XXI

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-Dra camina más despacio. -Le pedí más por su bienestar que por otra cosa. Desde que habíamos llegado al puerto hace un par de días nuestros días jornadas de trabajo no habían tenido fin.

-Tenemos dos días para dejar este intercambio solucionado y no puedo andar perdiendo el tiempo.

-No hay ninguna prisa... Todos los tratos que hemos hecho son más que beneficiosos y aunque después de dar a luz pases unos días en cama nada va estar mal ¿Si? -El momento del parto estaba próximo, en a penas un par de semanas Dra podría dar a luz en cualquier momento y yo entendía que aquello la abrumara.

-Tú no lo comprendes... -Dijo sin más.

-Esa suele ser tu respuesta favorita últimamente ... -Le respondí al tiempo que levantaba una ceja.

-Algo malo va a pasar, yo todavía no sé si lo he arreglado, pero necesito que todo esté cerrado, tengo que dejar las cosas bien atadas. -Sus palabras estaban tan cargadas de angustia, que no pude evitar detenerme delante de ella.

-Dra, todo va a ir bien ¿vale? -Dije posando mi mano sobre su mejilla.

-No, eso no es cierto... -De pronto se queda en silencio y tal y como pasó en el despacho sentí que su mente y su cuerpo no estaban en el mismo lugar, y ella parecía no verme ni oírme.

-¿Dra? -Pregunte preocupado, pero ella permanecía así... en una especie de letargo... Balanceé un poco su cuerpo con la intención de que volviera en sí.

-No...- Susurró después de un par de minutos.

-Dra, no estás bien, creo que deberíamos ir a la posada. -Ella comenzó a llorar desesperadamente. -Dra, respira ¿qué te ocurre? ¿El bebé está bien?

-No sé qué hacer... esto no puede pasar... Él tenía razón, da igual lo que haga, no se puede cambiar, lo he empeorado...

-Cariño me estás asustando... -Ella se puso de puntillas y extrañamente me besa. Estábamos en medio de una calle poco transitada, pero a ninguno de los dos parece importarnos la existencia de público. -No es que me queje, pero algo debe ir realmente mal para que...

-No queda mucho tiempo...-Suspiró antes de volver a besarme. – Te quiero. -Aquello sí que me dejó de piedra. -Ahora tenemos que salir de aquí, solo tres calles más y encontraremos a la persona que te salve...

-¿De qué hablas? Dra...-Ella intentaba tirar de mí, pero yo no me moví.

-Beorn, necesito que confíes en mí. -Las lágrimas surcaban su rostro. -Necesito que vivas... -Aquella última palabra me dejó todavía más aturdido. ¿Me quería y necesitaba que viviera? ¿En qué lío nos había metido esa mujer? - Por favor... -Volvió a insistir ella tirando de mí. -Te prometo que cuando lleguemos a la posada responderé a todas tus preguntas, pero tenemos que darnos prisa... mucha prisa.

Aquella situación era de locos, pero seguí a Dra. Ella parecía tan desesperada y aterrada que no pude llevarle la contraria en nada. Habíamos recorrido un par de calles cuando de la nada un hombre se plantó delante nuestro. Sin decir palabra sacó un arma y apunto a Dra. Yo no lo pensé, simplemente tiré de su cuerpo y lo cubrí con el mío.

La imagen del rostro de Dra asustado y cubierto de lágrimas fue lo último que vi. Después de aquello mi conciencia iba i venía a ratos. Recuerdo escuchar gritos, sentir que mi cuerpo era elevado, vi una luz. Todo estaba confuso. Cuando volví a abrir los ojos me encontraba tumbado sobre una mesa en una pequeña habitación. Lo primero que llegó a mí fueron los gritos de una mujer.

-¡Joderrrrr! -No necesité escuchar más para saber que aquella era mi esposa. Por ello, a pesar el dolor que sentía en el pecho conseguí alzarme de la mesa. Mi cabeza iba y venía, pero el temor por lo gritos de Dra era más fuerte que mi propio dolor. Cuando conseguí alcanzar la puerta me topé con un corpulento hombre de pose bastante siniestra.

-¿A dónde crees que vas? -Preguntó acercándose a mí.

-Mi es-esposa...- Pronuncié con gran dificultad.

-Tu mujer está dando a luz, pero tú debes regresar a tumbarte. Como se te salten los puntos será mi mujer la que me mate.

-Le prometí que estaría con- con ella. – No pude evitar cerrar los ojos por el dolor. -Por favor...

El hombre pareció compadecerse de mí, porque me ayudó a llegar a la habitación contigua.

-¡James! ¿Pero que estás haciendo? -Yo todavía me encontraba en el pasillo, estaba recostado sobre la pared.

-Le prometió a su mujer que estaría con ella. – Dijo aquel hombre como explicación.

-Desde cuándo eres tan blando... -El hombre dibujo una sonrisa en su serio rostro.

-Vamos. -Me dijo entrando en la estancia y conduciéndome a una silla situada junto a la cama.

-¡Beorn! -La alegría en la voz de Dra me hizo olvidarme de todo lo demás. -Estás bien...

-Te prometí que estaría en el parto contigo ¿No? -Dije tomando su mano. Ella la apretó con fuerza y un nuevo grito inundó la estancia.

-Necesito que vuelvas a empujar ¿Si? – La mujer que estaba asistiendo el parto de Dra volvió a hablar. Yo no le presté atención, solo tenía ojos para mi esposa.

-Te juro que no pienso tener más hijos... -Dra volvió a empujar.

-Lo estás haciendo fenomenal... -Dije casi sin fuerzas.

-Joder princesa... ¡AAAH!

Después de lo que para mí fue un suplicio, al ver el dolor que ella sentía y que yo no podía evitar, el llanto de un bebé inundó la habitación. Yo me tumbé junto a Dra mientras la otra mujer limpiaba y revisaba al bebé.

-Te quiero...- Dije besando su frente.

-Ya, pero yo lo dije primero. -Respondió ella llevando su mano a mi mejilla.

-¿Quién quiere conocer al heredero de la familia Sant? -La mujer depositó el bebé en los brazos de Dra. Era un niño perfecto. Sentía que las fuerzas abandonaban mi cuerpo, por ello me apresuré en hablar.

-Gracias por este maravilloso regalo. -Dije besando a Dra. -Y gracias a usted... - Me atraganté con mis propias palabras al contemplar a la mujer que había ayudado a traer a mi hijo al mundo. Ese cabella, esos ojos, esa sonrisa... ¿Aroha?

-Hola hermanito... - Y desgraciadamente volví a perder la conciencia. 

La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')Donde viven las historias. Descúbrelo ahora