No sabía, que aquella sería la ultima noche y ahora sabe...
Que es mucho mejor a cómo estaba antes.
¡五悠!
Gojo Satoru x Itadori Yuuji.
¡EN PROCESO DE EDICIÓN!
✎ Los personajes pertenecen a Gege Akutami.
✎ Actualizaciones lentas, pero infaltables.
✎...
Una palabra que hace referencia al destino y como los acontecimientos están más allá de nuestro control.
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Se removió inquieto, percibiendo como diferentes partes del cuerpo le dolían, algo molesto con esa luz que se colaba por el gran ventanal que había en la habitación.
El silencio le estaba perturbando en cierto sentido, debido a que a estas horas ya se escuchaba la servidumbre paseándose por los pasillos, la voz de Shoko hablando con uno de los tantos pacientes que venían a su consulta esa mañana y a sus amigos anunciando su llegada con una voz cantina para que se levantará a desayunar.
Incluso Gojo ya se habría colado a su habitación, hablando sin importarle si le respondía o no mientras lanzaba las prendas que él quería que usará ese día. Dedicándole pequeños besos en su rostro al saber que, en su estado somnoliento, no le diría ni haría nada.
Llenando la habitación con ese aroma a cacao que tanto le gustaba.
Pero todo era extrañamente pacífico, anormal.
Con ese esencia un tanto picante llenando el ambiente.
Hasta el mismo no se sentía de manera habitual, es más, podría afirmar que había algo raro en su ser.
Algo distinto, tan conocido y extraño a la vez.
Se acomodo en la cama, aun con los ojos cerrados, soltando un pequeño quejido cuando una punzada se presento en su espalda baja.
>> ¿Por qué?
¿Por qué sentía tanta irritación en el cuello?
Su mano se traslado a dicho sitio, posándose en su lado izquierdo para sobar suavemente y luego moverse hacia el derecho.
Se congeló.
Los dedos trazando una y otra vez las irregularidades que antes no existían en su inmaculada piel, mientras su mente procesaba la nueva información que le daba la forma de esa cicatriz.
>> ¿Acaso...?
Abrió sus ojos, quedando aún más perturbado.
Despavorido.
Es que esa no era su habitación y podría afirmar que tampoco era la casa de Satoru.
Busco desesperado algo que le ayudará a ubicarse, un objeto, una esencia o hasta un prenda sin éxito alguno.
Quizás hubiese sido el desespero el que no le permitió oír los pasos que provenían del baño que tenía el cuarto, el hecho de que el jengibre iba abarcando aun más el lugar. Pero, ese aclaramiento de garganta le permitió centrarse nuevamente.
