Una coincidencia inconveniente.

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Ya era viernes, no había visto a Amber ni a Calum durante toda la semana. Sabía que Amber no estaba enojada, pero digamos que tampoco estaba complacida con mi decisión. La estaba esperando en el sofá, mientras miraba la película “En Llamas” y comía algunas gomitas. A veces se me escapaban algunos mechones de mi rodete desordenado, pero tenía el pelo mojado y no quería que mi remera del pijama se mojara. Sé que es raro estar en pijama a las siete treinta, pero había acordado con Amber arreglarnos juntas así que supongo que es comprensible. Gary me había dejado salir antes por el simple hecho de que él también había llegado bastante antes, y además sabía de mi cita de las ocho treinta con Amber y Calum. Él era uno de los tantos a quienes había atormentado con la historia de Cal. Así que estaba feliz de dejarme ir antes. Me tenía demasiada compasión, incluso para mi gusto. 

Escuché el código que Amber y yo teníamos cuando íbamos a la casa de la otra sonando en la puerta, y después la llave dando vuelta en el cerrojo. Habíamos inventado eso para “avisar” que llegábamos, en caso de que la otra estuviera desnuda o cualquier tipo de cosa. No parece pero créanme, sirve bastante. 

—Hola, Oldson —saludó dejando su bolso en mi sofá y plantándome un beso en la mejilla. —Me quedaré a dormir aquí, ya que me haces cambiarme en tu casa. Espero que no te importe. 

Me encogí de hombros dándole a entender que para mí era lo mismo, y sin decir más nos dirigimos a mi habitación. Para las ocho de la noche ya estábamos vestidas y maquilladas. Diría peinadas, pero mi cabello siempre era una mata lisa y el de Amber, bueno, era perfecto. Se pasaba dos o tres veces las manos por él y ya parecía salida de la peluquería. Así que en realidad no hacíamos mucho más con nuestro pelo. Me lo até en una coleta alta y cuando hubimos arreglado todo, salimos caminando hacia el lugar.

En realidad no estaba lejos de mi casa, a lo sumo serían unas diez cuadras; pero era temprano, aun había un poco de luz solar, mezclada con las luces aritficales de la calle. La gente estaba feliz y relajada por ser viernes. Los adultos se metían a sus casas porque querían descansar. Los adolescente o jóvenes adultos, como nosotras, estaban apenas saliendo. Amber y  yo teníamos en claro que, ni bien terminara la cena, no planeábamos irnos a nuestras casas a dormir. Hacía bastante tiempo desde que habíamos ido a algún bar bailable nocturno. Y esa era nuestra idea del resto de la noche, aunque no la hubiéramos expresado en voz alta. 

Para cuando llegamos, Calum ya estaba en la puerta. Tenía un jean azul oscuro, zapatos y una camisa negra,  con los primeros botones abiertos. Incluso llegaba a ver uno de sus tatuajes. Consuelo Amelie Oldson, contrólate. Lo saludé con un beso en la mejilla y lo mismo hizo Amber, aunque su cara de “sáquenme de aquí” era insuperable. 

Calum rápidamente trató de disculparse y como Amber es muy fría pero fuera pero un osito cariñosito por dentro, lo perdonó y todo se cerró con un abrazo. En ese momento pensé “ahora sí que empezó la noche”. Y era así. Tenían una promoción de pizza y gaseosa libre, así que contratamos eso y nos atiborramos de pizza y gaseosa. Cuando literalmente nos sentíamos llenos de comida hasta los pulmones, pagamos y nos fuimos del lugar. Con Amber encabezamos a nuestro bar bailable favorito, All Night. Calum nos seguía sin parar de preguntar a dónde íbamos, pero nos callamos (bueno, más bien seguimos hablando, pero evadiendo la pregunta) hasta llegar. Presentamos nuestros documentos de identificación y nos dejaron atrás. Calum entró con la boca abierta.

—Son casi como en Nueva York, sólo que más... —vaciló buscando la palabra adecuada.

—¿Tranquilos? ¿Menos concurridos? Por eso nos gusta —apuntó Amber.

 Encabezamos directamente hacia la barra. Pedimos tres destornilladores fuertes (bebida compuesta por vodka y jugo de naranja) y después de bajarlos, fuimos a la pista principal. Al principio bailábamos un poco tímidos, porque en Nueva York no solíamos tener este tipo de salidas. Casi siempre tomábamos un helado o con Calum nos quedábamos viendo películas. Esto era algo completamente nuevo. Y tengo que admitir, me gustaba. Éramos más adultos, más maduros y un poco más seguros de nosotros mismos. Así que ni bien el alcohol empezó a hacer efecto, empezamos a bailar. En un momento, escuché un grito detrás mío y me sobresalté.

—¿Amber? 

Me di vuelta y un rubio alto estaba con una ceja alzada y luciendo una muy bonita sonrisa de costado. Miré a Amber, dando por sentado que ese era el famosísimo Luke. No, todavía no se habían acostado. Pero sí que habían llegado bastante lejos, una o dos etapas antes de hacerlo. No quieren saber los detalles. De todas formas, Amber se había ruborizado y Luke se había acercado a ella, saludándola con un corto beso en los labios. Calum levantó las cejas, visiblemente confuso, y con la boca modulé “Luke”. Él asintió.

—Soy Michael, por cierto —saludó un... ¿pelirrojo teñido? desde donde estaba Luke antes.

Nos pusimos a hablar los tres, dejando a los tortolitos solos. No tardarían mucho en desaparecer y encontrar algún hueco del bar donde besarse y quién sabe qué más. No quiero imaginarlo. Soy bastante tolerante al alcohol, sobre todo si como mucho, así que su efecto estaba dejando mi cuerpo. Y volvería a ser la Consuelo cerrada y tímida de la mayoría del tiempo.

—Chicos, voy a buscar un trago. ¿Quieren algo?

Ellos negaron con la cabeza y yo sin más me dirigí a la barra. Allí pedí un shot de tequila con limón y sal, y me lo bajé sin pestañar. ¿A quién quiero engañar? Cada vez que tomaba de eso me ardían los ojos, pero esa noche no me importaba. Sacudí la cabeza para eliminar el agua que se había formado en mis ojos a causa del ardor. 

—¿Consuelo? —gritaron desde lejos.

Estaba a punto de darme vuelta, pero los únicos que sabían mi primer nombre se encontraban allí conmigo, excepto...

—Hey, ¿cómo estás? 

Los ojos celeste profundo de Brandon ya estaban justo delante mío. Mi cerebro había tardado mucho en procesarlo todo como para salir corriendo, y no tenía muchas más opciones, en realidad.

—Brandon, estoy bastante bien, ¿tú? 

—Bastante borracha, diría yo. ¿Pasó algo? ¿Has venido sola?

—Sí —afirmé.— Bueno, sola hasta la barra —me reí estúpidamente.

Él negó con la cabeza y una sonrisa. Me tomó del brazo y me llevó a la pista, mientras me susurraba que buscaríamos a la gente con quienes había ido. Pero yo no quería. Yo no quería encontrar a Calum hablando con Michael, si es que tenía suerte. O besándose con alguna tipa fácil que se hubiera encontrado por ahí.

No quería pensar en que Calum se iría en menos de un mes. No quería pensar que lo perdería de vuelta, pero de forma inversa. No quería pensar en que tenía muchos sentimientos encontrados. Porque no quería dejarlo ir, pero, ¿con qué criterio le pediría que se quedara? Éramos simplemente amigos, y nada más. Seguiríamos hablando, pero nada de relación, nada de amor, ni besos, ni abrazos. Y después de tres años, me sentía vulnerable. Tenía una necesidad, quería alguien a quien amar. ¿Y qué mejor opción, que una persona que ya te ama y vive en tu misma ciudad, y que incluso trabaja en tu cafetería preferida?

En ese momento tenía la mente demasiado nublada por el alcohol. Ahora me doy cuenta que debería de haberme controlado, pero supongo que mis impulsos eran más fuertes que yo. No me había dado cuenta que habíamos chocado a Calum, y que él me había reconocido. No me había dado cuenta que estaba viniendo en mi búsqueda cuando tomé del cuello de la camisa a Brandon y estampé mis labios en los suyos. Al principio él se resistía, porque sabía que yo estaba bajo los efectos del alcohol, pero después se dejó llevar. Abrí un ojo y pude ver a Calum con una expresión lastimada en el rostro. Pero ni siquiera entonces me separé de Brandon. Creo que mi yo borracho quería devolverle la jugada de la foto a Calum, incluso aunque mi yo sobrio se había convencido de que todo estaba superado. No lo estaba. Y esa noche había sido más que evidente.

Retrouvailles » c.hNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ