XVIII

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Después de escuchar la conversación del tío y el primo de Dra deduje que el tema de la herencia quizás no estaba tan claro como ella creía. Llevábamos una semana en aquel lugar y en ese tiempo el único familiar Hastings que se dejaba ver de vez en cuando era Flin.

-Dra...- No sabía muy bien cómo preguntarle aquello para que no le sentara mal. - ¿Qué pasará si tu padre ....? ¿Y si no te lo ha dejado todo? No es que a mí me importe, pero si el negocio se lo deja a su hermano... La verdad sería comprensible... O sea, no quiero decir que tú no seas capaz de llevarlo adelante, pero son ellos los que han estado implicados los últimos años.

-Princesita... realmente eres adorable cuando te pones nervioso. -Dijo en tono burlón al tiempo que su dedo índice daba un toque en mi nariz. Movimiento que no me hizo gracia alguna.

-Dra, te lo digo enserio... no quiero que te hagas ilusiones...

-¿Estás preocupado por mí? -Preguntó sorprendida.

-Eres mi mujer y estás embarazada...- Respondí.

-Ya... oye, no tienes que preocuparte de nada. Si el capitán me lleva diciendo toda la vida que yo lo heredaré todo es porque así será. Recuerda que él nunca se equivoca.

-No puedes tener tanta fe en sus palabras Dra...

-No es fe en sus palabras... es complicado...-Dijo al tiempo que comenzaba a intentar quitarse los zapatos. Y digo intentar, porque su vientre había crecido mucho y ahora le dificultaba realizar muchas de las tareas que hasta el momento le habían parecido de lo más sencillas. Yo me había acostumbrado a acudir en su auxilio, conociéndola ella nunca me iba a pedir ayuda era demasiado cabezota. Por lo que me arrodillé y comencé a desatarle el calzado.

-No me vas a decir más ¿cierto? -Ella suspiró.

-Princesa... yo no soy de las que va por ahí contando los chismes de otros. -Dicho esto se dejó caer de espaldas sobre la cama. - Que ganas tengo de que salgas de mí. -No pude evitar sonreír al escucharla decir aquello.

-Yo creo que te sienta muy bien el cargar con un bebé.

-Eso lo dices porque no lo llevas tú. Yo solo quiero dormir y comer, no controlo mi cuerpo y no puedo moverme ... por no hablar de esta pedazo de barriga. -Dijo señalando su vientre.

-Prometo que cuando nazca si no quieres no tendrás que volver a cargarlo...

-¿Pero qué clase de madre crees que voy a ser? -Pregunta indignada.

-Una madre única... eso lo tengo claro.

-Única porque no pienso tener más hijos, eso seguro.

-Ya... no creo que tengas muchas alternativas si quieres seguir disfrutando de mi cuerpo nenita.

-¡Joder no me llames así! -Exclamó incorporándose un poco. -Sabes... si no voy a poder disfrutar de tu cuerpo cuando dé a luz... quizás deba hacerlo ahora. - Yo la miré algo dubitativo, no es que no quisiera estar con ella ¡Por Dios claro que lo deseaba! Pero ella lucía realmente exhausta y yo no quería lastimarla.

-Creo que hoy ya has tenido demasiada fiesta... pero quizás pueda hacerte un masaje en los pies...

-¡Serás gilipollas! ¿En qué cabeza entra cambiar el sexo por un masaje en los pies? Me he casado con una puta princesa. Si es que ni rogándote que te acuestes conmigo lo haces...

-Dra, llevas toda la semana sin parar de un lado para otro no puedes con tu vida y aun así tienes fuerzas para indultarme...

-Si no quieres acostarte conmigo en algo tendré que gastar mi energía.

-Si quiero acostarme contigo... pero es que...

-¿Pero es que qué? -Preguntó malhumorada.

-Es que la última vez te quedaste dormida... -Dije sin atreverme a mirarla.

-Bueno no es mi culpa que no sepas hacerlo bien. -Respondió rápidamente.

-¿Enserio? ¿Sabes algo...? Después de decirme tantas mentiras no se si podré creerte el día que digas la verdad sobre algo. -Como siempre yo intentando ser un caballero y ella siendo una bruja.

-No es mentira... ¿Sabes? Ya no me apetece. -Dijo levantándose con dificultad de la cama. -Desáteme los lazos.... Por favor. -Añadió después de un prolongado silencio.

Yo me acerque a ella y comence a desatarle las cintas del vestido. Cuando su espalda quedo al descubierto fui incapaz de mantener mis manos alejadas de ella. Antes de darme cuenta me encontraba besando su cuello y acariciando su cuerpo. Pero tal y como ya había supuesto, poco después de que nuestros cuerpos tocaran la cama ella se había quedado dormida.

-Eres una cabezota...- Susurré al tiempo que me tumbaba junto a ella.

La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')Where stories live. Discover now