CAPÍTULO 5: Amado Hermano

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- Creí que lo más estúpido que habías hecho, era regalar cheques con enormes cantidades de dinero a cada una de tus conquistas nocturnas - llevó una de sus manos a sus lentes y los acomodó - Pero supongo que me equivoque... Tu idiotez superó mis expectativas

- Podrías ser menos insensible - sonrió forzosamente el albino con una vena marcando su cien. Su atención estaba fija en el hombre rubio de camisa azul y pantalón negro sentando a su delante.

- Llamarlo solo estúpido queda corto - añadió la peli negra mientras daba un sorbo a su malteada de vainilla, - Es más bien un gran y completo idiota.

- No los llame para que me insultaran - el albino está perdiendo todo rastro de paciencia en su ser, el único par de personas que se encontraban en aquella cafetería, se levantaron de su mesa y salieron riendo de sabe que por aquella puerta de cristal. - Van ayudarme, si... o no.

Aquellos ojos celestes bajo gafas de sol, miraron fijamente al par sentado a su delante. Como si dicha pregunta no lo incluyera, el rubio colocando dos cucharas de azúcar en su café permaneció en silencio.

- Lo haremos - respondió la peli negra, - Somos los únicos que podemos arreglar las metidas de patas del joven amo - esto último lo dijo con algo de ironía y burla.

- Después de todo - levantó aquella tacita el rubio, - Esto involucra a todo el clan - tomó un sorbo de la bebida.

Satoru recargando su espalda a su asiento dio un gran suspiro, tratar con Nanami Kendo y Utahime Iori, si que gastaban todas sus energías. - Lo primero que hay que hacer...- la peli negra tomó su bolso y sacó una pequeña libreta - Es conocer los nombres de las potenciales "víctimas".

De nuevo un vena sobresalió de su cien, ¿acaso me ven como un asesino o que?, pensó molesto el albino. De repente, como si de una estrella fugaz se tratase, algo pasó por su mente. ¿Cuáles eran sus nombres?.

Fue ahí cuando se dio cuenta de que el nunca dio su nombre ni sus amantes a el. Hasta ahora, creía que conocer a fondo a todas sus conquistas era innecesario, y lo era, después de todo, sólo se trababa de algo de una sola noche. No creía que después de años, aquel hábito narcisista que adoptó desde su juventud le hiciera una mala jugada. Cerezos.

Aquel sutil y hermoso color rosa se le vino a la mente, ¿Por qué pensaba en esos árboles primaverales justo ahora?, ¿Por qué se sentía feliz con tan sólo imaginar aquellos hermosos pétalos rosas?, espera un momento, desde cuando, dejo de odiar esos árboles, acaso... No Satoru... No es momento para perderte en tus pensamientos, se reprochó. Ahora lo que importaba, era decirle a su malhumorada amiga, que tal vez, no recordaba ningún nombre porque para empezar nunca los hubo.

Urahime con aquella libreta y un bolígrafo en manos, miro a Satoru, lista para proceder. Ella tenía en claro la buena memoria del albino, así que, suponía que recordar los nombres de todas sus conquistas juveniles era algo insignificante para este. Entonces porque se sentía algo inquieta.

Gojo jugando con sus dedos, mostrándose algo divertido desvió la mirada y empezó a silbar. Conocía muy bien como se ponía su amiga cuando estaba enojada, y aquello, era algo con lo que justo ahora no quiera lidiar.

- ¡Tu! - adivinando a que se debía su extraño comportamiento, Utahime con una aura oscura se levantó muy molesta de su asiento, la cajera desde el mostrador sudo frío al percibir la pesada atmósfera instaurada en la mesa de sus únicos clientes. Sin importar que llevaba una falda, la peli negra colocando su pie sobre la mesa, tomó al albino por la camisa y empezó a sacudirlo mientras lo insultaba. Nanami por su parte, con el ceño fruncido negó con su cabeza muy molesto, realmente la estupidez de su amigo no tenía limites. Pero que esperaban, era Gojo Satoru.

OJOS AZULES  (GoYuu)Where stories live. Discover now