𝑲𝒂𝒑𝒔𝒐𝒖𝒓𝒂 [𝐿𝐴𝑊𝐿𝑈 𝐴.𝑈.]

CAPÍTULO 3

- Myūjikaruhāto (corazón musical)
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Los pasos resonaban con fuerza por las baldosas de la sala en la que se encontraban, el continuo chasquido de dedos había llegado a irritar a los allí presentes. Habían pasado cerca de dos horas desde que ambos médicos habían desaparecido para atender al problema que tenían entre manos; el profundo estado de coma en el que se encontraba aquel chico con un sombrero de paja.

Nadie había dicho nada desde que esos dos habían desaparecido, sumidos en sus pensamientos nadie quería intervenir por temor, y durante ese periodo de tiempo ningún especialista había salido a decirles nada acerca del estado del chico.

- Parece ser que tardará un tiempo en despertar, pero está en buenas manos - una voz tranquila los sacó de aquel estado de trance, alzaron la cabeza al unísono dejando ver a un hombre de mediana edad, su cabello rubio cubría su frente y parecía vestir algo extraño; portaba un gorro y tenía el ojo derecho y los labios maquillados, como si acabase de salir de algún sitio de espectáculo. - el padre de Law es considerado uno de los mejores médicos de todo el país, y estoy seguro de que lograra que vuestro amigo esté bien - la naturalidad en su voz indicaba que conocía bien a aquel hombre; y su sonrisa hacia que, de manera inconsciente, el ambiente de tensión se rebajase hasta llegar a dejar una pequeña comodidad.

- Debe conocerlo bien para hablar de él de manera tan natural - la voz de la mujer pelinegra rompió el silencio que durante unos instantes se había instalado, aquellas palabras parecían mostrar lo que ninguno de ellos había querido decir. Tras aquel hombre aparecieron los dos chicos que anteriormente habían estado en compañía del cirujano, de manera que todas las miradas quedasen puestas en ambos.

- ¿Se sabe algo acerca de su estado? - antes de que pudiesen tener la ocasión de responder, el peliverde fijó la mirada en aquellos sujetos. Nunca lo admitiría pero estaba preocupado por el estado del su nakama. Ambos negaron ladeando la cabeza, haciendo que los presentes sintiesen la carga sobre sus hombros una vez más, dejandose caer sobre la silla en la que se encontraban sentados.

No pasó mucho tiempo hasta que ambos médicos, el ojeroso y el chico con cabello de piña volviesen a la sala leyendo el parte médico. Se veían demasiado cansados; lo suficiente como para saber que sin varias tazas de café no serían capaces de continuar la noche.

- Sus constantes vitales siguen estables, pero no muestra ningún signo de mejoría; no reacciona a los estímulos y puede suponer un gran problema - la intervención del segundo médico fue suficiente como para hacer que los amigos del chico solo sufrieran debido a la importancia. Mientras el rubio trataba de tranquilizar al estudiante de judo, la arqueóloga se apoyó en el hombro del estudiante de mecánica; pelinaranja permaneció en silencio, mientras el músico cuya piel parecía transparente, trató de animarlos al sacar el violín de su estuche y dejar que la música inundase aquella sala.

Mientras las notas inundaban los corazones de pacientes y compañeros, en la cafetería de aquel hospital, dos hombres cuyo parecido era similar charlaban de manera tranquila.

- Sé que te preocupa tu novio, hijo - aquel hombre de gafas centró la mirada en el mencionado, su cabello era increíblemente similar, su piel se diferenciaba por los tatuajes del menor, así como la perilla y rasgos de este.

- No es solo Mugiwara-ya, si hubiese estado con él...soy consciente de que Ace-ya y Sabo-ya estarán aquí en cuanto puedan, y no seré capaz de mirarlos a los ojos - volteó la mirada en su progenitor, quien parecía sonreír pese aquella situación, tratando de hacerlo sentir mejor.

En un gran edificio cercano al hospital, y con el kanji escrito en el medio de esta con la palabra "justicia", un hombre de mediana edad y bastante corpulencia, leía las páginas del periódico, durante unos instantes quedó en silencio antes de que un grito resonara por todo el edificio.

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