CAPÍTULO 9

295 37 2
                                    

- Prometieron ser eternos,
y el tiempo resultó ser su mayor adversidad.

- Prometieron ser eternos,y el tiempo resultó ser su mayor adversidad

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

───────────────────────

Fecha de publicación: 15/07/21

Número de palabras: 1219.

───────────────────────

El silencio sepulcral creado por la profundidad a la que se encontraba sumergido era idílico, alejado de cualquier problema o responsabilidad a la que atenerse, con la única compañía de aquel cristalino líquido taponando sus oídos.

Respirar en el agua nunca podría ser posible por las dificultades que esto suponía, pero durante una fracción de segundo se sintió en calma, con el único signo de asegurar su supervivencia por las burbujas emitidas mediante su respiración que alcanzaban la superficie.

Abrió los ojos tras un rato disfrutando de aquella sensación, su cuerpo se sentía ligero, más que de costumbre y eso le otorgaba cierta movilidad entre esas cuatro paredes de mármol que lo separaban de la realidad.
No fue hasta su ascensión a la superficie que volvió a encontrarse con esta, con una sala vacía y callada, con el silencio y el frío recorriendo la piel desde su espalda hasta sus huesos, la única compañía del aroma húmedo de aquellos productos químicos despertando sus sentidos.

- Debo estar muerto - un quejido transformado a los pocos segundos en una leve risa desquiciada, el contacto de su erizada piel con la superficie rebosante de agua que la piscina no podía retener en su interior.

Aquella paz interior, el magnífico a su parecer sonido de la incertidumbre y la relajación de sus músculos creando una sensación de calma necesaria, todo lo anhelado sucediendo de forma contigua.

Quería pensar que eso era cierto, necesitaba pensarlo. Olvidar el hospital, los problemas de su alrededor, olvidar el estado preocupante de su novio postrado en una camilla. Pasar página dejando atrás eso, ajeno a los diagnósticos y operaciones, a aquel talento concedido después de todos los problemas vividos hasta el momento.

Aquella promesa tejida bajo la infinita luz de los astros una noche de verano, en la acogida de la rama de un árbol entre interminables momentos de saciar una sed provocada por la falta de aire en los pulmones del cirujano y aquel chico, demandante de besos y caricias nunca más allá de la sensación de la tinta recorriendo la parte superior del cuerpo ajeno.

« - Cásate conmigo, algún día - fueron sus primeras palabras en una confesión con los ojos cerrados, sin atreverse a mirarlo directamente, temeroso de no encontrar la mirada contraria, aquellos ojos cautivandolo como cada noche.

- Torao - el llamado de su extraño apodo, la relajación en el volumen de su voz acompañado de la hiperventilación producto de una respiración acelerada. - Te lo prometo, nos casaremos.

El inicio de una promesa infinita, destruyendo la barrera del tiempo y espacio, de aquel sonido testigo de risas y llantos de felicidad.»

Su reflejo sobre el cristal a su espalda, las ojeras marcadas por incontables noches de falta de sueño durmiendo en su escritorio, el excesivo consumo de cafeína y sustancias del tabaco, la concentración de ese sentimiento cubierto por unos labios cosidos entrelazandose hasta su propia garganta antes de cerrarse sobre esta.

Similar a un fantasma se encontró a sí mismo ante sí, o al menos la ilusión de lo que en algún momento podría llegar a ser.

El sonido de la alarma alcanzó sus oídos para devolverlo a la realidad, mientras no excesivamente lejos de aquel lugar una almohada había llegado en dirección a su silla sin efecto, quedando sobre sus pies.

- Apaga eso o te rompo el cráneo, tienes una guardia que hacer y quiero dormir. - el reclamo de cierto pelirrojo no era demasiado diferente a lo que estaba acostumbrado a escuchar, a pesar de la veracidad de la información.

Se limitó a suspirar hacia sus adentros, pasando la mano tatuada sobre su rostro en un intento de expresar la cantidad de sentimientos acumulados en apenas unos instantes sobre su expresión facial.

- Sigue durmiendo Eustass-ya, no queremos que mañana seas incapaz de cumplir con tus pacientes, administres una dosis del medicamento equivocado, o te duermas en medio de una intervención quirúrgica y sea el culpable por haber perturbado tu descanso. - halló la respuesta en la ironía mientras abandonaba su lugar de reposo temporal, una vieja silla y el escritorio de madera, utilizado anteriormente para mantener el equilibrio antes de sentir de nuevo la reactivación de su cuerpo.

Frotándose los ojos acomodó a la altura del puente nasal el cubre bocas utilizado para evitar el contacto con posibles gérmenes u otras infecciones posibles de afectar a su estado.

Agradeció internamente la falta de circulación al llegar al pasillo, el eco de sus pisadas sobre el mármol alejaba la cúpula de aislamiento provocada por el silencio, mientras sus pasos se dirigían a cumplir su guardia. Posiblemente - con gran probabilidad de acierto - los enfermeros que cubrían los turnos de guardia estuviesen en sus respectivos puestos o habitaciones descansando ante la falta de emergencias comunicadas.

De forma inconsciente, con los sentidos algo dormidos por la falta de estimulantes en su cuerpo, tardó unos segundos en darse cuenta de hacía donde lo habían llevado sus propios pasos. Detrás de aquel cristal cubierto por una persiana se encontraban varias personas, algunos caminando en círculos por el dormitorio mientras otros descansaban entre la ventana y la silla junto a la camilla.

Pudo percibir los pitidos del aparato sin necesidad de pasar, alejado de aquella atmósfera de la que había llegado a considerarse un extraño.

Él seguía ahí, con cada uno de los cables recorriendo su organismo hasta detenerse en sus muñecas y unas cánulas de oxígeno traspasando su puente nasal, cubierto por los vendajes que ocultaban esas heridas. A su lado, un sombrero de paja continuaba inmóvil sin rastros de acumulación de polvo.

« - Si algún día llega a pasarme algo, prométeme que nunca te culparás por eso - la tranquilidad proporcionada por el canto de las aves sobre el árbol frente a la ventana de su apartamento se vio interrumpida, dirigiendo su atención a aquel hiperactivo muchacho que había tirado de su corazón hasta volverlo de su propiedad. - No quiero que pases la vida lamentándote por algo malo, prometemelo.

- Sabes que no puedo hacerlo por mucho que quiera. - su mirada vagó lentamente hasta el techo mientras entre la separación de ambos sus manos seguían conectadas por el tacto, disfrutando de la calidez corporal. No era la primera vez que se planteaba esa posibilidad, pero aún así la angustia provocada continuaba acechando sus pensamientos, a pesar de haber logrado alejarla temporalmente.

- Nunca te darás por vencido, ¿Cierto?. - una estruendosa carcajada devolvió la tranquilidad y armonía al dormitorio, mientras se acercaba al médico para abalanzarse abrazarlo una vez más, jurando que ese era uno de los mejores días de su vida.»

El contacto de sus dedos sobre el cristal, la palma de su mano extendida sobre la superficie congelada por el cambio de temperatura acompañados de un suspiro y la visibilidad de las iniciales "T.L & M.D.L" lo acompañaron mientras fijaba su mirada en aquel hombre que le había devuelto la vida e ilusión por la misma.

- Es una promesa. Por y para siempre, encontraré la manera de sacarte de esta, y te subiré al altar para convertirte en mi esposo. Hasta entonces, descansa en ese sueño temporal.

Alejándose de la escena central con el peso sobre sus hombros, el crujido de la madera y las puertas cerrandose lo acompañó de nuevo hacia su próximo destino.

𝑲𝒂𝒑𝒔𝒐𝒖𝒓𝒂 [𝐿𝐴𝑊𝐿𝑈  𝐴.𝑈.]Where stories live. Discover now