𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐈𝐗

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--------------------۞--------------------𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄:𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧 𝐑𝐨𝐭𝐨--------------------۞--------------------

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄:
𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧 𝐑𝐨𝐭𝐨
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HACE UNOS MESES

          
              ISABELLA ADORABA EL ARTE, desde las pinturas hasta las propias arquitecturas. Era fanatica de todo aquel que se atrevía a hacerlos. Ciertamente, en el Club Cuervo no encontró una perfecta arquitectura, pero las pinturas en la oficina de Kaz Brekker, no la defraudaban.

Hacía cinco minutos que había llegado al Club y hacía dos minutos que se dirigieron a la oficina del jefe, siendo acompañados por dos guardias de Kaz y los Grisha acompañantes de Isabella. Brekker se sorprendió a sí mismo usando guardias, pero hablaban de tener a la segunda Grisha más conocida de la actualidad en su Club. La Coronel Lestrange era conocida por tener sentimientos irreconocibles y una sed de venganza despiadada. Aveces le recordaba a el.

Kaz estaba sentado en la silla principal de su escritorio; sus guardias detrás de él; Stannis y June frente a él, también sentados; e Isabella observaba con suma admiración la gran variedad de pinturas en la habitación, cosa que molestaba a Kaz.

—¿Podemos comenzar?— pregunto con molestia el de negro e Isabella se giró hacia él con rapidez.

—Oh, ahora hablas. Como en todo el camino y ya estando aquí no lo hiciste, pensé que te habían comido la lengua tus guardias— Isabella me sonrió burlona, y se colocó frente a él. Aún así, Isabella no se sentó, solo tomó el respaldar de la silla entre sus manos y se mantuvo así.

—Además de Coronel, comediante— Kaz rodó los ojos, y la sonrisa de Isabella pasó a ser sarcástica.— ¿Que hace aquí?

—Pues... necesito que me ayudes— Isabella observó unos segundos más a su alrededor, antes de observar los ojos marrones del chico. Isabella pudo admitir que ante ella estaba la mayor obra de arte de la habitación. La piel de Kaz era casi tan pálida como la de ella y sobresalía sobre todas las telas negras que poseía; algunos mechones de su oscuro cabello se salían de su sombrero, mostrando que estaba hasta mejor hidratado que el de ella; sus ojos eran como dos pozos en los que se deseaba sumergir; y por último su bastón, su precioso y característico bastón que le daba un aire misterioso. A Isabella se le hacía similar a alguien, pero no era capaz de recordarlo.

𝐂𝐋𝐀𝐑𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐎: 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐫𝐤𝐥𝐢𝐧𝐠Where stories live. Discover now