CAPÍTULO 8

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Durante unos minutos se quedó parado frente a la puerta del local a la que había acudido. En un cartel neón, en cuya parte superior podía apreciarse algo parecido a una sartén con ingredientes dentro, se mostraba el nombre de este. "El Baratie" era un restaurante que actuaba a la vez de bar, que se había vuelto famoso en los últimos años por la experiencia de su dueño y el trato a los clientes, especialmente a mujeres, por parte de uno de sus mejores empleados.

El sonido de una puerta cerrándose tras de sí, y el de un pitido proveniente del coche lo hicieron salir de sus ensoñaciones.

- El resto hacen lo mismo -

- ¿A que te refieres? -

- Se quedan mirando el cartel como si fuese la octava maravilla - una pequeña risa emanó de los cálidos labios del más mayor, quien cortésmente abrió la puerta para que el contrario pasase.

Una vez en el interior de este, ambos se acercaron a la barra mientras el sonido de la música se alzaba sobre ambos creando un mejor ambiente que el que ya se encontraba anteriormente.
El menor fijó la mirada en el estante donde se encontraban las botellas, tratando de evadir la evidencia de que no sabía cómo entablar una conversación con su acompañante; por lo que con la preferencia de no incomodarlo prefirió mantenerse en silencio.

- ¡Oye, Marco! - un grito alzado por el estruendoso ruido se hizo escuchar cuando el mencionado se giró levantando la mano a modo de saludo indicando donde se encontraban.- No sabía que en tus horas laborales te dedicabas a salir con pacientes-
La misma voz que anteriormente los había llamado, se echó a reír mientras un chico de aparentes veinti tantos aparecía en compañía de un hombre que vestía algo más elegante, dejando ver un extenso bigote y una sonrisa que demostraba cuan encantador podía llegar a ser.

- Sabes que eso no es así, la ley prohíbe tener una relación más allá de la profesional, y no es mi novio; es el hermano de de Monkey D. Luffy, Thacht.- con absoluta naturalidad se echaron a reír mientras el menor de todos fijaba la mirada en el recién presentado.
- Ace, él es mi compañero de trabajo, y amigo Thacht; Thacht, él es Portgas D. Ace -

- Y no te olvides de mi, Marco - una tercera voz, ajena a la conversación hizo acto de presencia al aparecer detrás del castaño.

-Sabes que no soy tan desconsiderado. Ace, él es Vista, compañero de trabajo y otro buen amigo nuestro.-

-Es un placer conocerlos - por primera vez desde que habían ingresado se vio con fuerzas de hablar, levantando la mano para estrecharla con los recién conocidos quienes hicieron lo mismo.

El humo de un cigarrillo encendido, continuado por el sonido del encendedor de este provocó que la conversación en la que se encontraban inmersos fuese detenida al instante. Un chico rubio, joven, se acercó a ellos bandeja en mano para depositar sobre las barras las bebidas que anteriormente habían pedido.

- No deberías fiarte de ellos tanto Ace, son unos alcohólicos empedernidos- intervino por primera vez desde que había llegado, sacando varias carcajadas a los allí presentes entre los cuales se encontraba el azabache.

-Los reclutas de la academia extrañan que les instruyas, tus lecciones son de las mejores, Marco - el castaño se giró tras depositar la bebida sobre la barra mientras miraba al chico con cabello de piña, el cual se limitó a sonreír con algo de melancolía.

- trataré de acudir cuánto antes, la situación en el hospital es algo más favorable que la última vez...así que supongo que tendré más tiempo - centró la mirada en su acompañante, mientras que Ace. Este parecía estar excluido de la conversación por cuenta ajena, se dedicó a mirar las botellas. - Thacht y yo damos clases a los nuevos reclutas en la academia de policía de Marineford - al observar el gesto del chico, el médico se giró para mirarlo mientras sonreía.

Algunos bailes, risas y la música acompañaron el resto de la noche hasta el amanecer.

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Los gritos y la sangre se mezclaban entre sí, mientras el líquido carmesí caía al suelo dejando tras él un charco que posteriormente hizo que todo se salpicase ante la caída del cadáver, fueron música para los oídos de aquel hombre que se encontraba sentado en un gran sillón con un pequeño arma en la mano. Guardó esta en el bolsillo de la chaqueta de plumas que llevaba, bajando la cabeza para mirar lo que él definía como una "obra de arte". Levantó esta por unos momentos, relamiéndose la sangre del labio superior mientras los rayos solares que se filtraban del exterior iluminaban su silueta.

- Avisa a los oficiales, el juego ha comenzado -

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791 palabras

𝑲𝒂𝒑𝒔𝒐𝒖𝒓𝒂 [𝐿𝐴𝑊𝐿𝑈  𝐴.𝑈.]Where stories live. Discover now