12. Los hermanos Saint

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HOWARD
EDÉN: 17 - AVERNO: 1

—En las fiestas se consumen estupefacientes —insisto convencido. 

Britney revolea los ojos al techo en señal de protesta al notar que estoy repitiendo la misma secuencia hace minutos sin cambios en mi perspectiva, aun cuando ella se está esforzando de verdad en hacerme entender. Tras días de discusión por si ir o no a la fiesta, estamos intentando por fin llegar a un acuerdo digno.

—No necesariamente. Y se llaman drogas. No se te caerá la lengua por decirlo correctamente.

Ignoro la corrección de mi hermana mayor.

—En las fiestas puedes tomar alcohol. Otro invento del Demonio —arremeto para que mis argumentos no pierdan fuerza ante sus negaciones. Llegará un punto en el que se cansará de tanto refutar.

—Puedes no tomar si quieres.

—También fuman, maldicen, empujan, gritan, apuestan, critican, engañan, presumen... ¿No ves a dónde va todo esto? ¡Hola, Escalones del Averno! Pido disculpas si los mencioné en el orden equivocado —replico con uno de los almohadones de la sala de estar en mano—. ¡No me extrañaría que incluso se dediquen a la magia negra en esos lugares! Los adolescentes que van allí tienen el cerebro podrido, la mente maltrecha. ¿Por qué habría de ir a un lugar así?

Percibo como la paciencia de Britney se está acabando, pero se mantiene fiel al estilo de la familia Saint y conserva la calma. Aunque, si debo ser completamente sincero, no sé qué tanto podemos atribuirle el apellido a mi hermana mayor al día de hoy. Mi relación con ella fue óptima porque siempre la consideré una figura digna de admiración, con su sonrisa contagiando alegría por todas partes y esa dulzura tan propia que tenía la hacían especial.

Ahora no puedo decir lo mismo. Los últimos años diría que por momentos no la reconozco, y el vínculo que antes teníamos parece que se difumina un poco más con el paso del tiempo. Es triste porque nunca podré cambiar el hecho de que, según ella me demuestra cada día, nuestro lazo nunca volverá a ser el que era.

Britney dice que ha abierto los ojos y que se ha dado cuenta lo mucho que se ha mentido por años, pero yo nunca he podido comprender en absoluto a qué tipo de mentiras se ha estado refiriendo. Ambos sabemos que ya no podemos compartir muchas de las cosas que antes eran moneda corriente, y por momentos solo nos remitimos a ser los hermanos de las películas que casi no tienen relación ni comunicación.

No puedo negar que extraño a la Britney del pasado.

—No seas un dramático, Howie. —Se acomoda el pelo en un intento por parecer armoniosa—. Ya deberías saber que nadie tiene el Nivel 29 del Averno a tu edad en toda la ciudad. Y si no lo sabías, entonces deberías entrar a ver la Deep Web de los niveles y enterarte por ti mismo las tablas de todos tus conocidos.

—Yo jamás...

—Tienes que empezar a pensar en tu futuro como persona, hermano. —Frunzo el ceño ante un comentario tan directo y profundo, cuando hasta recién solo creía que estábamos jugando—. Lo que papá y mamá nos han enseñado está bien en su justa medida, pero tú lo llevas a un extremo que no es sano. ¿Quieres pasarte el resto de tu juventud encerrado en casa, leyendo la Biblia como si no hubiera un mañana y aferrándote a creer en una religión que en realidad solo te ha sido impuesta de manera forzada? ¿Esa es tu definición de felicidad, Howie?

De pronto se me van las ganas de continuar con la conversación. Quiero pararme e irme, porque escucharla no tiene caso. Jamás llegaremos a un acuerdo, y sinceramente no tengo ganas de discutir.

—Te aseguro que Wattpad tiene historias que son mucho más que pasajes bíblicos —respondo en un último intento por rebajar el nivel de intensidad de la conversación a uno mucho más sutil y distendido.

Éticamente hablando, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora