HOGAR

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Él no me quería decir a donde íbamos, pero esto ya no me importaba, se que la intención de él es que yo me sienta mejor relacionándome con otras personas y poder animarme, pero... ¿como? estuve años vagando sin un rumbo fijo inundada de mucha confusión que hizo que perdiera mi norte,  Edgar me encontró en una fiesta y después de unas lindas palabras me enamore profundamente de el, en mi cabeza dije:

ahora si seré feliz.

Comenzamos nuestra relación, dos jóvenes enamorados, hasta que quede embarazada, nos invadió la preocupación y la emoción de ser padres, nuestro amado Diego un niño hermoso después de una noche de sueño no volvió a despertar, mi corazón se quebró ,solo abrazaba a mi hijo tirada en suelo mientras que gritaba desconsoladamente, los vecinos llegaron para auxiliarme y después vinieron las autoridades, la autopsia de mi bebé dio la causa de su muerte, un problema en su pequeño corazón que ningún doctor pudo ver anteriormente, el dolor no me abandona, mis gritos silenciosos que surgen del alma me llenan de agonía solo quiero a mi hijo en mis brazos otra vez.

Un nuevo embarazo dio una nueva luz a mi vida pero este no se desarrollo, ¿acaso soy una mujer maldita? tal vez por esto mi esposo me golpea al llegar a casa, no sirvo para ser una buena madre, cuando quise acabar con todo, acabar conmigo  al punto de intentar quitarme la vida, quede embarazada y este bebé salvo mi vida o lo que queda de ella.

Llegamos a una casa sencilla y muy hermosa, un lugar que nunca había visto, tome el brazo de mi esposo y caminamos a la puerta yo apretaba su brazo y le pregunte:

Amor, ¿quienes son? dime sus nombres.

Edgar solo respondió: tranquila adentro te los presento te van agradar son muy buena personas.

tocamos el timbre y una voz conocida respondió desde el interior de la casa.

-Ya voy, un momento por favor.

¡Edgar su voz la conozco de algún sitio! ¿quienes son?

Al terminar de preguntar y verlo mis ojos se llenaron de lagrimas mis mejillas se humedecieron, el impacto de verlo me hizo inclinar al suelo.

Papi... ¡eres tu! perdóname papi, nunca debí irme papá.

MI esposo impactado con la escena me cargo en sus brazos y me sentó en el sofá.

mi madre al verme soltó lo que tenia en sus manos y corrió abrazarme, cuanto extrañe su calor, sus abrazos; sus lagrimas mojaron mi hombro, solo pude decirles:

Perdón. perdón, los extrañe mucho.


Se Solicita PersonalWhere stories live. Discover now