mundo dejó de parecer distante pudo sentir la hábil mano de Yoo acariciando su espalda, sus labios susurrando suavemente "bien hecho" su oído.

Se enderezó apenas separándose del cuerpo del mayor, todavía sintiéndose lleno y caliente en todas partes. Yoo le dedicó una pequeña sonrisa, cálida y amable, como todas las sonrisas que le daba después del sexo, como todas las sonrisas que le regalaba a Jimin todo el tiempo. Se desplomó sobre él nuevamente para abrazarlo un poco más, su piel sensible rozando con la del castaño. Él volvió a acariciar su espalda con el mismo ritmo reconfortante de antes y luego los tumbó a ambos devuelta ala cama. Sus piernas entrelazadas mientras Jimin sentía que se dormía y las caricias de Yoo se confundían con las cálidas sábanas.

Lo primero que notó al despertar fue su cuerpo limpió. Yoo se había encargado de limpiarlo mientras él dormía, definitivamente el hombre era su favorito, pensó mientras se incorporaba con una media sonrisa. Sobre la cama el mayor le había dejado ropa interior limpia y una camisa, demasiado grande para ser suya. Su propia ropa debía estar en la lavadora. Una vez que se vistió caminó aún medio dormido hasta la cocina, y se sentó en el desayunador. Yoo le daba la espalda mientras cocinaba algo. Una vez que se dio la vuelta se quedó quieto, tenso delante de Jimin sosteniendo la sartén donde cocinaba la cena. El rubio rio.

—¿Qué? —preguntó alzando una ceja—. Tú me dejaste esto, no puedes estar sorprendido ahora.

Yoo se aclaró la garganta y se limitó a señala algo detrás de la espalda de Jimin. Dándose cuanta entes de mirar, respiró superficialmente, negándose a que su rostro se sonrojara. Le sonrió a Yoo de la misma forma que lo hacía cuando estaba a punto de decir algo mordaz y se volteó apenas en la silla. Detrás de él Jungkook lo miraba son la cara muy roja y Jisoo mantenía los labios fruncidos, sus mejillas destellando un lindo color carmesí.

—Hola, chicos —dijo levantando un poco la mano—. ¿Algo interesante?

Jungkook solo negó, volviendo a acomodarse en el sofá para seguir mirando la televisión. Jisoo boqueó antes de decir muy lentamente, como si quisiera que la situación fuera menos densa.

—¿Haces deporte?

Jimin se limitó a reír y a darse nuevamente la vuelta en su silla. Yoo lo miraba con una mezcla de culpa, diversión y satisfacción brillando en sus ojos.

SUGAR BABY | Kookmin [EN EDICIÓN]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz