Desperté a la mañana siguiente desorientado, los parpados me pesaban demasiado y cuando logré abrirlos por completo no reconocí la estancia en la que me encontraba. Mi primera noche de libertad y ni siquiera era capaz de recordarla. Intenté incorporarme, pero unos brazos me lo impidieron. Me giré muy despacio y no pude evitar que mi boca se abriera al comprobar quién se encontraba junto a mí. ¿Cómo demonios habían terminado con Dra desnuda en mi cama? Lo de desnuda lo había dado por sentado... quizás solo habíamos compartido la cama, levanté un poco las sabanas y las volví a dejar caer con rapidez. No, definitivamente habíamos hecho algo más que dormir. Me dolía todo el cuerpo y para mi desgracia mi amiguito se había levantado con ganas de más fiesta.
-¡Demonios! - Maldije mientras me liberaba de los brazos de Dra.
-Mmm...-Escuché que decía adormilada.
Lo más rápidamente que mi cuerpo me permitió, me vestí y abandoné la habitación. Estaba siendo un completo cobarde y lo sabía, pero por mucho que intentara recordar que diablos había ocurrido la noche anterior no lograba ver más allá de aquellas malditas cervezas.
-¿Qué tal la noche? -Preguntó el tabernero con un tono la mar de insinuante.
-¿Qué diantres llevaban las cervezas? -Le exigí saber. Era la única explicación que podría cuadrar con el hecho de no recordar nada y de haber terminado metido en la misma cama que Dra.
-Nada... -Dijo en un tono poco convincente.
-No me tomes por idiota, no recuerdo nada de lo que pasó anoche y jamás me había acostado con esa mujer estando en mi sano juicio.- Dije al tiempo que la ira iba aumentando.
-Quizá tenían unos polvitos especiales, pero nadie os obligó a beberlas y mucho menos a follar juntos. -Aquello fue el detonante que me hizo estallar y mi puño terminó estampado en su cara.
-¿¡Pero qué demonios te pasa!? -Gritó Dra la cual salía en esos momentos de la habitación.
-¿Qué que me pasa a mí? ¿Qué te pasa a ti? ¿Cómo puedes no estar enfadada? -Pregunté histérico.
-Creo que le diré al capitán que no te vuelva a dar permiso de pisar un puerto, al parecer has enloquecido. -¿Sería posible que a ella le diera igual lo que había pasado entre nosotros?
-¿Qué pasó anoche?- Le pregunté sin soltar el cuello de la camisa del posadero.
-¿Cómo coño quieres que sepa lo que tu hiciste anoche? -Preguntó intentando que liberara al hombre.
-¡Quizá porque he despertado metido en tu cama! -Su rostro se empalideció, lo que me hizo darme cuenta de que ella tampoco tenía idea de nada.
-Ya estás tardando en decirnos que pasó anoche. -Exigió al posadero mientras se acercaba más a él.
-Miren yo solo les serví los tragos, después ustedes salieron de mi vista y no sé qué más hicieron...- Dijo con picardía.
-Olvida mencionar que nos puso algo en la bebida. -Dije yo. A lo que Dra respondió dándole un puñetazo en el estómago.
-¡El capitán se enterará de que me has drogado rata, ya puedes darte por muerto! -Dicho esto le golpeó en la entrepierna y salió del lugar.
-Ni creas que voy a pagarte por la habitación. -Dije saliendo tras Dra. -¡EH!- Grité intentando llamar su atención, pero ella no se detuvo. -Dra, ¿A dónde vas?
-A buscar al capitán. -Dijo cegada por la rabia.
-¿Y qué se supone que le vas a decir? ¿No eres parte de la tripulación...? -Dije aquello intentando salvar mi cuello. Ya que por mucho que ella siempre quisiera mostrar que era como los demás, eso no era cierto, el capitán tenía debilidad por ella y la cuidaba como a un tesoro. Si llegaba a enterarse de que había pasado la noche con ella era hombre muerto. -Pues no creo que nadie fuera a llorarle al capitán por haber sido drogado o por haberse acostado con...- Ella puso su mano en mi boca para silenciarme.
-Jamás en tu vida vuelvas a decir en voz alta que entre tú y yo ha pasado algo ¿Está claro?
-Ni que yo fuera a ganar algo con ello ¿Tú te has visto? -Mis ojos la recorrieron de arriba abajo fingiendo un gran desagrado. Y sí, digo fingiendo porque a pesar de ir siempre desgarbada y con ropa de hombre excesivamente ancha nadie podría negar que era irresistible y hermosa.
-Por lo menos ahora soy libre... Debo asegurarme. - dijo entre dientes.
-¿Qué dices? - Pregunté confundido.
-Volveré al barco en un rato, tú puedes hacer lo que te venga en gana, pero nada ha pasado jamás entre nosotros. -Dijo antes de volver sobre sus pasos e ingresar de nuevo en la posada desapareciendo de mi vista.
Después de dar una vuelta por el puerto y comprar un par de cosas que pensaba enviar a mis hermanas como recuerdo subí al barco. Dra ya se encontraba en él hablando como si nada con parte de la tripulación.
-¿Qué tal tu noche de libertad princesa? -Me preguntó Pincho. Era curioso, después de casi seis largos años, seguía sin conocer los verdaderos nombres de muchos miembros de la tripulación. La mayoría había recibido un apodo y prefería que se le llamara por él. Yo tenía también el mío, pero no me habían dado opción a elegir si quería o no que se dirigieran a mí por ese nombre.
-Estuvo bien... supongo ¿Y tú has conseguido las provisiones necesarias para que tu comida por fin sea decente? -Pincho me miro sin dejar de sonreír. La verdad es que, de toda la tripulación, el cocinero, Pincho, era el más amable y tenía un humor contagioso.
-Ya te gustaría a ti que tu madre hubiera cocinado como yo ... - Rio en tono burlón.
-Mi madre no ha cocinado jamás... -dije intentando recordar alguna vez a mi madre en la cocina. -Para eso estaba la señora Terry.
-Olvidaba que estaba hablando con la princesita del barco. -Dijo haciéndome una reverencia exagerada.
-Pincho, creo que también has olvidado que soy el doble que tú. -Respondí fingiendo un tono amenazador. -Solo tendría que mover un dedo y estarías rodando por la cubierta. Él rio la mar de divertido.
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La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')
Historical FictionBeorn Sant siempre había sido un muchacho alegre, algo granuja y con un gran encanto que le había salvado de muchas riñas y castigos, pero dejarse llevar por sus sentimientos le hará cometer el error de su vida y lo peor de todo es que arrastrará a...