11. Mi hijo

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Había sido bueno, descargar un poco del peso que traía atravesado en el pecho había sido bueno, pero comenzaba a pensar que después de eso había sido un poco impulsivo, que tal vez el desahogo y el pequeño golpe de energía posterior, lo orillaron en conjunto a ser descuidado, porque de no ser así definitivamente no hubiera aceptado la invitación de Yoo a almorzar en su departamento, no sin pensar que existía la posibilidad de que Jungkook apareciera de forma repentina y provocara que su pequeño avance se derrumbara sin más frente a sus ojos.

Sin embargo el ascensor se abrió dando paso al apartamento que tan bien conocía y se obligó a sí mismo a dejar de morder sus uñas. Y ese en definitiva era otro hábito que había luchado por dejar y en el que cayó nuevamente sin mayor reticencia. Con todo, él ya no estaba trabajando, así que podía darse el lujo de lucir un poco desaliñado, después de todo, el mismo Jeon le había pedido que fuera un poco más natural y que le diera la oportunidad de conocer al verdadero Jimin. Y qué petición tan poco oportuna había sido esa.

Una vez fuera del ascensor caminó hasta la cocina siguiendo el aroma de la comida del mayor, para encontrarlo de espalda actuando como si todo estuviera saliendo mal. Cuando el cucharón cayó de sus manos, Jimin no pudo evitar que la risa escapara de sus labios. Yoo sobresaltado se dio la vuelta, quedándose estático una vez que se topó con la imagen reluciente de Jimin.

—Qué lindo —acotó sin dejar de mirarlo. Jimin se dio un último vistazo. Playera y jeans negros, cachetea de mezclilla celeste y los botines que tanto le gustaban. Sin adornos. Sí, casi parecía como si realmente no se hubiera comido la cabeza por horas para elegir el atuendo.
—Dijiste casual —Yoo sonrió con la misma amabilidad con la que acostumbraba mirar a Jimin. Ese tipo de sonrisa que siempre descolocaba al menor.
—Siéntate —dijo señalando el desayunador— Termino y comemos en...
— ¿El balcón?
—El balcón está bien —respondió mirando fijamente a Jimin una vez más .
—Se va a quemar —le recordó el menor con una mueca burlesca plasmada en el rostro.
—Cierto.

Jimin tomó asiento aún sonriendo, riendo cada tanto cuando el mayor volteaba momentáneamente a verlo. Si debía ser honesto había deseado un par de veces, el inicio, que Yoo se guardara su sentimientos para sí mismo, que no fuera tan obvio y dejara de soñar con esa tonta idea de que Jimin acabaría enamorándose de él. Pero a diferencia del resto de sus clientes, cuando el hombre parecía ponerse más cariñoso de lo usual, en realidad no lograba estar lo suficientemente molesto, así que cuando le contó al castaño que ya no trabajaría más en la compañía, casi había estado esperando que Yoo hiciera algún movimiento.

—Entonces, ¿hoy no estás de niñero? —Jimin frunció el ceño al notar como la espalda del mayor se tensaba. —¿Jeon?
—Bueno, verás...
—Debo suponer que en una situación así la ley me ampara si decido asesinarte en este preciso momento.
—Llegó esta mañana y no quería cancelar. Está en su cuarto, le dije que no saliera.

El rubio le dedicó una mirada que debería haberse visto escéptica, pero en realidad no reflejaba nada más que incomodidad. Desde que tuvo el valor de volver a la universidad había estado evitando al menor, pero al parecer no sería una medida muy efectiva, tomando en cuenta que visitaba constantemente el lugar donde vivía su padre.

—Prometo que no va a molestarte.
—Su existencia me molesta
—¿Y qué hago? ¿Lo aborto? Es un poco tarde para eso, y aunque te moleste sigue siendo mi hijo, aunque él actúe como un idiota a veces.
—No estoy diciendo eso.
— ¿Entonces qué estás diciendo? —El menor lo miró fijamente con un sabor amargo esparciéndose en su boca, para luego bajar la cabeza sin más.
—Está saliendo humo del horno —acotó poniéndose de pie y caminando hacia la sala de estar. Detrás de sí pudo oír los quejidos del mayor.

Se derrumbó en el sofá dejando que su cabeza cayera hacia atrás, sintiendo como su garganta ardía. No estaba seguro de en qué momento había comenzado a actuar como el pequeño niño que era acosado por bullys en la escuela, pero no era justo, ya había superado esa parte de su vida, y definitivamente había superado el sentimiento que provocado crecer en un pueblo lleno de hombre que creían más en su virilidad que en su esencia como humanos, él había superado el sentirse apartado y juzgado, o al menos había aprendido a lidiar con eso, ¿por qué, entonces, Jungkook lo hacía sentir tan vulnerable y expuesto? ¿Por qué se sentía tan indefenso cuando se trataba del menor?

—Tendremos que pedir pizza —escuchó la voz de Jeon resonar en la cocina.
—Lo supuse —respondió más para sí mismo que para el mayor.

Jimin se paralizó cuando el castaño apareció en la sala de estar y junto con él The Rose comenzó a sonar en alguna de las habitaciones. Yoo hizo el ademán de comenzar a caminar para ir a regañar a Jungkook por el volumen de la música, pero Jimin lo detuvo casi sin darse cuenta y sin siquiera mirarlo. El escalofríos lo estremeció con más fuerza una vez que le pareció escuchar la voz del menor en conjunto con la canción original.

— ¿Pasa algo? —preguntó preocupado el mayor, acariciando la mejilla de Jimin con sus nudillos, intentando llamar la atención del rubio.
—Deberíamos pedir la pizza antes de que se haga más tarde.

SUGAR BABY | Kookmin [EN EDICIÓN]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin