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ACTUALIDAD
LOS OJOS DE ISABELLA NO TRASMITÍAN NADA, no podían trasmitir nada, porque no quería sentir lo que su cuerpo le pedía. Ya no quería estar triste, lo estuvo mucho tiempo y estaba harta de estarlo, pero allí estaba, con su corazón roto y su alma saliendo de su cuerpo. Deseaba hacer tantas cosas, tantas cosas imposibles y prohibidas que se detestaba a sí misma por desearlas.
Verlo allí, con sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos. Con su cabello sumamente desordenado y una expresión tan pacifica en su rostro que le causaba escalofríos. Nunca lo había visto tan calmado y sin aquella muralla de superioridad cubriendo sus ojos. Ni siquiera había notado el pequeño lunar que había sobre su ojo derecho.
Era como si lo volviera a conocer y en el peor momento de su vida.
El día en que lo encontró completamente roto, los dos se quedaron juntos el resto de la tarde y noche. Leyeron, hablaron y durmieron. Solo fueron ellos dos compartiendo como lo necesitaban. Cada noche, desde aquel día, los dos no se separaron. Aveces era Kirigan quien iba a la habitación de Isabella o lo contrario, pero solo eran ellos dos y horas de conversación.
Habían creado su propia rutina, una rutina en la que no existía contacto más que el que estar dormidos en la misma cama. Ellos solo se volvían a conocer y como ya se había dicho antes, en el peor momento de sus vidas.
El anillo de compromiso en el dedo de Isabella les recordaba a ambos cada segundo que aquello no estaba bien, que estaba prohibido. Porque aunque no se tocaran, lo deseaban. Deseaban volver a juntar sus labios y ser los dos eternamente. Isabella no quería ser prometida a quien no amaba y Aleksander deseaba estar en el lugar de Tyrion y ser él por quien ella lleve ese ramo.