13. Deberías odiarme

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Escuchó de lejos la voz Namjoon recordándole enviarle un mensaje una vez que llegaran al departamento de Jeon, pero sus sentidos parecían más concentrado en el peso de Jungkook recargado en su hombro izquierdo y el olor del menor que parecía impregnado en todas partes desde el momento en que había cometido el error de abrazarlo. Como si el sentimiento de completo pánico no hubiera sido suficiente, no había sido capaz de mantener sus propias manos quietas y ahora acariciaba el cabello del menor mientras éste tarareaba la canción que el conductor había puesto apenas ellos habían subido al vehículo. Su cabello era suave y las ondas le hacían cosquillas en los dedos, mientras más lo acariciaba más presente se hacía el olor se su shampoo. ¿Por qué de pronto tenía tantas ganas de vomitar?

Ya fuera del edificio intentó despertar al castaño, pero el alcohol había terminado de emborracharlo durante el viaje. Se maldijo así mismo un par de segundos antes hacer el esfuerzo de sacar al muchacho del coche y decirle que por favor hiciera un esfuerzo y al menos se recargara en él para que pudieran entrar de una maldita vez. Probablemente hubiera sido mejor idea llamar a Yoo, pero siendo completamente honesto ver a Jungkook en este estado, viéndose tan destrozado, su cabeza se había vaciado por completo, ni siquiera el recuerdo de las últimas semanas había tenido la amabilidad de quedarse para que el rubio tuviera, como mínimo, una armadura.

–Jungkook, por favor, estás realmente pesado –protestó arrastrándolos a ambos dentro del ascensor, aún sin tener ninguna ayuda por parte del más alto.

Pero entonces lo escuchó reír por lo bajo y su piel se erizó. Cómo había terminado en esa terrible situación y por qué se había paralizado de pronto. Su respiración se detuvo cuando sintió la nariz del menor apoyada en su mejilla y los labios que penas lo rosaban. "¿Lo estoy?", preguntó de forma casi ininteligible, con las palabras saliendo dificultosas. Jimin no hizo más que apartarlo rápidamente, pero en el intento desesperado ambos acabaron en el suelo del ascensor, el rubio entre las piernas de Jungkook y éste riendo apoyado en una de las paredes metálicas.

– ¿Estás bien? –preguntó en un hilo de voz, intentando tantear la cabeza del menor, sin quitársele de encima– Lo siento...

Jungkook apartó cuidadosamente la mano que Jimin había llevado a su cabeza y lo incitó a quedarse quieto en su postura inicial, sin dejar de mirarlo directamente a los ojos. El susto inicial del mayor desapareció rápidamente, siendo remplazado por un inquietante sentimiento que se instaló sin aviso en su estómago y le aceleró la respiración, como si quien lo estaba mirando en ese momento fuera a devorarlo en cuestión de segundos y él no fuera capaz de moverse, ni gritar en busca de ayuda.

–Deberías odiarme –susurró el menor inclinándose vagamente y acercando su rostro al de Jimin–, pero aún así me trajiste a casa –terminó acariciándole la mejilla luego de apartar unos cuantos mechones de los ojos del contrario.

Jimin agradeció que en ese momento las puertas del ascensor se abrieran de par en par en el piso indicado, y que detrás de ellas apareciera la imagen sorprendida de Yoo, más por lo rápido que rubio desapareció escabulléndose delante de él y murmurando algo parecido a "santa mierda", que por la llegada repentina del ascensor o la extraña escena con la que se había topado sin querer. El mayor miró a Jungkook, quién aún permanecía sentado tenso en el piso del ascensor, mirando a la pared contraria como un animal deslumbrado en medio de la carretera.

– ¿Debería preguntar? –cuestionó el mayor evitando que las puertas se cerraran, con un tono que dejaba algo extraño en el aire.
–Mejor ayúdame a pararme –respondió el más bajo en un intento ridículo de ponerse de pie.

SUGAR BABY | Kookmin [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now