Ilusiones.

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Después de por fin haber aprobado todos los exámenes finales de la universidad, dos semanas después de la primer cita con Calum, había vuelto a ver la luz del sol desde afuera de mi casa. Estaba como en cautiverio, ni siquiera salía a comprar. Amber iba al supermercado por mí, lo dejaba todo en su lugar, me preguntaba si necesitaba algo y se iba. Incluso había bajado un poco de peso, porque si no estaba muriéndome de hambre ni siquiera me tomaba tiempo para comer. Todo por estar en el último año, ugh. 

Ya había pasado casi un mes desde que Calum había llegado a la ciudad, y yo seguía sin poder creérmelo. Hoy íbamos a volver a salir, esta vez a un restaurante fino. Si bien no había visto prácticamente a Calum estas semanas, seguíamos hablando a través del teléfono. Gary me había dado las semanas libres, como solía hacer cada vez que sabía que tenía que rendir. Él me llamaría en caso de necesidad extrema. En estos años, había pasado un par de días el año pasado. Había fallecido su madre y necesitaba que me encargara del lugar junto con Quinn hasta que terminara todo el ajetreo del tema y pudiera volver. 

Sonó el timbre y pude suponer que era Amber. Iba a ayudarme con mi atuendo de esta noche. No era que los vestidos me escasearan, en realidad tenía por montón. Pero para ser sinceras, ¿quién no se pondría nerviosa cuando tu chico te dice de ir a una cita formal porque tiene algo que decirte? Además, era una excusa muy buena para verla y pasar tiempo con ella. Le abrí y fuimos a mi habitación, nos sentamos en la cama e iniciamos una charla bastante profunda durante aproximadamente una hora, hasta que tocamos un tema que no me gustaba para nada.

—Consuelo, ¿tú sabes que amo verte feliz, no?

—Ay, no empieces otra vez —la corté.

—No, esta vez es distinto. Quiero que me escuches.

—Adelante —cedí, sabiendo que con ella era imposible discutir.

—Me encanta verte con Calum otra vez. Amo volver a ver el brillo en tus ojos y escuchar la felicidad en tu tono de voz. Es como si volvieras a ser tu yo vieja, ¿me entiendes? Como si te hubieras perdido un tiempo y cuando él llegó, te hubieras reencontrado. Yo también lo extrañaba bastante. Pero hay algunas cosas que debes recordar.

Hizo silencio, dándome espacio para hablar pero no emití palabra, así que prosiguió.

—Primero que nada, tú lo dejaste, ¿de acuerdo? Tú nos trajiste hasta aquí. Así que no toda la culpa radica en el, ¿bien? 

Asentí, sin entender a dónde quería llegar.

—Pero también él te dejará en algún momento del próximo mes. Recuerda que tiene una vida establecida en Nueva York, Consuelo. No te ilusiones, por favor. Si hay algo que pudiera hacer yo desde mi lugar, créeme que lo haría. Pero no puedo, nena. Este es su asunto, ustedes tienen que resolverlo. Pero él no se quedará para siempre aquí, y creo que tú tampoco volverás a Nueva York, ¿me equivoco?

Bajé la vista dándole la razón.

—Lo imaginé. No te estoy pidiendo nada, simplemente estoy recordándotelo, ¿vale? Creo que, como mejor amiga, es mi deber dejarte saber las cosas como las veo de la forma más objetiva posible. No quiero que lo dejes a menos a que tu quieras, porque te hace tan feliz que es imposible pedirte que alejes a tu felicidad. Solo quiero que no te hagas falsas ilusiones, ¿sí? Aprovecha cada segundo que tengas con él, no sabes cuánto tiempo más se quedará.

Pude sentir una lágrima caerse, pero negué con la cabeza, la saqué de mi mejilla y le sonreí.

—No me pudo haber tocado una amiga más buena que tú, Amber. Te adoro.

La abracé y seguimos hablando de cualquier cosa durante media hora más, aunque mi cabeza estaba en otro lado. Amber tenía razón. Si bien ya había aprobado todos mis finales, aun tenía que presentar el trabajo final. Si bien estaba casi terminado y solamente tenía que ultimar detalles, tenía que entregarlo y esperar a la nota, después debía esperar el título... De todas formas, amaba a Calum con toda mi alma, pero no estaba dispuesta a volver a Nueva York. Sabía que Cal iba a entenderlo pero, ¿cómo íbamos a solucionarlo? Lo intenté una vez por mi cuenta, y él me devolvió todas y cada una de las cartas que le había mandado. Me anoté mentalmente el hablar con él sobre el tema esta noche. Si tan formal iba a ser todo, primero teníamos que solucionar algunos asuntos pendientes.

Entré a bañarme mientras Amber elegía los vestidos que más creía que se adecuarían a la ocasión. Me puse lencería, sí. Mujer precavida vale por dos, ¿o no? Salí con la bata y Amber me había preparado un vestido blanco ajustado al cuerpo y con un escote pronunciado en el pecho. Lo había olvidado por completo. Debía de estar en algún rincón de mi placard. No lo usaba hacía años, literalmente. 

Terminé de cambiarme y me calcé unos tacos altos color crudo. Amber me peinó con una media coleta, que levantaba la parte delantera de mi cabello. Si yo tratara de hacer eso, probablemente terminaría con un nido de pájaros en la cabeza. Ella también me maquilló. Me dejó lo más natural posible, aplicando labial del mismo color de mis zapatos y una línea negra sobre mis párpados, pero no mucho más que eso. 

Con Amber acordamos que yo saldría primero y me iría con Calum, ella terminaría de ordenar las cosas en mi habitación y se iría después. Le debía la vida a esa mujer. El timbre sonó. Sabía que era él. Pensé en lo que me había dicho Amber y le di la razón mentalmente, otra vez. Le abrí la puerta y lo besé sin siquiera darle tiempo a saludarme, pensando en que debía hacer lo que Amber me decía. Aprovechar cada segundo junto a él, explotaría cada momento juntos como si nunca lo volviera a ver. Como si fuera el último día que lo viera. Porque no sabía cuándo se iba a ir, pero sabía que iba a pasar. Y como dije, mujer precavida vale por dos. 

Retrouvailles » c.hOù les histoires vivent. Découvrez maintenant