14. De fiestas y descubrimientos

6.1K 1.2K 929
                                    


HOWARD
EDÉN: 17 - AVERNO: 1

—Se me están pudriendo las texturas, Az. ¿Cuándo les vas a dar una probadita?

Yo acepté ir a una fiesta. No acepté ir en un carro desfachatado con los insultos de Azariah a todo pulmón. Tampoco acepté que Kyla y Britney hablaran de su misión secreta de espionaje contra Antonie como si yo no estuviera sentado entre ellas, transpirando como loco y con el moño de mi elegante atuendo a punto de ahogarme.

Ojalá que las habilidades de Greg para conducir sean tan buenas como su insistencia para tener sexo. Puedo ser un santo, pero las indirectas directas que tira este hombre las capta hasta mi tortuga Mary.

—No tocaré ninguna textura hasta que me demuestres que sabes cómo comportarte con una mujer —responde ácida a gritos, porque la música electrónica que pusieron a todo volumen es capaz de destrozar tímpanos. Azariah se voltea y me mira de arriba a abajo—. ¡Eh, oveja! ¡Esta es solo la entrada en calor! Ya verás lo que son los decibeles cuando lleguemos a la fiesta. 

Suspiro con tanto nervio contenido que pienso que estoy largando una bocanada de fuego. Kyla y Britney, mientras tanto, siguen ignorando mi presencia:

—Propongo rebanar sus testículos y congelarlos.

—Vamos, Ky. No tenemos cinco años. Hay que encontrar un castigo realista. —Mi hermana gesticula satisfecha, como si ya previniera que lo que está por decir es una magnífica idea—. ¿Qué te parece si nos atenemos a la jugada clásica y lo exponemos en las redes sociales? He visto que en eso eres especialista.

De alguna forma que desconozco, Azariah oye el comentario de Britney y le dedica el insulto poco cristiano con el dedo del medio. 

—Hecho.

Kyla y mi hermana hacen un high five literalmente al lado de mi cara, lo que me saca del trance y termina haciéndome dar un pequeño saltito.

Golpeo mi cabeza contra el techo del auto.

Ay.

—¡Vamos, hermano, deja esas caras largas! Será una noche inolvidable —exclama Britney, que por fin nota mi presencia en el auto. Un milagro más grande que la resurrección de Jesús.

—Sí, seguramente recordaré como me llevaron preso por mis conductas indebidas.

Azariah se da media vuelta como si todo este tiempo hubiera estado prestado atención a mi estado y me azota una cachetada furiosa. Me agarro el pómulo adolorido.

—¡Como vuelva a escuchar una queja más en toda la noche, recibirás mucho más que un manotazo en el medio de tu cara! Y te aseguro que con un par de copas encima puedo ponerme bastante creativa. 

—Pero...

La loba amaga a tirarme otra cachetada y yo me hago bicho bolita para evitar el impacto. Cuando vuelvo a abrir los ojos, Azariah ríe de mí como acostumbra.

—Sí, eso creí.

No defiendo la violencia en ningún punto. No sé qué tipo de ejemplo está queriendo dar mi compañera diabólica al silenciarme, pero no me gusta en absoluto. Lo peor de todo es que no es la primera vez que lo hace y empiezo a cansarme de su carácter de perro ladrador. Es como si tuviera la necesidad constante de marcar un dominio del territorio, como si perder el control que tiene sobre las personas la asustara en demasía. 

Éticamente hablando, te quieroМесто, где живут истории. Откройте их для себя