45. Sonríe

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HOWARD
EDÉN: 19 - AVERNO: 1

A la persona que se le ocurrió crear el primer helado de frambuesa hay que hacerle un altar. ¿Cómo se explica que en más de seis mil días de vida nunca se me ocurrió probar semejante creación divina?

Aunque mucha gente odia el paso del tiempo, para mí fue una razón por la que debo estar agradecido. Al final, debido a que mis minutos están contados tengo la certeza de que mi muerte no tiene escapatoria. Eso llevó a que en estos doce días hiciera cosas con las que fantaseé, pero que, sin embargo, fueron agregadas a una lista eterna de deseos inconclusos.

Hoy puedo decir que taché muchas de esas atracciones mentales de la lista: ser inspector de tránsito por un día, participar en una lucha de lodo con Oklahoma, tocar timbre en una casa y salir corriendo... ¡Hacerme una paja solito!

¿Cómo sobreviví tantos años sin una?

—¡Mamá! ¡¿Dónde está el cartel de neón?! ¡Te juro que si no tenemos un cartel de neón para esta fiesta voy a acecharte desde el armario como el buen espíritu que seré cuando quieras dormirte en la noche! —exclamo desde el pie de la escalera.

Un segundo. Dos. Nadie contesta. Fui paciente la mayor parte de mi vida, pero ahora que se me va a parar el corazoncito y me van a meter bajo tierra, como mínimo puedo permitirme ser el ansioso, inquieto y malcriado adolescente de dieciséis años que nunca fui.

—¡Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá! —Inhalo hondo para continuar tal niño que quiere un chocolate de la góndola del supermercado—: ¡Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá!

Oigo ruidos desde el piso de arriba, por lo que entiendo que he cumplido mi objetivo. Sonrío con picardía para mis adentros. Jessica Saint corre por la espiral de la escalera y la encuentro a mitad de camino, con dos pares distintos de tacones en una mano y cinco colores de labiales distintos en la otra.

—Mi amorcito, está llegando por encomienda en los próximos minutos desde Nebraska. ¡No te preocupes, iluminará la entrada como querías!

Aplaudo a modo de felicitación. Cuando está a punto de darse la vuelta para continuar desglosando su armario en busca del mejor outfit y maquillaje, ataco con insistencia:

—¿Ya prepararon el banquete?

—Por supuesto.

—¿Bañaron a Oklahoma?

Esa era una misión para más de un hombre.

—Algo así...

Estoy seguro que hicieron lo mejor que pudieron. Algún soldado habrá muerto ahogado en la batalla antes de que el soborno salvara al resto del pelotón.

—¿Armaron la pista de baile?

—Tu padre la dejó lista.

—¿Alquilaron el helicóptero?

Me observa confundida.

—¿Qué? —dice mientras revuelve en su memoria boquiabierta—. Pero si te llevamos a hacer paracaidismo porque dijiste que el helicóptero no te intere...

Me rio de su amabilidad absoluta. Si fuera uno de mis deseos verdaderos, no tengo dudas que saldría a buscar el amigable transporte volador ahora mismo. Estos doce días me han demostrado que Jessica y Lance Saint me aman más de lo que pensaba. Lo hermoso es que, más allá del hecho de que estén dispuestos a consentirme agotando sus tarjetas de crédito, han sido capaces de sentarse conmigo como adultos para explicarme, disculparse y responsabilizarse por las cargas, los valores y las presiones que ejercieron sobre su hijo sin notarlo.

Éticamente hablando, te quieroWhere stories live. Discover now