XII

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Después de recibir la gran noticia, había evitado encontrarme con Dra, llegando al punto de que ni siquiera me presentaba al salón para cenar con ellos. Todos parecían comprender mi postura, puesto que nadie vino a recriminarme nada. Una tarde me encontraba entre las estanterías de la biblioteca cuando unas voces femeninas ingresaron en el lugar.

-Oh vamos Dra... no es tan complicado... -Dijo mi hermana risueña.

-No lo será para ti, pero a mí me resulta todo... demasiado. -Dra parecía algo frustrada.

-Has mejorado mucho, de verdad. Créeme cuando te digo que a mí también me costó muchísimo, todo este mundo es de lo más agobiante si no tienes un motivo para estar en él. Yo encontré mi motivo en Luis... y tú llevas al tuyo en tu vientre. No vas a estar sola, únicamente necesitas algo más de práctica y quizás en un par de semanas más...

-No hablemos más de eso ... ¿Si?

-Está bien. Aquí tienes un par de volúmenes sobre etiqueta. Mañana comenzaremos con las clases de baile... -Mi hermana parecía dubitativa.

-Cami, puedes irte... sé que tienes muchas responsabilidades que atender y no necesito una niñera... De verdad.

-Está bien, iré un rato a ayudar a Luis, él odio hacer todo el papeleo solo, pero si necesitas cualquier cosa...

-Lo sé. -Contestó Dra.

Camille abandonó la estancia y yo me quedé observando a Dra. Ella se sentó en uno de los amplios sillones y comenzó a leer. Parecía intentar memorizar todo lo que aquellas páginas contenían. Viéndola allí esforzándose tanto por encajar en un mundo que no era el suyo me hizo darme cuenta de que ella había actuado mal, pero yo estaba haciéndolo también.

-¿Necesitas ayuda? -Pregunté saliendo de mi escondite. Ella pareció sobresaltada, tanto que al ponerse en pie tuvo que aferrarse al respaldo del sillón para no caer. -¿Ehi? -Dije acercándome a Dra y tomándola del brazo. En aquel momento me percaté de que ya no llevaba sus roídas prendas. Se había puesto una sencilla falda, aunque llevaba la camisa por fuera. Su atuendo seguía sin ser propio de una dama, pero para Dra aquello era más que un pequeño paso. -¿Estás bien?

-Sí. -Respondió rechazando mi contacto. – Al parecer el bebé no está muy contento con que me levante. -A pesar de su rechazo, la tomé del brazo y la ayudé a sentarse de nuevo. Ella cerró los ojos.

-Creo que ya has trabajado suficiente por hoy...

-No, si no me termino estos libros no estaré lista para la presentación...-Yo lo miré interrogativo, y a pesar de que Dra mantenía sus ojos cerrados pareció saber cuál era mi pregunta. -Tu hermana piensa que sería bueno que apareciéramos en público. Tú hace demasiados años que estás desaparecido y yo bueno... en algún momento deberé enfrentarme a mi familia...

-Dra yo... -Comencé con la intención de disculparme.

-No me apetece discutir princesita, tengo mucho que leer.

-¿Qué te parece si yo te lo leo? Así recordaré las normas de cortesía y tu puedes descansar un poco... lo leeré en voz alta ¿si?

Ella no parecía nada convencida, pero terminó aceptando mi proposición. Con aquel simple acto firmamos nuestro tratado de paz. Ninguno de los dos parecíamos haber perdonado al otro, pero ambos nos conformamos con aquella tregua.

.........

Bajé a desayunar aquella mañana famélico, iba tan concentrado que casi no presté atención a la conversación que allí se estaba manteniendo.

-No podemos esperar mucho más Dra... no es que yo quiera acelerar las cosas, pero en breve yo ya no podré hacer apariciones en público y si nos esperamos hasta que de a luz entonces serás tú la que no pueda hacerlas. -Argumentaba Camille.

-Solo estás embarazada... ¿por qué no ibas a poder mostrarte en público?

-Querida, creía que habíamos acordado que muchas de las normas de esta sociedad no tenían sentido alguno. Ya despertará suficientes habladurías que aparezca con esta barriga, por no hablar de vuestra presencia... no necesitamos nada más en vuestra contra.

-Cariño. -Intervino Luis. - ¿Desde cuándo te importa lo que los demás piensen? -Camille le dirigió una mirada asesina.

-Cariño. -Dijo repitiendo su apelativo con algo de sorna. -No todo el mundo cuenta con dos títulos aristocráticos y esta emparentado con el rey. A nosotros nadie se atreverá a dirigirnos una mala mirada, pero ellos no están en nuestra posición.

-Bueno, no contamos con ningún título, pero cuando cobre mi herencia seremos asquerosamente ricos... Perdón, una dama no debe hablar de dinero ni utilizar semejante vocablos. -Aquello comentario tan refinado hizo que despegara mis ojos de la comida.

-¿Cuál era tu apellido de soltera? -Preguntó Camille haciendo caso omiso de las últimas palabras de Dra.

-Hastings. -Respondió Dra.

-¿De los Hastings del Norte de Inglaterra?- Preguntó Luis la mar de intrigado.

-Supongo que sí. -Respondió Dra algo desinteresada.

-Cuñado... tú sí que tienes ojo para las mujeres. -Dijo sorprendiendo a los presentes.

-Dejemos el tema, por favor. -Los modales de Dra me sorprendieron más que las palabras del Duque.

Por lo visto mi mujer había resultado ser todo un camaleón. Aunque ella se esforzara por fingir en mi presencia que todo aquello le daba igual y que no pensaba cambiar para encajar, yo la veía esforzándose por recordar todas las normas que mi hermana le decía, e incluso en ocasiones cuando pensaba que nadie la miraba, Dra trataba de imitar a Camille. Si alguien me hubiera dicho que mi hermana la desastrosa, contra la que luchaba con las espadas, me llenaba de barro e incumplía todas las normas, sería ahora la dama que instruía a mi esposa jamás lo habría creído.  

La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')Where stories live. Discover now