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Ponernos al día nos llevó casi dos semanas. Por lo visto, mis hermanas habían sabido cuidar muy bien de sí mismas sin mi ayuda, Gloria estaba casada con un poderoso Laird escocés y tenía dos hijos, Camille era Duquesa y estaba embarazada, Aroha era Vizcondesa y mi pequeña Zuzanny estaba en una escuela para señoritas. Me había perdido seis años de la vida de mis locas hermanas, pero no estaba dispuesto a perder más. Quería verlas, pedirles perdón y saber realmente cómo se encontraban. Conociéndolas, ninguna de ellas atosigaría a madre con sus problemas sabiendo el estado en el que se encontraba nuestro padre. Cuando mi madre me fue narrando como habían cambiado sus hijas no pude evitar sentir un pinchazo de remordimiento, porque, aunque todo había terminado saliendo bien, mis acciones las habían obligado a cargar con unas responsabilidades que no les correspondían.



Después de pasar tres semanas en casa y poner en orden las cuentas de mi padre, decidí que no podía seguir sin saber de mis hermanas. Pedí a mi madre que no les dijera que había regresado, necesitaba volver a la realidad poco a poco. Tenía claro que a la primera que debía ver era a Camille, ella y yo éramos como uña y carne de niños y para mi suerte era la que más cerca vivía de casa de mis padres.

-¿Mamá, estas segura de que te parece bien que me vaya? -Volví a preguntarle en la entrada de la casa.

-Creo que es lo correcto... ellas te han extrañado tanto como nosotros, y aunque no disfruto viéndote partir de nuevo, creo que es lo correcto. Sólo espero que no desaparezcas de nuevo. -Dijo mirando con desconfianza a Dra. – O que por lo menos te despidas de tu padre antes de hacerlo.

-Volveré... te lo prometo. -Me despedía besando a mi madre.

Cuando estuvimos bien instalados y el coche se puso en marcha pude escuchar el soplido de alivio que Dra hizo. La verdad, no podía culparla... Mi madre no se había mostrado muy entusiasmada con ella. Aunque también es cierto que Dra no ponía de su parte... Quizás si no siguiera vistiendo como un marinero, supiera mantener una conversación o si no me insultara abiertamente las cosas hubieran sido diferentes. Me sentía algo responsable por no haber intentado integrarla más, pero la verdad, a pesar de ser su marido sobre el papel, yo no me sentía como tal. Ella no era lo primero y más importante de mi vida, y mucho menos ahora que volvía a encontrarme con mi familia.

-Como tú hermana sea como tu madre.... Te juro que me pego un tiro. -Dijo de pronto Dra rompiendo el silencio que se había establecido durante gran parte del camino. Yo no pude evitar reír. -No le veo la gracia. -Dijo seria.

-Bueno... Caminlle no es como mamá, pero puede ser peor...- Dra me miró con desagrado. -Mi madre le escribió para informarle de que un familiar iría a verla... quizás la alegría de volver a verme haga menguar un poco su carácter.

-Seguro que sí...- Refunfuñó ella.

-Ayudaría que dejaras de parecer un marinero.

-No pienso convertirme en algo que no soy. -Sabía que con aquel comentario había tocado una de sus fibras, pero esa mujer tenía tantas que era complicado hablar sin hacerla sentirse ofendida.

-No digo eso... pero... Dra nadie te tratará con respeto si no parece que tu te lo tengas a ti misma... y de verdad que luciendo como una mendiga... Ni siquiera se si te dejarán entrar en la casa de mi hermana...

-Bueno pues me quedaré en la puerta y pediré dinero.

Esta vez fui yo el que bufó hastiado. En esas semanas que habíamos pasado en casa no hablamos mucho. Ella había ocupado la habitación de Gloria y Camille y yo la mía, además, yo me había pasado los días encerrado en el despacho o en la habitación de mi padre junto a mi madre... Sinceramente, no había pensado mucho en ella, suficiente tenía con lo mío como para sumarle una mujer insoportable. A su favor diré que ella tampoco armó ninguno de sus escándalos, más bien se convirtió, en la mayoría del tiempo, en una sombra.

La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')Donde viven las historias. Descúbrelo ahora