Capítulo 3 - Desastroso y sorpresivo descubrimiento

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Era la primera vez que Yeosang visitaba otro país, siendo más increíble de lo que imaginó. Admiró los alrededores y se maravilló con los edificios, con la gente, y también notó que no era muy diferente a Seúl.
El muchacho suspiró profundo y entreabrió los labios, dispuesto a cruzar algunas palabras con Seonghwa acerca de lo hermosa que le parecía la ciudad. Pero luego recordó lo que pasó a bordo del avión, y desistió de hacerlo. No quería ser una molestia para su jefe.
Abordaron un taxi y Yeosang se acomodó hasta el otro extremo del asiento trasero que ocuparon. Seonghwa ni siquiera volteó a verlo, por lo que se giró hacia el lado contrario para estar frente a la ventana. El joven puso su pequeño equipaje entre los dos, miró a Park de reojo y pudo observar sus brillantes ojos en el reflejo del cristal.
El universitario se mordió el labio inferior con admiración cuando por fin llegaron a la mansión de los señores Park, pues jamás había estado tan nervioso en toda su vida, y de pronto sintió que en cualquier momento caería al suelo ya que sus piernas no dejaban de temblar.
—Cálmate, o lo echarás a perder —le dijo Seonghwa con una voz rasposa. Yeosang se giró para verlo y asintió, inseguro.
Su jefe presionó el timbre y un sonido melodioso retumbó en el interior de la casa. El más joven tragó saliva en silencio, y casi sintió su corazón paralizarse cuando la mano de Seonghwa tomó la suya. La puerta se abrió no mucho tiempo después y los ojos de Yeosang brillaron con expectación cuando una sonriente mujer los recibió con alegría.
—¡Hijo! Tanto tiempo sin verte —exclamó ella, y Seonghwa la abrazó con cariño, pero sin soltar la mano de Yeosang.
—Hola, mamá. ¿Cómo has estado?
—Muy bien, cariño, y puedo notar que tú también —comentó mientras dirigía su vista a los ojos curiosos de Yeosang. Éste le dedicó una reverencia y la mujer embozó otra gran sonrisa; ante lo cual, el muchacho se desconcertó. Había pensado que su recibimiento no sería nada agradable—. Pasen. Tú padre los espera.
Seonghwa suspiró y apretó más la mano de Yeosang. Ambos caminaron hacia el interior y cuando estuvieron frente al señor Park, el universitario se tensó aún más.
El padre de su jefe tenía una mirada fría; tan fría como la que poseía su hijo, pero Yeosang tenía que actuar lo mejor posible y no hacer que Seonghwa se arrepintiera de haberlo contratado. Y era ahí donde se iba a encargar de demostrarle a su jefe que el dinero que había invertido en él no sería en vano.
Kang carraspeó con ligereza y cuando separó los labios para decir la primera palabra ante el hombre, éste se levantó súbitamente del sofá desde donde los estaba observando y se acercó a su hijo. Seonghwa clavó su sorprendida mirada en la de su padre, y Yeosang quedó anonadado cuando el señor Park apretó a su vástago en un fuerte y cálido abrazo.
—Felicidades, hijo. Que seas muy feliz.

 —Supongo que todo lo que hizo no sirvió de nada —le dijo Yeosang a Seonghwa, quien permanecía desparramado en la cama del cuarto de huéspedes que les habían preparado para pasar la noche

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 —Supongo que todo lo que hizo no sirvió de nada —le dijo Yeosang a Seonghwa, quien permanecía desparramado en la cama del cuarto de huéspedes que les habían preparado para pasar la noche. El universitario permanecía parado a un costado, observando a su jefe llevarse las manos a la cara mientras suspiraba con fastidio—. ¿Cómo les dirá la verdad? Creo que mientras más rápido lo haga...
—¡No! No se las diré —exclamó Seonghwa, incorporándose, y Yeosang dio un respingo por su reacción—. ¡No tienen por qué saber que esto es una farsa!
—¿Qué? Pero...
—¿Acaso no lo notaste? Jamás los había visto tan contentos. Incluso mi padre... me abrazó. No recuerdo cuando fue la última vez que lo hizo. Siempre fue tan duro y jamás me demostró algún signo de cariño —mencionó con nostalgia, dejándose caer en la cama de nuevo. Yeosang frunció el ceño, confundido, y se acercó otra vez a su jefe.
—¿Está diciendo que los seguirá engañando? —inquirió, confundido, y su jefe cerró los ojos después de exhalar un sonoro suspiro.
—Mi padre nunca me había dicho que me amaba. Por eso no puedo decirles la verdad.
El joven se sorprendió, y luego agachó la mirada. En el fondo comprendía muy bien cómo se sentía Seonghwa en ese momento.
—¿Y qué hará sobre la boda? ¿Simplemente les dirá que ha roto el compromiso?
Seonghwa abrió los ojos de pronto y se sentó a la orilla de la cama, muy cerca de Yeosang.
—No. Y si tengo que casarme contigo de verdad, entonces lo haré. Haré lo que sea para que mis padres no se decepcionen de mí.
—¡¿Qué?! ¿Y qué pasará conmigo? Usted sólo me pidió que fingiera ser su novio, ¡jamás me dijo que tendríamos que casarnos de verdad!
—¿Eso es un problema? ¿Quieres más dinero? Dime cuánto y lo tendrás.
—¡No me refiero a eso! Yo sólo... es que...
—¡Por favor, Yeosang! —pidió Seonghwa, con los ojos llenos de súplica. Tomó una de las manos del muchacho entre las suyas y la apretó con suavidad—. Por favor, ayúdame a hacer felices a mis padres. Después, ya se me ocurrirá algo para no involucrarte más.
—¿No involucrarme más? ¡¿Qué esto no le parece suficiente?! —exclamó Yeosang, molesto y sorprendido. Seonghwa entreabrió los labios y cuando quiso seguir convenciendo al joven, ambos escucharon varios golpes en la puerta, y Yeosang se llevó su mano libre a la boca para cubrirse los labios.
—Hijo, ¿aún están despiertos? —la voz de la madre de Seonghwa se escuchó al otro lado de la entrada. El empresario miró a Yeosang por un instante, y éste lo observó con los ojos muy abiertos mientras negaba rápidamente con la cabeza—. ¿Puedo pasar? —escucharon de pronto, y Seonghwa no dudó ni un segundo en sujetar a Yeosang por la cintura y tumbarlo en la cama, a un lado suyo. El muchacho sintió latir su corazón con extrema rapidez y su jefe puso uno de sus dedos sobre sus labios.
—Por favor, ayúdame, y te prometo que te recompensaré todo esto —le dijo, y Yeosang pudo observar por primera vez la calidez y la sinceridad en la mirada del hombre. El muchacho escuchó la puerta abrirse, asintió despacio, y luego cerró los ojos mientras sentía cómo Seonghwa lo acercaba más a su cuerpo.
—Perdón, cariño, creí que aún estaban levantados.
—No te preocupes, mamá. ¿Sucede algo? —inquirió Seonghwa calmadamente al tiempo que apoyaba la barbilla en el hombro de Yeosang.
—No, sólo quería desearles buenas noches y preguntarles si no necesitan algo.
—Estamos bien, mamá, gracias. Que descanses.
—Ustedes también, cielo. Hasta mañana.
Yeosang escuchó la puerta cerrarse y de inmediato se alejó de Seonghwa, levantándose del colchón para darle la espalda.
—¿Qué pasa? —preguntó Seonghwa, confundido. Yeosang hizo puño las manos a cada lado de su cuerpo al mismo tiempo que sentía sus mejillas calentarse.
—N-nada... Yo... ¿Dónde se supone que dormiré? —cuestionó, con la voz entrecortada, y al momento observó con sorpresa cómo su jefe le aventaba una almohada al suelo, cerca de sus pies.
Entrecerrando los ojos por la molestia, Yeosang se giró para ver a Seonghwa, quien se estaba desabotonando la camisa, pero el muchacho pudo contener a su corazón que amenazaba con salírsele por la garganta.
—¿Es una broma? —preguntó con seriedad. Seonghwa lo observó y sonrió con burla.
—¿Qué? ¿Nunca has dormido en el suelo?
Yeosang lo miró de regreso con el ceño fruncido, y después se giró sobre sus talones. Se acercó al sillón, donde había dejado su pequeño equipaje, y lo tomó para colgárselo en el hombro y caminar hacia la puerta. Seonghwa abrió más los ojos y de un salto salió de la cama para alcanzarlo, sujetándolo de un brazo. Yeosang se giró para verlo otra vez. Seonghwa suspiró y lo tomó de ambos hombros.
—¡¿Qué haces?! —preguntó Park, entre jocoso y sorprendido.
—Creo que puede arreglárselas sin mí —le dijo, tratando de zafarse de su agarre.
—Pero, ¿qué dices? ¿No acabas de aceptar ayudarme?
—No cuando lo único que hace es burlarse de mí —aclaró Yeosang, con un rostro taciturno. Seonghwa se mordió los labios y su mirada se volvió seria.
—Lo siento, no volverá a pasar —aseguró, soltando a Yeosang mientras suspiraba.
—Duerme en la cama, yo me acomodaré en el sofá —le dijo, mostrándole una casi imperceptible sonrisa que por poco lo hace sonrojar. Seonghwa le dio la espalda y se dirigió al armario. Sacó varias prendas y luego caminó hasta otra entrada que Yeosang identificó como el cuarto de baño.
El universitario lo miró entrar y cerrar la puerta, y después caminó hasta la cama, poniendo su maleta sobre el colchón para sacar su ropa de dormir. Se cambió con rapidez y luego se acomodó bajo las sabanas, sacando un libro de su maleta para estudiar justo antes de que escuchara como corría el agua de la regadera.
Seonghwa estaba tomando un baño y Yeosang lo único que pudo pensar antes de concentrarse en su lectura, era en la increíble situación en la que se había metido. No obstante, ¿qué más daba? Era un trabajo, y él realmente necesitaba el dinero.

  A la mañana siguiente, ambos muchachos se levantaron muy temprano para acompañar a los anfitriones de la casa a desayunar

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  A la mañana siguiente, ambos muchachos se levantaron muy temprano para acompañar a los anfitriones de la casa a desayunar. Yeosang le ofreció su ayuda a la madre de Seonghwa y puso la mesa, por lo que la mujer quedó fascinada con la amabilidad de su futuro yerno.
—Eres un encanto, Yeosang. ¿Cómo es que alguien tan tierno como tú se pudo fijar en mi hijo? —exclamó, haciendo que a Seonghwa le temblara un ojo. Esperaba que el muchacho no dijera algo indebido.
—No diga eso. Su hijo es... es... —Yeosang sonrió, nervioso. Inesperadamente las palabras se atoraron en su garganta y miró de reojo a Seonghwa, quien de pronto le apretó la mano que tenía sobre la mesa mientras lo miraba con ansiedad—. Seonghwa, es la persona más maravillosa que he conocido en mi vida, y lo amo con toda mi alma, señora Park —soltó Yeosang, tan serio y relajado que por un momento creyó que era la verdad. El empresario abrió más los ojos por la sorpresiva respuesta mientras su novio falso le dedicaba una enorme sonrisa.
Su jefe se mantuvo observándolo por un momento más, y luego otra pregunta por parte de su madre los sacó a los dos de sus cavilaciones.
—Y, ¿dónde se conocieron? —preguntó ella, inclinando su cabeza mientras sonreía.
—En... una fiesta —respondió Seonghwa, dejando ir su mano. Yeosang apretó un poco sus labios y tomó los palillos frente a él para comenzar a desayunar.
—¿Cuándo piensan casarse? No es que los esté apresurando, pero, me encantaría tener un nieto lo más pronto posible —dijo la mujer, mirando a su esposo con anhelo. Y Yeosang sintió que el bocado que había ingerido se le atoraba en la garganta. Seonghwa carraspeó antes de reír con suavidad.
—¿No te parece algo precipitado, mamá? —mencionó el empresario, divertido.
La mujer sonrió de lado y su esposo le acarició una mejilla.
—Sí, tienes razón, hijo. Primero debo conocer todo acerca de tu prometido —nerviosamente, Kang tragó saliva al tiempo que observaba a su futura suegra, sonriendo con inquietud.
—Cuéntanos algo sobre ti, Yeosang —pidió el padre de Seonghwa, sorprendiéndolos a ambos. El joven asintió con suavidad y entreabrió los labios después de tomar una bocanada de aire.
¿Qué diría? No lo sabía. Pero no todo tenía por qué ser una mentira.
—Soy huérfano. Mis padres murieron en un accidente de auto cuando tenía once años. No tengo hermanos, y viví en un orfanato hasta que cumplí dieciocho. Me entregaron la casa de mis padres y desde entonces vivo ahí. También estudió la universidad. Hasta hace poco trabajé como camarero...
—Espera —lo interrumpió la señora Park—. ¿No vives con Seonghwa? —preguntó con desconcierto, y Yeosang se dio cuenta de que había hablado de más sin querer. Pero parecía que Seonghwa no se había percatado de su error. Sus palabras lo habían mantenido demasiado atento.
—Bueno, lo que suce-...
—Lo que sucede es que, Yeosang quiso que lo conocieran antes de dar ese otro paso. No le pareció correcto que viviéramos juntos si aún no estamos casados —mencionó de pronto Seonghwa, y el joven volvió a sonreír, aliviado.
—Entiendo —aceptó la mujer, asintiendo con ligereza.
—Entonces, ya que lo has traído para que lo conozcamos, espero que mañana mismo se vaya a vivir contigo, hijo —agregó el señor Park—. La boda será pronto. Yeosang puede ir aprendiendo de ti para que en el futuro puedan hacerse cargo los dos de tu restaurante, ¿no lo crees?
Seonghwa lo escuchó con atención y, sujetando la mano de su prometido por debajo de la mesa para entrelazar sus dedos, la comenzó a apretar con tal fuerza que casi se le salen unas cuantas lágrimas a Yeosang por el dolor.

𝑬𝒍 𝑪𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 (𝑺𝒆𝒐𝒏𝒈𝒔𝒂𝒏𝒈)Where stories live. Discover now